Aunque su nombre de pila es Haydee, ella siempre ha sido —para todos y en todas partes— Heidy (González Cabrera). No recuerda muy bien cuando fue que en su familia comenzaron a alternar este apodo con el que consta en el registro de nacimiento. Lo que sí puede asegurar es que ese alias le sirvió para encubrir su identidad como miembro del Movimiento 26 de julio (M-26-7).Entonces era apenas una adolescente cuando la intensa y arriesgada actividad revolucionaria que desplegaba la llevó a pasar de la clandestinidad en La Habana, al exilio en Nueva York, Estados Unidos.
La última noche de 1959, la noticia de la huida del dictador Fulgencio Batista y el triunfo de la Revolución cubana la sorprendió de camino a la oficina sede del M-26-7 en esa ciudad. Regresaba de recaudar ayuda para la causa rebelde.
El retorno a la Patria coincidió con el día en que el Comandante en Jefe, Fidel Castro, entraba victorioso en la capital. Tenía 19 años y una hija en gestación. A partir de ese momento la vida sorprendió a Heidy con una realidad que nunca dejó de poner a prueba su tremendo coraje para afrontar los desafíos —que no fueron pocos—. Hoy, el mejor término para definirla sería, absolutamente, “mujer con una gran resiliencia”.
Sin embargo, combinar las responsabilidades del hogar, de la maternidad, de la familia, del trabajo, de la Revolución…, no determinaron tanto su vida como la hilarante circunstancia de ser periodista. Luego de más de seis décadas este oficio, que lo cambió todo para ella, conserva aún el mismo espíritu revelador.
“Sin dudas, el periodismo estaba en mí desde pequeña. Mi madre me contaba que de niña cortaba imágenes de una revista y las pegaba en otra, inventándole alguna palabra como pie de fotos. Nadie me había enseñado”.
Y es que, al parecer, el periodismo la eligió como “hospedero” y tiró la llave. De hecho, los 84 años de edad que tiene —y ciertos problemas de salud— poco limitan las energías que le pone a las nuevas ocupaciones dejadas en sus manos por la dirección nacional del gremio.
“¿Descansar?, ¿jubilarme?, ni loca”. No, no hay vanidad en su respuesta. Al contrario. Solo revela el carácter de quien se fraguó en la incondicionalidad del compromiso más rotundo. Incansable, disciplinada, emprendedora, amistosa, delicada y con un particular apego a la fraternidad.
Así vemos a Heidy cada día. Lo mismo en el hogar, disfrutando de un hermoso matrimonio de 54 años junto a su esposo César, que en las obligaciones de la oficina. Del otro lado, crece el cariño y el respeto hacia la obra sencilla y necesaria que va dejando.
Al recordar los primeros años en el periodismo solo atino a preguntarle ¿cómo fue ejercer la profesión al mismo tiempo que criaba cuatro hijos, atendía los múltiples asuntos familiares, laborales, políticos y sociales…? La respuesta deviene casi un enigma.
“Hasta yo me asombro de cómo lo conseguí, sobre todo porque en aquellos tiempos debíamos cumplir el horario laboral cerrado de ocho horas. Mi esposo no podía ayudarme, era militar con serias responsabilidades; mis padres trabajaban y solo contaba con ellos los fines de semana.
“Por tanto, coordinaba los reportajes en el horario de escuela de los niños, e iba a las provincias los fines de semana. En período de vacaciones escolares, generalmente, llevaba conmigo a alguno de mis hijos en aras de disminuir la carga que dejaba a mi madre.
“De esa manera me las arreglé para cumplir, incluso, con los trabajos voluntarios que a menudo se organizaban, los cursos de orientación política y las guardias laborales rotativas, entre muchas otras actividades”.
De aquellas guardias rememora las que debió cumplir los domingos en la revista Mujeres. Las anécdotas abundan.
“Siempre iba con el niño más pequeño. Si él empezaba a inquietarse lo sentaba en la silla de rueditas de la recepción, lo sujetaba con un paño y lo paseaba por el gran pasillo de entrada. Cuando se dormía, utilizaba el sofá para acostarlo.
“Nada me resultó fácil; pero hasta pude cumplir con el estudio de la carrera de Periodismo que realicé a través del Curso para Trabajadores que tenía una frecuencia semanal”.
Superadas las seis décadas de labor, varios son los medios de prensa que archivan las huellas “del mejor oficio” de Heidy. No obstante, reconoce que le es difícil precisar cuál de esas etapas marcaron más su trayectoria profesional, incluyendo la que ahora desempeña en la Unión de Periodistas de Cuba (Upec).
“Inicialmente colaboraba con algunos medios mientras trabajaba en la Enseñanza Tecnológica. A principios de 1960 respondieron a mi interés de integrar las Fuerzas Armadas Revolucionarias; fui ubicada en la Dirección de Operaciones del Estado Mayor General.
“Allí obtuve mi primer grado militar (Cabo); después inicié el proceso de ingreso al Partido Comunista. Más tarde me seleccionaron para un curso de Corresponsales de Guerra. Nuestros trabajos eran enviados a las publicaciones provinciales.
“Nos graduamos con el grado de Subteniente, pero justo en ese momento, Vilma Espín solicitó apoyo de las compañeras del grupo para la revista Mujeres que comenzaba a editarse. Corría el mes de noviembre de 1961. Fui una de sus fundadoras.
“El trabajo en esta publicación fue bellísimo porque estaba dirigido al despertar de las cubanas, tanto desde el punto de vista político como social. Además, tuve la oportunidad, no solo de conocer reveladoras historias de mujeres increíbles, también todas las provincias del país en viajes repetidos durante 23 años”.
A propósito de esa vasta experiencia ocupándose de los temas relacionados con el universo femenino, preguntamos a Heidy si considera que el periodismo cubano ha pagado su deuda con la visibilidad de las problemáticas, los éxitos, el empoderamiento y la existencia misma de las mujeres en los medios de comunicación.
“Jamás. Y mucho insisto en la urgencia de retomar la impresión de la revista Mujeres. En toda sociedad debe priorizarse una publicación para los intereses de la familia. Porque ella todo lo abordaba: Política, Salud, Economía, Educación Sexual, Educación Infantil, Artes Plásticas, Modas, Historia, orientaciones relevantes sobre cuestiones jurídicas y muchos más. Estos son y serán asuntos siempre necesarios.
“La ausencia de Mujeres la considero un error inexplicable, aunque factible de resolver. Todas mis colegas de esa publicación han recibido el reclamo de lectoras que no olvidan la revista; porque el resto de las magníficas publicaciones con que contamos no podrán sustituir una exclusivamente dirigida a la mujer y a las familias”.
En la década de 1990 y durante la profunda crisis económica —conocida como Período Especial— que vivió la isla derivada de la caída del campo socialista en Europa del Este, la mayoría de los medios escritos debieron cerrar. Las publicaciones de la Editorial de la Mujer entre ellos.
Frente a tan complejo escenario, el destino de una buena parte de los trabajadores de la prensa se vio drásticamente afectado al tener que adoptar, también, nuevas rutinas laborales. Para Heidy el cambio significó otro reto.
“Como parte de la reubicación de los periodistas, me situaron en Radio Rebelde. No tenía experiencia radial, por lo que esta representó una verdadera escuela. Tanto en el programa Haciendo Radio, como en el ‘móvil’ (carro acondicionado para transmitir en vivo desde diferentes sitios) de Exclusivo (espacio que se cedió a la Mesa Redonda), y en el ‘móvil’ del programa cultural Así.
“Incluso, debido a una necesidad de esa emisora me pidieron asumir la Dirección de Programación General por unos meses. Acepté con la condición de mantener mi trabajo en los ‘móviles’. Lo aceptaron. Dirigí esa área por casi un año.
De ese trepidante ciclo en Rebelde siempre vuelve a su memoria el día en que conversó por primera vez con el Comandante en Jefe, Fidel Castro, en una de las sesiones plenarias de la Asamblea Nacional. Ella grababa lo que acontecía y un guardia de seguridad quiso retirarle la grabadora a lo cual se negó tenazmente.
Fidel, que había percibido el “altercado” le pidió, al concluir la jornada, que se acercara hasta donde él estaba. Heidy le explicó lo sucedido, tras lo cual el Comandante le expresó: “Hiciste muy bien, un soldado no se deja quitar su fusil”.
Historias similares pulsan cada partícula de la vida de esta soldado del periodismo cubano.
“No me hubiera ido nunca de la radio. Sin embargo, un buen día me solicitaron ponerme al frente de un periódico semanal de 16 páginas para Venezuela. El proyecto de ese semanario venía del presidente Hugo Chávez. De hecho, él mismo le puso nombre: Salud y Ambiente. Contenía 18 páginas y se enviaba vía internet a Caracas para su impresión.
“La nueva responsabilidad implicó mi traslado para la Agencia Prensa Latina. De ese modo, y no sin temor, comenzó mi práctica como Editora jefa.
“Desempeñé esas funciones con buenos resultados, pero sin dejar de colaborar con Radio Rebelde. Años después de fallecer Chávez, el periódico dejó de circular por dificultades con el papel para imprimirse”.
Luego de concluir su etapa en Prensa Latina, Heidy acogió de buen agrado la oportunidad de trasladarse a trabajar a la sede nacional de la Upec. Con la Casa siempre mantuvo un estrecho y consolidado vínculo el cual tiene su génesis en los distintos periodos que presidió las Delegaciones de base de la organización en la revista Mujeres, en Radio Rebelde y en Prensa Latina.
No en vano, suele hablar y alabar, con particular afecto, la existencia de esta entidad gremial que pronto estará celebrando seis décadas de fundada. Algo que me recuerda el proverbio chino de que “cuando bebas agua, recuerda la fuente”.
“Al dar una ojeada retrospectiva me llena de orgullo haber representado a la Upec en cada órgano de prensa en que estuve. Y más ahora, pues la tarea que me ha sido asignada me da la posibilidad de colaborar con colegas de todo el país”.
Mis felicitaciones para la querida colega Heidy González. Agradecimiento a Gilda por entrevista.
Gracias Gilda por acercarnos a una vida toda entrega y vertical profesionalidad.
Aplaudo esta publicación que hace justicia a Heidy, una cubana sin par, mujer ejemplar y profesional todoterreno, con una sensibilidad especial y don de gentes poco común, por no hablar de su fidelidad a la Revolución y patriotismo a toda prueba. Llegue a ella mi abrazo cálido, cariñoso y agradecido, por todo y su amistad.
Recibí con mucha gratitud la entrevista de Gilda Fariña a nuestra colega Heidy González, una gran compañera, periodista y con un alto sentido de la solidaridad: Honor a quien honor merece
Excelente entrevista. Síntesis perfecta de la vida profesional de una reportera excepcional.
Excelente entrevista. Síntesis perfecta de la vida profesional de una reportera iniguanable, dedicada y certera