Ricardo Ronquillo, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, destacó que el recientemente fallecido Héctor Ochoa, Premio Nacional de Periodismo “José Martí”, 2023, fue un hombre con una pasión tremenda que de manera singular y con sencillez, con su historia personal, contribuyó al desarrollo de la Revolución Cubana, a la cual amó intensamente, así como a Fidel y a Cuba y su pueblo en general.
Ronquillo hizo el resumen del acto de homenaje de la Unión de Periodistas de Cuba y la Delegación del Grupo Asesor de la UPEC (periodistas jubilados) a Ochoa realizado este martes 21 de marzo en la sede nacional de esta organización.
La actividad conducida por Pedro Rioseco, presidente de la delegación Grupo asesor de la Upec se inició con un minuto de silencio mientras se escuchaba el Himno Nacional de Cuba.
Estuvieron presentes Pavel Pérez Ochoa, nieto del homenajeado, directivos del Instituto Cubano de la Radio y la Televisión, un numeroso grupo de miembros de la delegación de la cual también formó parte Ochoa y otros colegas.
Eduardo Yasells, Premio Nacional de Periodismo “José Martí” fue el primero en intervenir y se refirió a la estancia de Ochoa en Venezuela, en los años finales de la década del cincuenta cuando tuvo que salir de Cuba por ser perseguido por la dictadura batistiana y también a su labor como corresponsal de guerra durante el enfrentamiento de la invasión mercenaria por Playa Girón, en abril de 1961.
Juana Carrasco, también Premio Nacional de Periodismo, y Presidenta del Jurado que le otorgó a Ochoa el citado galardón en este 2023 lo calificó como un hombre lleno de optimismo y precisó que siempre decía “estoy recopilando tal cosa o estoy haciendo tal documental”
Leyó el acta del Jurado y pidió más que un minuto de silencio un minuto de aplausos para quién ha sido historia viva y para quién captó imágenes respetables de instantes históricos de Cuba y de otras actividades sencillas y emotivas.
Juana recordó además que Ochoa solía decir: “Yo soy guapo y para ser periodista hay que ser un hombre valiente.”
Freddy Moros, quién fue jefe directo de Ochoa durante varios años cuando ambos laboraban en la Dirección de Información de la radio y la televisión trató sobre el contenido de un documental de Ochoa sobre lo que hacían los médicos cubanos durante la agresión por Playa Girón y señaló que él reflejó la atención que al respecto se les brindó tanto a los integrantes de las Fuerzas Armadas, del Ministerio del Interior y de las Milicias Nacionales Revolucionarias e incluso a mercenarios que resultaron heridos y capturados. Puntualizó que por ese documental había recibido premios internacionales.
Antonio Gómez, (conocido entre sus colegas como Loquillo), Premio Nacional “José Martí”, un gran camarógrafo, precisó que siempre pensó que Ochoa no se iba a morir nunca porque en forma constante con su andar inquieto, con su forma de ser, encaraba uno y otro proyecto con singular energía. Resaltó que fue muy leal a la Revolución y a su profesión.
Waldo González, Vicepresidente primero del Instituto Cubano de Radio y Televisión, manifestó que en muchas ocasiones veía a Ochoa cuando se encontraban en algún pasillo del organismo o cuando él iba a su oficina a plantearle algo.
Indicó que siempre estaba haciendo algo y también dijo que le dio instrucciones a su secretaría para que cuando él se presentara en la oficina le avisara de inmediato y lo dejara pasar y si no estaba que lo atendiera, que le hiciera la carta que solicitaba o cualquier otra cosa porque siempre “traía algo útil que nos servía de enseñanza.”
Seguidamente Waldo manifestó: “Voy a seguir escuchando su voz” y añadió que lo va a continuar apreciando siempre en presente.
Jorge Luís Bernard comentó que Ochoa estuvo trabajando a la altura de sus 92 años hasta los últimos instantes de su fecunda existencia y citó que en los días finales de febrero él le planteó que lo ayudará en la elaboración de un guion para otro documental que tenía previsto.
También acerca de ello se refirió Ángela Oramas que citó otro proyecto de que él igualmente deseaba encarar y lo catalogó como un hombre de sueños y de realidades y que irradiaba cariño y alegría.
Ochoa fue recordado y homenajeado con esa actividad que se prolongó durante algo más de una hora.
Y es que los presentes lo sintieron con su boina verde olivo, con su voz potente, con la vitalidad que irradiaba. Por lo regular en las reuniones de la Delegación casi siempre se sentaba en las sillas finales situadas en el salón y desde allí hacia, así de pronto, como un volcán que entraba en erupción pero no para destruir con su lava ardiente, sino para estremecer con la pasión de un planteamiento, una sugerencia o sencillamente de algo que suponía podía hacerse.
Hacía tan sólo un mes antes que él en la reunión de la Delegación del Grupo de Asesores de la UPEC ya había experimentado, una vez más, el respeto, cariño y admiración de sus compañeros y amigos, cuando a partir de la propuesta realizada por Freddy Moros, resultó aprobado por unanimidad que él fuese uno de los dos propuestos por dicha delegación como candidatos al Premio Nacional de Periodismo “José Martí”.
Unos días después esto se hizo realidad según lo acordado por la Comisión Nacional encargada de hacer las evaluaciones correspondientes.
El 14 de marzo él no pudo estar presente desde el punto de vista físico en la ceremonia de entrega del citado premio efectuada en la Biblioteca Nacional “José Martí” por su delicado estado de salud. Al día siguiente falleció.
Pero como expresó también Ronquillo en las palabras de clausura del acto de homenaje “Ya Ochoa se había ganado el Premio “José Martí” desde que un día se fue para Girón y empezó a construir de alguna manera una historia personal muy peculiar dentro de la historia de la Revolución Cubana.”
Y es que los seres humanos que transitan por la vida como Ochoa hacen realidad este principio martiano en el que aseguró que la muerte no es verdad, cuando se cumple bien la obra de la vida.