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Elogio a una biblioteca

Una ciudad sin memoria, sin un lugar que la preserve, atesore y enaltezca, no pasa de ser un caserío. Emilio Bacardí ―que tenía el Don bien ganado, más que por el dinero, por su recia pertenencia ciudadana, por su estatura de cubano―, lo supo enseguida. Y supo que las reliquias sagradas de la guerra, que la memoria del arte, que la experiencia filtrada en los libros, debía tener un sitio a su altura.

Tomó como compañera de vida a una chica nacida en Ti Arriba ―Oriente adentro―, con un apellido francés, de nombre Elvira. Los destinos nunca son casuales. La mirada de aquellos ojos veinteañeros seguramente le insuflaron oxígeno a su ya de larga andadura. Y aquella dama, que hoy a su vez nos mira desde un óleo antiguo, aquella que lo sobrevivió unos años, que cambió alguna vez el Poción de su esposo por el Pociona ―como clave de guerra en la ardorosa lucha por la independencia―, demostró no ser menos y acabó haciendo posible los sueños que forjaron juntos.

El Museo Emilio Bacardí y su Biblioteca, son algunos de esos monumentos que ellos forjaron y que hoy nos siguen tocando.

El Museo Bacardí y su Biblioteca fueron monumentos forjados por Don Emilio Bacardí Moreau y su esposa Elvira Cape Lombard. Imagen: Cortesía del autor

Los años permiten distinguir la valía de un gesto, despejar cualquier bruma, acrisolar los propósitos. Emilio Bacardí Moreau (1844-1922) y Elvira Cape Lombard (1862-1933), pudieron dedicar su peculio al ámbito personal; mas se trataba de gente de estirpe, de gente de compromiso. Santiago de Cuba ha de agradecerles hondamente su interés por engrandecerla.

Romperemos una tradición asentada ―no sé en cual tratado―, de festejar especialmente los aniversarios cerrados. Esta vez se trata de conmemorar el 59 aniversario de que la Biblioteca Elvira Cape fuese trasladada del inmueble del Museo Emilio Bacardí al monumental edificio que hoy ocupa en Heredia 259 ―otrora Sociedad de la Colonia Española―, y que le permitiera crecer no solo en espacio, sino también en organización y asesoría técnica, en ordenamiento y relevancia sociocultural, en acceso público y modernidad.

“Los años permiten distinguir la valía de un gesto, despejar cualquier bruma, acrisolar los propósitos”.

¿Cuántos nombres, cuántos esfuerzos están vinculados a estos años, a sus salas y servicios? Donde se escriba biblioteca, ha de escribirse nobleza. Donde se escriba libro, grandeza. Cuando se entrega un libro, se entrega más. Loor a las manos que depositan un libro en las manos de su semejante.

Nací rodeado de libros, crecí con ellos, incluso un día me aventuré, me atreví a envolver mis palabras en algunos de ellos. Recuerdo como me desvelaba en aquellas tardes de mi niñez, en la bendita hora de la siesta. Y como en el insomnio, empecé a explorar la habitación, como abrí la prohibida mesita de noche de mi hermana, como varios libros apretujados en tan pequeño espacio… se desparramaron.

“Donde se escriba biblioteca, ha de escribirse nobleza. Donde se escriba libro, grandeza”. Imágenes: Tomadas de Claustrofobias.

Al principio me acerqué a ellos con rabia, con unos deseos irrefrenables de lanzarlos contra la pared, de rasgarles sus hojas, de vengarme; pero la curiosidad pudo más. Y sin darme cuenta, el Capitán Nemo, Sandokan, Alicia, la de las maravillas y Guille, el de las aventuras de Dora Alonso, me secuestraron para siempre.

Martí lo dijo, de ese modo que tenía el genio de Paula después de lo cual es difícil decir más: “Los libros sirven para cerrar las heridas que las armas abren (…) sirven para construir pueblos con los escombros que la piqueta revolucionaria ha echado a tierra (…) encienden lo escondido (…) sacan a la luz lo oscuro (…)”.

Cada capítulo de la historia de la Biblioteca Elvira Cape ―convertida con los años en la segunda depositaria del fondo bibliográfico del país―, ha tenido sus haceres y sus protagonistas. Sean generosos: permítanle a este palabrero, un pequeño espacio para presumir de los lazos que le han ligado, de diversas maneras, a la gente de esta institución.

“(…) esta Biblioteca ha escrito, inscrito, en sus 123 años, toda una hazaña coral”.

Ahora mismo, escribe de corrido, se despereza, se reinventa, bajo el liderazgo de su actual director, el doctor Giraldo Setién Álvarez, quien dice ―y dice bien― que “una biblioteca debe irradiar cultura, valores, humanidad”.

La Biblioteca Elvira Cape es un latido en la fibra misma de Santiago de Cuba. A solo unos pasos de la casa donde nació aquel que buscó “las palmas deliciosas” en la garganta inmensa del torrente, José María Heredia; mirando hacia la Catedral, donde se forjó parte de la música cubana. Y lo mejor, sirviendo al presente, preservando el pasado, y naturalmente, atisbando el futuro.

La Biblioteca Elvira Cape, que es “un latido en la fibra misma de Santiago de Cuba”, se ha convertido en la segunda depositaria del fondo bibliográfico del país.

Tengo la certeza de que si Doña Elvira y Don Emilio, entraran ahora mismo de la mano ―imaginémoslos―, tendrían una sonrisa de satisfacción, porque esta Biblioteca ha escrito, inscrito, en sus 123 años, toda una hazaña coral.

Si, como dijo El Maestro, “los libros consuelan, calman, preparan, enriquecen y redimen”, solo queda agradecerles a ustedes, a los que pensaron este sitio, a los que defienden esta idea. Gracias por consolarnos, calmarnos, prepararnos, enriquecernos, redimirnos.

Y algo más, ya sé que es una petición exigente, profunda; pero imprescindible: no desmayen. Esta ciudad, este país, los necesita.

“(…) Gracias por consolarnos, calmarnos, prepararnos, enriquecernos, redimirnos,

(Tomado de La Jiribilla)

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Reinaldo Cedeño
Periodista, poeta y promotor cultural. Ha ganado en dos ocasiones el Premio Nacional de Periodismo Cultural. Premio Latinoamericano de Crónicas (Portal Nodal Cultura, 2016). Creador del Concurso Caridad Pineda in Memoriam de Promoción de la Lectura. Entre sus libros: El hueso en el papel (Editorial Oriente, 2011), A capa y espada, la aventura de la pantalla (Fundación Caguayo-Editorial Oriente, 2011), Poemas del lente (Hermanos Loynaz, 2013) y La noche más larga. Memorias del huracán Sandy (compilación, Ediciones Santiago, 2014 y 2015). Actualmente es redactor-reportero de la emisora Radio Siboney, miembro del Consejo Nacional de la UNEAC y vicepresidente del Comité Provincial en Santiago de Cuba. (Santiago de Cuba, 1968)

2 thoughts on “Elogio a una biblioteca

  1. Cómo todo lo que escribe Reynaldo nos deja una magistral disertación sobre ese icónico matrimonio, orgullo de nuestra ciudad y de nuestro país

  2. Buenas tardes, le he enviado a vuestro Concurso mi trabajo en reiterados envíos, me dan Acuse Recibo de mis datos, no así de mi trabajo
    Saludos
    Roger

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