No es la excarcelación, tan esperada por tantas razones, lo que le hace justicia a la heroína Ana Belén Montes. La justicia que ella merecía al ser apresada y sometida a juicio habría sido el elogio a que era acreedora, y esa justicia es impensable en quienes la pusieron tras las rejas por más de veinte años, en condiciones de tortura sicológica: entre enfermas mentales gran parte de ese tiempo, con el propósito de quebrar su persona y su voluntad, lo que no consiguieron.
La justicia que ella merecía y merece pueden hacérsela —y se la harán de manera creciente– la historia y los pueblos. Cuba misma, que está en deuda con ella, podrá rendirle ahora los honores que se entiende que debía callar para no complicarle aún más la vida ante quienes se ensañaban en ella por su decisión de ser fiel a lo que entendió que era digno hacer, y lo hizo.
Más de una voz habló aquí de la puertorriqueña que por su cuenta y su propio camino sumó espíritu y grandeza de mujer a la entereza de los conocidos Cinco Héroes cubanos, cuya excarcelación este pueblo reclamó sin descanso con la guía del Comandante que lanzó aquel resuelto “¡Volverán!”. En ese reclamo de apoyo a sus hijos encerrados en cárceles estadounidenses —pero libres ellos por su conciencia— tuvo siempre el pueblo cubano el apoyo de una clamorosa solidaridad internacional.
Y la heroína tampoco ha sido liberada, sino excarcelada. Fue, es, otra alma libre por sus propias convicciones, y esa libertad nada ni nadie podía arrancársela. Nos llena de alegría saber que ya también ella está fuera de las ergástulas imperiales. Y que —aunque se respete el recogimiento y la privacidad que podría pedir, y a los que tendría derecho tras sus años de encierro forzado— el reconocimiento de los pueblos crecerá en torno a la actitud con la que ella desafió al mismo poder opresor que hoy sigue manteniendo a Puerto Rico sumido en régimen colonial.
Lo mucho que hay de pueblo digno en Puerto Rico y en Cuba, se sentirá insatisfecho mientras el logro de la excarcelación de la luchadora antiterrorista puertorriqueña y –de hecho– internacionalista, no la haya completado la independencia de la Antilla hermana. Esa es, para el pueblo cubano, una deuda abonada por las enseñanzas de José Martí y Ramón Emeterio Betances, enseñanzas que en aquella otra ala abrazaron Pedro Albizu Campos, Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda y otros héroes y heroínas a quienes rinde homenaje la conducta de Ana Belén Montes.
Es verdaderamente un motivo de inmensa alegría, pero sobre nuestra la heroína internacionalista quedan aún la amenaza permanente de los restantes cinco años de su condena con libertad condicional, y el rencoroso poder imperial es capaz de seguirse ensañando con ella, que por poco escapó de la pena de muerte.
Gracias por no olvidar a la compañera y renovarnos la esperanza. Por siempre Cuba y Puerto Rico.
Muchas gracias por este recordatorio a la compañera Ana Belén Montes