Como era de esperarse, este jueves (3), el mundo volvió a rechazar el cruel bloqueo a Cuba, indescriptible e indefendible política que el imperialismo norteamericano mantiene contra la isla socialista caribeña desde hace más de seis décadas.
Cabe mencionar en primer lugar que la votación fue abrumadora, con 185 países votando a favor de la Resolución presentada por el Gobierno Revolucionario cubano. Solo su aliado incondicional, el estado sionista de Israel, siguió a Estados Unidos en votar en contra. Brasil bajo el gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro, derrotado en las elecciones presidenciales por el amigo de Cuba Luiz Inácio Lula da Silva, y Ucrania, país lacayo de Estados Unidos y la OTAN, se abstuvieron.
La victoria de Cuba, que se ha repetido por trigésima vez consecutiva en Naciones Unidas, demuestra cuán justas son las razones de este país, que se destaca en la comunidad internacional por su apego a la libre determinación, por la justicia social que practica en su territorio y por la solidaridad internacionalista con los pueblos del mundo.
La semana pasada publicamos en este mismo espacio nuestra opinión sobre el bloqueo y la votación que estaba a punto de realizarse. Allí se resumen nuestros puntos de vista sobre el bloqueo y sobre la resolución presentada por Cuba.
Al asociarnos a este nuevo triunfo político y diplomático de Cuba, queremos ahora resaltar brevemente una característica de la acción diplomática cubana, como reflejo del talante revolucionario de su pueblo, el Gobierno Revolucionario y su Organización de vanguardia, el Partido Comunista.
En el discurso del canciller cubano Bruno Rodríguez, además de un argumento denso y profundo en el que se exponen claramente las razones cubanas para exigir el cese del bloqueo, se escriben con letras de oro los principios de la ética e ideología marciana y socialista, que encontraron su máxima expresión en el sermón del invicto Comandante Fidel Castro.
Fidel fue un líder que contribuyó de manera destacada a amplificar la voz del pueblo cubano en el mundo y, al hacerlo, expresó también los anhelos de toda la humanidad por la vigencia del derecho a la libre determinación y el ejercicio de la solidaridad entre los pueblos. . “Patria es humanidad”: esta idea original se hizo eco en la imponente sala plenaria de la ONU.
También se hizo eco de la épica lucha del pueblo cubano contra el imperialismo norteamericano, que intentó y pretende por todos los medios estrangular a la nación, lucha en la que este pueblo siempre ha estado unido a los pueblos hermanos, oprimidos y golpeados por la misma potencia imperialista.
El triunfo de Cuba contra el bloqueo es un paso indispensable para abrir nuevos caminos al desarrollo económico y social del país, que se encuentra inmerso en la gran batalla transformadora por mejorar el modelo económico, bajo la dirección del Partido Comunista de Cuba.
La nueva generación al frente del Partido es heredera de las mejores tradiciones revolucionarias y está en condiciones de llevar a cabo la actual empresa porque está imbuida de la firmeza ideológica que siempre prevaleció en el país en la época de la Revolución. El imperialismo yanqui siempre ha albergado la ilusión de derrocar al Partido Comunista y al Gobierno Revolucionario. Fracasó, incluso en el momento más agudo cuando en el mundo se consideraba una virtud de capitulación.
No puedo olvidar ese momento en que, a principios de la década de 1990, la contrarrevolución hizo estragos en todas partes. Estaba de moda predecir que el socialismo en Cuba desaparecería en el “efecto dominó” del colapso de los gobiernos socialistas en los países de Europa del Este. Soldado y comandante de la lucha de las ideas, Fidel dijo a los periodistas boquiabiertos: “Cuba es el símbolo de la resistencia. Cuba es el símbolo de la defensa firme e intransigente de las ideas revolucionarias. Cuba es el símbolo de la defensa de los principios revolucionarios. Cuba es el símbolo de la defensa del socialismo” (…) “El pueblo cubano sabrá estar a la altura de su responsabilidad histórica”… “Y los que han cambiado de nombre, no sé a quién van a engañar ¡que! Imagínense que mañana cambiamos de nombre y decimos: Señores, el congreso aprobó que en vez de Partido Comunista de Cuba nos llamemos Partido Socialista de Cuba, o Partido Socialdemócrata de Cuba. ¿Crees que realmente mereceríamos un poco de respeto? Porque los que cambian de nombre son los que han cambiado de opinión o han perdido toda confianza en sus ideas, han perdido sus convicciones” (3 de abril de 1990, rueda de prensa internacional).
Valió la pena la lucha, siempre lo será. Este legado es valioso en el actual accionar del Gobierno Revolucionario cubano en defensa de los sagrados derechos de su pueblo en el escenario internacional.
En una coyuntura internacional diferente, pero no menos convulsa y amenazante, el Partido Comunista de Cuba y el Gobierno muestran una capacidad envidiable para conducir luchas complejas en condiciones adversas, bajo la inspiración de los principios fundacionales de su Revolución.
Cuba es un ejemplo edificante de que la ideología, la línea política, la estrategia y la táctica son inseparables.