«Los medios dominantes y no pocos políticos y gobiernos nos amedrentan a diario con que el ascenso de China supone una amenaza para el resto del mundo y especialmente para Occidente», escribió el veterano periodista español Javier García en su nuevo libro China, amenaza o esperanza. La realidad de una revolución pragmática.
En una entrevista concedida a Xinhua, García afirmó que «China no es en absoluto una amenaza» y se ha convertido en la segunda mayor economía del mundo sin prácticamente disparar un solo tiro, sin violencia, sin guerras, sin colonialismo».
Campaña de desprestigio
Para el exdelegado de la Agencia EFE en Medio Oriente, Venezuela, Alemania y China, la supuesta «teoría de la amenaza de China» no es nada más que un sistematizado truco de Estados Unidos para contener el ascenso pacífico del país asiático, que para Washington se trata de un gran desafío a su hegemonía.
«EE. UU. se niega a aceptar que su dominio hegemónico del mundo tiene los días contados», destacó García en el libro publicado por Ediciones Akal en la colección A fondo.
El periodista detalló que Washington ha lanzado una «guerra híbrida» como «un pulpo con múltiples tentáculos» en los sectores económico, comercial, tecnológico, científico, político, sanitario y mediático, combinada con las operaciones de inteligencia y espionaje, campañas de desestabilización en regiones como Xinjiang, apoyo del separatismo en Hong Kong o Taiwan, e intimidación militar a lo largo de las costas chinas.
Entre los múltiples frentes de batalla, García está muy familiarizado con la campaña de desprestigio contra China orquestada por los medios de comunicación occidentales que «marcan la agenda y el tono informativo en relación con China» para que el resto de la prensa occidental los siga «mayormente sin reparos».
En su obra, García enumeró el «arsenal de palabras» dirigido para infundir miedo en cualquier cosa relacionada con China y reforzar la imagen negativa que se pretende instalar en las cabezas de los lectores, manipulando los términos como «régimen», «purga», «propaganda» y «represión» o expresiones como «luchas de poder», «bajo amenaza» y «trampa de la deuda».
En este sentido, los ricos de EE. UU. son millonarios o grandes emprendedores, mientras que los de China, oligarcas; China no cesa a los funcionarios corruptos o ineficientes, sino que los «purga»; China no concede préstamos ventajosos para desarrollar infraestructuras en los países pobres, sino que los «entrampa» en la deuda; China hace «diplomacia de las vacunas», y otros países las donan desinteresadamente; China «vigila y controla» a los contactos cercanos de casos de COVID-19, y otros países los rastrean.
Incluso, según García, los medios de comunicación occidentales han creado una retórica universal de «a qué coste» para buscar de todas maneras la consecuencia negativa sobre una noticia positiva de China, tales como «la economía china crece, pero a qué coste»; «las ciudades chinas se vuelven inteligentes, pero a qué coste»; «China provee abundante nieve para los Juegos Olímpicos de Invierno, pero a qué coste»; «aire limpio, ¿a qué coste?»; «Wuhan está a salvo de la COVID-19, pero a qué coste»; «China invierte en Etiopía, pero a qué coste»; «China impulsa la economía de Camboya, pero a qué coste»; etc.
Uno de los ejemplos más «curiosos» es la noticia de la agencia Bloomberg publicada en diciembre de 2019, reportando que «China cura el cáncer más rápido y barato que nadie, pero a algunos les preocupa que sea demasiado rápido».
García explicó que los medios de EE. UU. son los que marcan la pauta, y realmente es muy difícil para los medios europeos salirse de ese camino, pues están muy influenciados por los grandes medios estadounidenses.
País diverso y fascinante
El periodista aprovechó su estadía de más de cuatro años en China para observar de cerca, con una mirada independiente, y ha encontrado una China auténtica y totalmente distinta a la inventada por los medios occidentales.
«La verdad es que China me sorprendió. Es un país muy diferente, muy diverso, muy desarrollado en determinadas cosas.
Es un país fascinante que tiene muchas cosas que uno no se espera de cómo es la vida en el país», narró el escritor, al recordar que «intenté llegar al país liberándome de todos los prejuicios y con la cabeza lo más abierta posible».
Durante el trabajo reporteril, García conoció a Ding Yan, de 34 años de edad, quien le contó cómo había cambiado su vida, al pasar de vivir de pequeña en el campo, sin agua potable ni electricidad, a estudiar en la universidad, recibirse de filóloga y vivir en la ciudad con acceso a servicios públicos de primera calidad.
«Cuando empiezas a hablar con la gente, te das cuenta de los cambios en China. El cambio que ha experimentado esa generación en los últimos 20 o 30 años, es impresionante», destacó García.
La alegría y la placidez marcadas en los rostros de ciudadanos comunes y corrientes le conmovieron al entonces delegado de EFE en Beijing, quien se sintió, al mismo tiempo, cansado por la incesante desinformación de los medios occidentales contra China.
Como resultado, decidió en septiembre de 2021 dejar el periodismo tras más de 30 años de profesión, porque «la bochornosa guerra informativa contra China se ha llevado buenas dosis de mi ilusión por este oficio».
Para García, el tan proclamado tótem occidental de «prensa libre» se exhibe como «decir exactamente lo mismo», «no salirse del guion preestablecido» y «recalcar una y otra vez lo malo que es el comunismo», ya que cualquiera que se salga de la senda marcada por el Departamento de Estado de EE. UU. y los medios estadounidenses «será apartado o marginado».
Después de presentar su renuncia, García empezó a investigar para escribir un libro sobre una China auténtica, debido a que, a su juicio, «muchas cosas de China no se conocen, cuestiones clave, muy importantes para el mundo, que no son conocidas porque no se informa de ellas a los lectores».
Esperanza para un mundo multipolar
El autor viajó a varias regiones, provincias y ciudades de China como Xinjiang y Shenzhen para conocer de primera mano los temas que quería contar. En cuanto a los supuestos genocidios en Xinjiang, García rechazó tales acusaciones basadas en datos recopilados de Internet y que «no se basan en ninguna situación real ni en un trabajo de campo».
«En Xinjiang se respeta la cultura uygur, se enseña el uygur en las escuelas, hay medios de comunicación en ese idioma.
La población uygur ha crecido un 16 por ciento en los últimos diez años, o sea, ha crecido tres veces lo que la media nacional china», mencionó García.
Al ser preguntado sobre las medidas chinas contra la Covid-19, García afirmó que «para nada han sido violaciones a los derechos humanos», y enfatizó que la reciente optimización de la respuesta a la pandemia ha salido en el momento en el que el virus es menos agresivo y se disminuye notablemente el peligro de que haya muchas muertes.
«Si consideramos que la prioridad de cualquier Gobierno debe ser salvar la vida de su población, de sus habitantes, la política china ha sido a todas luces efectiva. Ha habido muchísimos menos muertos en China que en los países occidentales y, sobre todo, que en EE. UU.», consideró García.
En lo que se refiere a la lucha contra la pobreza, el autor opinó que es la principal preocupación de todos los ciudadanos del mundo. De acuerdo con los datos oficiales, en los últimos 40 años, China ha conseguido sacar de la miseria a unos 770 millones de residentes rurales, lo que representa más del 70 por ciento de la reducción de la pobreza global.
Sobre el tema ecológico, García era consciente de que en el mundo se tiene «la imagen de China como un país muy contaminante», sin embargo, en su investigación concluyó que «es justo lo contrario».
«China ha cambiado totalmente su modelo de desarrollo económico, ha pasado de un modelo de desarrollo centrado en el crecimiento por encima de todo, sin importar las consecuencias, a uno mucho más ecológico, a uno que tiene mucha consideración al medio ambiente», acotó García.
Recordó que el país asiático «está haciendo la transformación energética y se ha convertido en líder en energías renovables, en movilidad eléctrica, en coches eléctricos, en reforestación, además de los proyectos de las ciudades esponja».
García atribuyó los admirables logros a la «revolución pragmática» que ha liderado el Partido Comunista de China (PCCh) y calificó la manera de hacer la política de «muy peculiar y característica de los chinos».
«El PCCh experimenta diferentes soluciones para cualquier problema que se le plantea, pone en marcha proyectos piloto en diferentes ciudades sobre medidas que quiere aplicar, y las experimenta. Las que funcionan mejor son las que se adoptan y las que no van bien, se rechazan», explicó García.
En su opinión, China no es una amenaza, sino la esperanza para un mundo multipolar en el que todos puedan vivir mucho más tranquilos, comerciando con todo el planeta, dedicando sus energías y recursos a mejorar la vida de su población en lugar de al enriquecimiento de unos pocos, e intercambiando bienes, conocimiento y cultura, en lugar de armas y bombas.
«China no tiene intención de imponer su visión a los demás, podría convivir con todos en el mundo multipolar, mucho más pacífico y justo, y mucho mejor para el mundo», concluyó García.
Tomado de Telesur