Existen varias formas de periodismo. Por ejemplo, para tratar el tema de los repartidores en bicicleta, la prostitución o la hostelería, el periodista puede entrevistar y recoger testimonios de camareras, riders, prostitutas; o puede buscar los datos oficiales, o extraoficiales o estimados, sobre el volumen de negocio de cada sector, los salarios, los beneficios, etc. Otra tercera opción sería buscar análisis de expertos, o de sindicalistas, o de empresarios del sector.
En este nuevo libro de la colección A Fondo, Más allá de la noche. Crónica de lo salvaje y lo precario, de Israel Merino ha hecho algo diferente a todo lo anterior. En tiempos en los que, como única defensa ante las fake news, se sacraliza la neutralidad y se presentan como modelo de periodismo los datos, los gráficos y las estadísticas, Merino nos trae un libro con corazón. No, no quiero decir que sea un libro ñoño o plañidero, sencillamente se va a la calle y nos relata con sentimiento, con sensibilidad, lo que ve y le cuentan. Parece sencilo, pero no lo es. Hay que saber ver, saber preguntar, saber escuchar y, por supuesto, insistir.
Nuestro autor se mete en las noches madrileñas y nos lleva a conocer a una camarera, un camello, una prostituta, un «relaciones públicas», un repartidor en bicicleta…
Estamos ante un ejemplo del llamado «nuevo periodismo», ese periodismo literario más desarrollado en Norteamérica y al que estamos menos acostumbrados en España. El propio Merino cita en algún momento a Gay Talese y a Ryszard Kapuściński, y, efectivamente, creo que el autor se alimenta de los dos. Con el sentido social de Kapuściński y la elegancia de Talese.
El logro de Más allá de la noche es conseguir presentarnos el mundo real, tan diferente del que aparece en los medios y el que nos cuentan los gobernantes. Así es como descubrimos que la famosa Ley rider que se aprobó para acabar con los falsos autónomos en esa profesión no se aplica, que el Salario Mínimo Interprofesional es una quimera en algunos sectores, que las ayudas durante la pandemia mediante los ERTEs no sirvieron en muchos casos porque los trabajadores no tenían contratos o los tenían por muchas menos horas, o que el Ingreso Mínimo Vital no funciona porque muchos de los que lo necesitan no saben cómo enfrentarse a la burocracia que se les exige.
Israel Merino nos da una patada y nos echa a la calle, a la de la noche madrileña, y más concretamente a la que está entre bambalinas, para que veamos la vida de esa gente que nos sirve las copas, nos trae la comida a casa o nos acompaña a los sitios de moda, y descubramos toda la mierda que no sale en las estadísticas ni en las ruedas de prensa ni en las portadas de los periódicos ni en los debates políticos. Y entonces es cuando nos sorprendemos al saber que los afters donde se siguen tomando copas al amanecer se legalizan con licencias de churrería, que las mascarillas en plena pandemia desaparecían a los dos metros de entrar en las discotecas (en las mismas que se sigue fumando quince años después de la prohibición) o que las escorts de lujo pueden ser las mismas que las del antro barato pero con una tarifa cuatriplicada.
Evidentemente, esto sólo lo podía escribir un periodista que sabe lo que es tener problemas económicos para acabar sus estudios, que se atrevió a montar un sello editorial independiente, queigual escribe crónicas literarias que novelas, columnas de opinión o reportajes en escenarios de guerra. El resultado es este libro, que tiene algo de todo ello. (Tomado de nocierreslosojos.com)