En 1935 aparecía, con el sello de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, una compilación de textos de José de Armas y Cárdenas (Justo de Lara). Llevaba el título de 35 trabajos periodísticos, y era el volumen inicial de la serie Grandes Periodistas Cubanos con la que dicho Ministerio quería sumarse a la celebración del Día del Periodista, instituido en Cuba por Decreto-Ley 172 de 23 de agosto de ese año, y destinar lo recaudado por la venta de sus ejemplares a engrosar los fondos de la Caja del Retiro Periodístico. La fecha se celebraría cada 24 de octubre, en recuerdo a la aparición del número inicial del Papel Periódico de La Havana.
Era lógico que esa serie editorial se iniciara con la obra de una figura como Justo de Lara, ya que fue entre nosotros el periodista con mayor devoción a su oficio, escribe el ensayista Félix Lizaso en la introducción del volumen. Añade: “Por su enorme cultura y su don de ver lo esencial en hombres y libros, las páginas salidas de su pluma han llevado en sí el sello de una perfección no común, que es decir perdurabilidad”. Artículos que dio a conocer inicialmente en periódicos y revistas conforman, como norma, los libros que publicó que son, sin embargo, de valor permanente porque fue un hombre que, con la rapidez del periodista escribió páginas que eran fruto de largas meditaciones y lecturas. Si José Martí es el gran periodista cubano del siglo XIX (y después) Justo de Lara es, en Cuba, el gran periodista profesional de su tiempo, advertía Cintio Vitier.
El volumen de la serie de Grandes Periodistas Cubanos se inicia con el primer artículo que dio a conocer Justo de Lara. Se titula La locura de Sancho, apareció en La Nación, de La Habana, y pese a los 16 años de su autor, se le vio como la revelación de un nuevo crítico por su independencia de juicio, la erudición y el conocimiento perfecto del asunto. Como una curiosidad incluye la obra las últimas cuartillas que escribió Justo de Lara, dos días antes de su muerte; un comentario sobre el libro La ocupación de la República Dominicana y el derecho de las pequeñas nacionalidades en América, de Emilio Roig de Leuchsenring, texto que quedó inconcluso.
No tiene 35 trabajos periodísticos de carácter antológico. No es una selección de los mejores artículos de Justo de Lara; son 35 trabajos que pudieron hallarse con mayor facilidad, precisa Lizaso. Esa particularidad, ese carácter no antológico, va a repetirse en los restantes volúmenes de la serie que se cierra, hasta donde conoce este cronista, en 1957 con el título Mi linterna mágica, de Aniceto Valdivia (Conde Kostia), volumen 14 de la colección.
Se impone decir enseguida que el hecho de no tratarse de antologías, no resta valores a la colección que pone en manos del lector textos que por su dispersión, perdidos a veces en periódicos y revistas olvidados, son de muy difícil acceso. ¿Dónde encontrar hoy con facilidad textos de la mayor parte de los periodistas incluidos en la serie? Sin contar que algunos de esos títulos recolocaron a sus autores en el panorama de la cultura y el periodismo que los había dejado en el camino.
Tal es el caso del dedicado a Pablo de la Torriente, el más voluminoso de todos con casi 600 páginas, prácticamente su obra periodística completa, que incluye desde las crónicas sobre la lucha contra Machado hasta las dedicadas a su estancia en España, en días de la guerra civil, sin olvidar Guajiros en Nueva York, la crónica que le valió, ya muerto, el Premio Justo de Lara.
Por cierto, en Pluma en ristre, publicado en 1949, la introducción y selección de textos estuvo a cargo de Raúl Roa, Director de Cultura, y la semblanza biográfica de Pablo es de Guillermo Martínez Márquez, en tanto que el prólogo es de Carlos Prío Socarrás, entonces Presidente de la República.
Forman parte de la serie, aparte de los ya mencionados, autores como Juan Gualberto Gómez (Preparando la Revolución), Manuel Márquez Sterling (Doctrina de la Repùblica), Gastón Mora y Varona (Espiritualidad y civilización) y José Martí (Trincheras de papel). Títulos numerados del 2 al 5.
También, del 6 al 13, Rafael María Merchán (Patria y cultura), Pablo de la Torriente Brau (Pluma en ristre), Manuel Sanguily (Brega de libertad), Enrique José Varona (Artículos), Emilio Bobadilla (Artículos periodísticos), Antonio Bachiller y Morales (Galería de hombre útiles) y Miguel de Marcos (Itinerario).
Esfuerzo este, el de la colección de Grandes Periodistas Cubanos que merece la pena retomarse y darle continuidad. Todo un reto, dada las limitaciones económicas actuales, para la editorial Pablo que debe asumirlo.