ENTREVISTA

La libertad es una mujer llamada Patricia

La libertad es una mujer que ha conseguido liberarse porque descubrió que la belleza no estaba en la bandera sino en el arte y la creación; la libertad es una mujer llamada Patricia Ariza que desde el arte en Colombia construye la paz total junto a las olvidadas y los ninguneados de su tierra

—¿Esos árboles volverán a nacer? —y señala una fila triste de árboles muertos.

—Espero que sí —

Patricia Ariza, lo rojizo del pelo que sobresale sobre la blusa blanca, mira en ese instante una imagen algo triste, un pequeño fragmento del Parque Histórico Militar San Carlos de la Cabaña que no le hace justicia. Es poco más de las cuatro y se encuentra cansada en una tarde de viernes en la 31 Feria Internacional del Libro de la Habana. Justo en una esquinita cerca de la Sala Guillén me dedica cinco minutos, solo cinco contados y advertidos por sus acompañantes).

—Me siento cansada— recalca a modo de disculpas, y quien se siente mal en ese instante soy yo, por la impertinencia de insistir tanto para volver a contar cosas que quizás ha dicho demasiado, por la hilera de árboles mustios y sin vidas a las que he llevado a contar en síntesis un poco de su amor por Cuba, el arte, la vida y la paz.

—Ha hecho referencia de su visita a Casa de las Américas, ¿Cuánto puedo haber influido conocer a Haydée Santamaría?

—Tuve el privilegio de conocer a Haydée Santamaría. Estaba muy jovencita cuando la conocí y me impresionó ella tan fuerte y tan poderosa. Tan convencida. No había conocido personas así. Cuando murió me afectó enormemente. Fue maravillosa la visita a Casa de las Américas fue maravilloso porque vine con Santiago García y pude conocer a varios escritores, artistas, creadores. Cuba había citado no recuerdo qué encuentro internacional. Y entonces tuve esa oportunidad. Me impresionaron las personas que conocí aquí en Cuba. Haydée Santamaría, Chiki Salsamendi, Marcia Leiseca, Vicente Revuelta, Raquel Revuelta, el Teatro Escambray. ¡Una cantidad de gente! Conocí una parte fundacional de la Revolución”.

Al hablar se percibe una emoción al centro de Patricia Ariza, la dramaturga; Patricia, la poeta; Patricia, la dadaísta y fundadora de Teatro la Candelaria; Patricia, la sobreviviente al genocidio al partido Unión Patriótica. Su esencia pudo ser “el miedo intacto de salir” de la niña escondida tras la ventana que presenta en la poesía “Mi Casa” del libro Hojas de papel, Volando. Pudo haber sido el miedo la emoción predominante en esta mujer, el material con que construyera su obra, pero hay algo más allá del temor lógico a la muerte —en especial cuando, al igual que Haydée Santamaría, ve ser asesinados a tantos amigos y seres queridos— y es la temeridad y la valentía que da la sobrevida. La temeridad y la valentía de reconocerse vivas y con la misión de contar la tragedia a través del arte (o desde la promoción del arte). El afán fundacional es anterior, en cambio. Da cuenta de ello la creación del Teatro la Candelaria junto a Santiago García en el año 1966.

—Era también la época —confiesa—. Éramos capaces de mover el mundo. Y lo movimos, por supuesto. Entonces el Teatro La Candelaria es el ejemplo de una persistencia asombrosa. No creo que haya otro grupo así en el mundo, había otro El Odín, pero lamentablemente parece que no sigue, eso me ha dolido en el alma. Entonces el Teatro La Candelaria sigue.

¿Quién era esta mujer? ¿Con qué barro se creaba y cambiaba a sí misma cuando la realidad, violenta y desgarradora, así lo imponía? Que esperaba la muerte como quien espera a un destino inevitable, y que aun así consigue escaparle. “Cuando el telón caía, al fin de cada noche, Patricia Ariza, marcada para morir, cerraba los ojos. En silencio agradecía los aplausos del público y también agradecía otro día de vida burlado a la muerte”, así cuenta Eduardo Galenao en El libro de los abrazos y a partir de su relato podemos verla a ella, caminar por las calles de Bogotá primero con un chaleco triste y feo, luego con sus manos de artistas transformaría en flores y llenaría de lentejuelas.
A Patricia Ariza le sentimos cuando escribe “El chaleco antibalas no sirve/ la pistola nueve milímetros no sirve/ el colt caballito 48 no sirve/ la miniuzi es chatarra vieja/lo único que sirve es la vida, hermano.

—¿Cómo fue transitar tanto dolor?

—Fue un momento muy oscuro del país también. Fue muy terrible, atroz, porque todo el tiempo estábamos en el cementerio, enterrando y enterrando gente. Y yo no sé, no nos íbamos del país. Una vez vine a Cuba como jurado del Premio Casa y me insistían mucho que viniera a acá. Sobreviví de milagro. Sobreviví a tres atentados. Y nada de eso es tan grave, lo que me pasó a mí como la muerte de los compañeros, eso fue lo peor, y el ostracismo al que fuimos sometidos. No nos volvieron a sacar en la prensa. Nos quitaron los presupuestos. Estuvimos sometidos a la estigmatización. Pero salimos de eso, salimos de eso luchando durísimo”.

Patricia Ariza burló a la muerte sin dejar de creer en la vida, el arte y el teatro. Sin permitirse no poetizar sus luchas y anhelos, sin dedicar el arte a su causa que es la paz y la equidad. Al punto de sentir el arte como un aliado imprescindible de la paz total. “Creo en las causas por las que lucho y por las que jamás daré mi brazo a torcer. Y creo con todas mis fuerzas en la paz de Colombia.”, dijo en diciembre de 2019 al recibir la medalla Haydée Santamaría.

De 2019 ocurrieron muchos cambios. La Covid-19 nos mantuvo en casa (a quienes tuvimos el privilegio de no necesitar salir), las desigualdades se ampliaron en su país y las juventudes colombianas protagonizaron un estallido social que sufrió la cruenta represión policial, pero resultó a su vez un acto de resistencia y esperanza. En 2022 fue electo como presidente Gustavo Petro acompañado con la vicepresidenta Francia Márquez. Patricia Ariza sería su ministra de Cultura. Uno de los primeros cambios fue el cambio del nombre del ministerio por otro más plural: Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes (Micasa)

—¿Qué cambia ahora?

—Hoy soy la ministra de Cultura. En el ministerio yo traduzco a la cultura, las artes y los saberes, el programa de gobierno. Cambiar, cambiar, debemos cambiar ese modelo donde las élites se apropian de todo. Y trabajar en función de lo popular, de la gente, de la gente que no ha tenido derechos, que no ha tenido acceso a nada. Entonces ellos van a ocupar ahora un lugar muy importante. Yo soy feminista y estamos en la época de la demolición del patriarcado —a veces es más difícil en las relaciones personales— pero estamos en esa época y vamos a ganar también.”

Al contrario de su poesía “Costuras”, la libertad es una mujer que ha conseguido liberarse porque descubrió que la belleza no estaba en la bandera sino en el arte y la creación; la libertad es una mujer llamada Patricia Ariza que desde el arte en Colombia construye la paz total junto a las olvidadas y los ninguneados de su tierra.

(Tomado de El Caimán Barbudo)

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