El museo La Fragua Martiana revela una serenidad sobrecogedora. Como pedestal de las canteras, los jardines y el follaje recuerdan a ese José Martí, jovencísimo y frágil, arrastrando el “dolor infinito” de los grilletes. También, al Héroe Nacional, al Apóstol, al patriota firme y revolucionario que murió de cara al sol.
Allí, en ese rincón consagrado a la Patria y a Martí, descansan desde este 16 de marzo las cenizas de Julio Batista Delgado, uno de los más grandes referentes de la prensa cubana y un extraordinario maestro del periodismo radial, quien falleció en La Habana el pasado día tres a los 87 años de edad.
Durante el tributo al Héroe del Trabajo de la República de Cuba, al Premio Nacional de Periodismo José Martí y al Premio Nacional de Radio, las voces de sus más entrañables familiares, amigos y discípulos describieron la impronta dejada por Julio en sus vidas y profesión.
Entre ellos, José Pepe Rodríguez recordó que al llegar muy joven a Radio Progreso, Julio Batista le tendió “su mano franca” y lo acompañó siempre como un padre en los momentos más complejos de su vida.
“Era un maestro; de él aprendí lo que es la profesión. Dejó su saber y su personalidad en la historia de la radio. Nunca dejaré de agradecerle todo lo que le debo como radialista”, expresó.
Desde una vivencia más íntima, familiar, Caridad Martínez, reconocida directora de programas en la radio cubana, habló de su larga y hermosa hermandad con Julio, la cual comenzó en los años de la década del ´60. Además de detallar su calidad como actor, director, guionista e innovador al ser una referencia del radiodocumental en la isla.
“Con Julio todo era posible. Como formador, es un ejemplo para las actuales generaciones del medio radial. Siempre pude contar con su apoyo y sus conocimientos. Era mi familia más cercana, así como lo soy para sus hijos,” reconoció Martínez visiblemente emocionada.
Para Manuel Andrés Mazorra, Julio Batista siempre fue “un joven entusiasmado y entusiasmando a quienes le rodeaban”. La amistad entre ambos se remonta a los años 60 del siglo XX cuando coincidieron en Radio Rebelde y en un programa sobre temas económicos.
Asimismo, resaltó la labor de Batista en el muy célebre “Puntos de vista”, el programa que siempre realizó “con gran honestidad, valentía y cercano al sentir de la población y sus problemas cotidianos. Los oyentes creían en él, en lo que con su voz denunciante lograba”.
Igualmente, habló del programa “Nuestro José Martí” —escrito y dirigido por Julio desde 1990—. Este “sembró cátedra en la radio cubana debido a su contenido patriótico, educativo y porque reflejó ese amor que sentía por Martí. Porque era un estudioso enamorado de los ideales del Apóstol y de su trascendencia”.
En sus palabras finales, Mazorra señaló que al depositar las cenizas de Julio en La Fragua Martiana “lo dejaremos sembrado en este lugar que amó profundamente. Aquí florecerá”.
Desde su experiencia cuando era un joven oyente de los agudos comentarios de Julio en Radio Progreso, Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la Unión de Periodista de Cuba, evocó la influencia que recibió de él a través de “Puntos de vista”, una realización que determinó el futuro periodista en que luego se convirtió.
“Recuerdo su voz tan distintiva así como sus ideas que fueron decisivas para enamorarme del periodismo y de Martí. Julio es un símbolo de cubanía, muy necesario en estos tiempos tan difíciles que afrontamos”.
Igualmente, Ronquillo enfatizó que “hoy despedimos al más martiano de los periodistas cubanos y a uno de los grandes referentes de la prensa; por ello resulta muy simbólico que descanse aquí”.
A nombre de sus hijos, Oneida Hernández, locutora y actriz, confesó no estar preparada para la muerte de Julio. Él seguirá siendo mi amigo y familiar más querido.
Hernández narró la experiencia vivida al lado de Batista desde 1950 como su primera esposa, madre de su hijo Julio y compañera por largos años en buena parte del intenso quehacer radial que juntos protagonizaron.
“Julio vivió como pensó y hacía lo que preconizaba. Era martiano hasta los huesos. Me considero su alumna, su amiga y, en los últimos tiempos, un poco también su madre”.
Finalmente, agradeció a todos los que acudieron a acompañar la sencilla ceremonia, organizada para depositar las cenizas de Julio Batista en los jardines de La Fragua Martiana.
Un largo aplauso fue la despedida de todos al querido maestro. Porque al decir de José Martí “La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes”.
Imagen de portada: La actriz, locutora y compañera de labor de Julio, narró emocionada sus intensas vivencias al lado de quien considera su familiar más querido. Foto: Gilda Fariñas.