A pesar de la crisis producida por la pandemia de la Covid y la tensa situación económica, la Televisión Cubana logró, en los más recientes años, estrenar varias series de ficción de aciertos realizativos y miradas inquisitivas sobre la contradictoria realidad nacional.
El reclamo desde los análisis de la Uneac, que se hicieron eco de las inconformidades de los públicos, sobre las ausencias de espacios dramatizados, fue respondida con la vuelta a la pantalla de obras teatrales, cuentos, teleplays, aunque fueran reposiciones, y con series de estreno como De amores y esperanzas, Promesas, Valientes, Primer grado y Calendario, que ha sido la de mayor impacto.
En cada una de esas series, tanto desde el punto de vista estético como del discursivo, fue notable la diversidad de enfoques de asuntos de la realidad que mostraban temas y problemas no tenidos antes en cuenta con la profundidad requerida para provocar reflexionar sobre los resquebrajamientos producidos en el tejido social del país a partir de la crisis de los 90.
Pero Calendario dirigió su interés al crucial asunto de los adolescentes, los jóvenes, en los escenarios de la escuela y la familia, particularmente afectados por las adversas circunstancias vividas por las más recientes generaciones.
A partir de una estética que destaca por la frescura y veracidad visual y una ética implícita como parte del buen hacer televisivo, Calendario ha expuesto en sus dos temporadas vistas por Cubavisión, la diversidad de situaciones, conflictos, personajes surgidos de las diferencias de posibilidades económicas, de las desigualdades, pero también los valores que sobreviven no sólo en la paradigmática profesora Amalia, sino también en el espíritu camaraderil que aflora entre los estudiantes ante momentos difíciles de sus compañeros.
Calendario ha logrado la empatía con los televidentes más jóvenes, que la han seguido porque han encontrado en la serie un espejo honesto donde mirarse, donde reconocer potencialidades y limitaciones, prejuicios sobre la sexualidad, valoraciones equívocas sobre las diferencias sociales, confusiones bajo presión de necesidades en un mundo signado por plataformas comunicacionales que instan a la virtualidad distante de la cotidianidad que viven.
Esquematismos educacionales, maestros sin la sensibilidad que requiere su labor, padres deformadores de sus hijos, o que no están al tanto de sus angustias, la presencia de la droga, la emigración, asuntos duros conjugados con alternativas humanas, que el guion de Salatti y la dirección general de Magda González Grau han logrado entretejer con notable eficacia creativa y hacen esperar la tercera temporada ya en preparación.
Las más recientes series producidas por la Tv cubana han logrado, para satisfacción de los televidentes mostrar las realidades que nos duelen y las que esperanzan con veracidad creativa. Calendario destaca entre ellas.
(Imagen de portada: Calendario se rodó durante la pandemia, tomando estrictas medidas para evitar los contagios por COVID-19.Foto: Cortesía de Magda González Grau. Tomada de Cubadebate).