Allí donde no llega el Estado (doy fe, que lo he visto en mi pueblo de los montes orientales de Granada: Gobernador) se encuentra Amazon o Facebook. Un monopolio sin escrutinio púbico, sin fiscalización y mayor músculo que el Estado que explota los datos personales y amenaza la economía local en España de en torno al 78% de la actividad: el verdadero tejido de la economía real, compuesto de pequeñas y medianas empresas. Amazonlandia es, como comenta Renata Ávila, una expresión del nuevo brutalismo tecnológico, el sueño húmedo de la corporación total, de los discípulos de Ford que anhelaban un ejército de simios amaestrados como trabajadores, hoy, paradójicamente, so pretexto de una nueva economía creativa. Amazon se ha convertido en el McJob de nuestro tiempo, el trabajo basura, la rapidez mutada en la muerte del trabajo digno. Pero el viejo topo de la historia avanza y la lucha de clases se activa.
El programa Joint Enterprise Defense Infrastructure (JEDI) del Pentágono para la creación en la nube de una red de inteligencia del Departamento de Defensa requiere el colaboracionismo de AMAZON, como ya hicieran antes con la CIA, pero en la lucha entre los oligopolios la contradicción es cómo competir con Microsoft. Problemas de la economía de guerra en el capitalismo de la falsa competencia que se agudizará con el 5G y que está en el trasfondo de la ciberguerra contra China.
La UE, dependiente de Silicon Valley
Ahora pensando como pensamos desde el Sur de Europa, cabe dudar si la apuesta de la UE por el 6G vaticina otro futuro distinto o, visto lo sucedido en Ucrania, si avanzamos hacia la extinción como actor político y espacio de integración. Primero porque la postura de la Comisión Europea es irrisoria y no solo por los comisarios que lideran acciones contra los GAFAM -véase el caso de Thierry Breton, ex presidente de France Telecom- sino por la propia arquitectura del proyecto de integración. Más allá aún de la coyuntura política y el laberinto en el que está la UE, que ha renunciado a la soberanía tecnológica, es hora de cuestionarse, como hace Helmut Rose, el aceleracionismo tecnológico de la Smart city, la videovigilancia y programación total. Del teletrabajo y la pizarra electrónica al consumo telemático o el comercio electrónico, por no hablar de la agricultura high-tech, Europa ha comprado, en lo civil y militar, un modelo o matriz que termina por instalar como núcleo de desarrollo la total dependencia de Silicon Valley. Mientras, la CNMC amaga con multar a las compañías privadas restringiendo el margen de actuación de las plataformas que operan desde otros países sin tributar. Un gesto sin contenido real, porque la nueva Ley Audiovisual liberaliza aún más el campo de los medios para Atresmedia y MEDIASET permitiendo lo que ahora de hecho sancionan: vía libre para la publicidad irrestricta mientras llevan al Supremo la limitación de los anuncios del Ministerio de Consumo. No saben de salud pública, son un virus tóxico pues en su ADN no está la libertad, sino la recompensa. Pero nosotros sí sabemos que la patronal digital es tal por el dedo en el ojo que nos hace perder la vista.
En definitiva, si Jeff Bezos tuvo una visión, la Casa Blanca una cosmovisión. La UE dijo tener una Sociedad Europea de la Información, pero fue Al Gore y el Departamento de Comercio quien diseñó la agenda para la acción de Bruselas. La misma progresión lleva Elon Musk de TESLA y la Meta que nos mata. De nada servirán campañas navideñas de lavado de imagen. AMAZON es la muerte del comercio local, la liquidación de los derechos laborales, el monopolio que arruina la industria cultural local, el capital que no tiene memoria ni ética ni norma que cumplir: salvo la de convertirnos en esclavos de su PRIME, una suerte de SUPBRIME continuo y permanente. Paradojas de la historia.
(Tomado de Mundo Obrero)