Luego del descalabro provocado en los proyectos de unidad latinoamericana por lo que llamaron restauración neoliberal, el anuncio de que Argentina y Brasil vuelven a la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) invita a pensar en el reverdecimiento de los esquemas integracionistas de la región, dañados a ultranza por los gobiernos derechistas que apostaron, en el último quinquenio, por destruirlos.
Con ese propósito se constató la salida, entre 2018 y 2019, de siete de los países sudamericanos que se habían sumado antes a ese arco integracionista, con lo que quisieron echar por tierra los esfuerzos que en tal sentido habían realizado los gobiernos precedentes.
Ahora, el regreso de los ejecutivos progresistas electos por ciudadanías ante las cuales el neoliberalismo repitió su fracaso, ha vuelto a cambiar la inclinación del tablero.
El retorno a la Unasur de Bolivia, con el MAS de nuevo en el poder y la salida del ejecutivo golpista de Jeanine Áñez, fue un punto a favor del conglomerado que se consolidará con el regreso de Buenos Aires y Brasilia, anunciado los días recientes. Ello deja ver que hay ya oxígeno suficiente para revitalizar la Unasur, dentro de la cual habían quedado, luego de las dimisiones, Venezuela, Suriname y Guyana, sin que la escasa membresía provocara, per sé, la muerte del conglomerado. Entonces, es factible, y no solo necesario, resucitarlo.
Aunque siguen sin hablar pública y directamente de ello, pudiera esperarse que también retornen países como Chile y Colombia.
De Gabriel Boric, el presidente chileno, sigue sin haber trascendidos a la invitación que le formuló su par argentino, Alberto Fernández, hace escasos días, cuando de visita en Santiago, el mandatario argentino dio cuenta de la reincorporación de su país e invitó a su colega a hacerlo. Quizá Boric se habría negado de plano si no lo fuera a realizar, lo que invita a pensar que el reingreso de su país, puede esperarse.
Desde Colombia no ha habido definiciones concretas, pero en más de una ocasión Gustavo Petro se ha referido a la necesidad de la integración y, saliendo al paso a las declaraciones mentirosas de quienes satanizan y manipulan, escribió hace poco en Twitter: «Unasur no es el ‘castrochavismo’, es la idea de una integración independiente a EEUU, como la Unión Europea».
Poco después, durante una entrevista concedida al programa radial La Pizarra en la que habló de la necesidad de llevar a la práctica la integración latinoamericana, Petro fue más específico al abogar por lograrla a través de las energías limpias, lo que podría concretarse, dijo, en escenarios como los de la Unasur o la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).
No puede esperarse lo mismo de Ecuador, cuyo gobierno, presidido por Guillermo Lasso, está francamente alineado del lado derechista y neoliberal, si bien ha sido menos «agresivo» con el progresismo que su antecesor, el traidor a la Revolución Ciudadana, Lenín Moreno. Tampoco de Paraguay o Uruguay, que también están fuera. Pero entre los defensores de la integración hay optimismo.
El asunto ha vuelto a la palestra después de los anuncios formulados por Argentina y Brasil, que resultan definitorios aunque sean, por ahora, los únicos con fecha de reincorporación en mayo, y han provocado el entusiasmo de quienes abogan por la unidad regional.
Uno de los primeros en pronunciarse ha sido el expresidente colombiano Ernesto Samper, quien fungió como secretario general de la Unasur, y ha aseverado desde Twitter que «los anuncios de reincorporación de Argentina y Brasil a UNASUR (…) devuelven la esperanza de volver a trabajar juntos por temas comunes de la región como la transición ecológica, la soberanía alimentaria o la inteligencia artificial. Gracias Presidentes Lula y Fernández».
También el Grupo de Puebla reaccionó ante la noticia con la aseveración: «La Unasur renace». Igual afirmación realizó el excanciller de Ecuador, Guillaume Long.
Un indicativo de que el momento es propicio para retomar las labores por la unidad lo ha constituido la Cumbre contra la inflación y por la soberanía alimentaria que convocó México y tuvo el seguimiento de otros diez países latinoamericanos y caribeños. El proyecto se apresta a acordar las medidas para sostener, entre los países implicados, intercambios comerciales bilaterales o regionales que sin dañar sus compromisos previos, les permitan un comercio más justo sobre todo en materia alimentaria, y mejoren el nivel de vida de sus poblaciones.
La coyuntura es propicia para insuflar nuevos bríos a la Unasur y, por tanto, a la integración latinoamericana y caribeña. Sería una ingenuidad política dejar pasar el buen momento.
Imagen de portada: Foto de archivo tomada del perfil de Lula en Twitter