El manifiesto interés de la Uneac por fomentar el pensamiento crítico en la apreciación de las propuestas artísticas encuentra no pocos inconvenientes que enfrentar, aunque existe el potencial intelectual para conseguirlo, tanto en los medios tradicionales como en los digitales.
Hoy no abundan las valoraciones críticas de las diferentes manifestaciones artísticas en la radio y la televisión, si bien ha aumentado la promoción de la mayoría de ellas, pero no en igual medida sobre los libros y la literatura.
La excepción es la crítica cinematográfica, gracias a numerosos espacios televisivos donde especialistas caracterizan el filme que se exhibirá, según la eficacia artística, las debilidades y el contexto donde se ha producido.
Existen numerosos programas radiales que reseñan sucesos culturales, describen valores de los acontecimientos sin argumentar, generalmente, las razones para los elogios.
Tanto en la radio como en la televisión predominan los musicales, donde no se incluyen comentarios que den elementos de las jerarquías artísticas que se difunden, mientras locutores y conductores ponen los calificativos sobre la calidad de lo que se escucha.
Las opiniones predominan en los programas informativos, promocionales, de difusión de las distintas artes; sin embargo, suelen ser para ponderar y raramente para señalar algún aspecto no satisfactorio de conciertos, exposiciones, puestas en escena teatrales o danzarias.
Mientras, apenas se mencionan libros y autores, salvo cuando sesiona la Feria Internacional. Hasta en el Noticiero Cultural, donde sí se exponen análisis valorativos de todas las manifestaciones, es notable la ausencia de la promoción del libro y la literatura.
Si a simple vista se aprecia que la presencia de las disímiles artes en la radio y la TV ha aumentado, también se nota la ausencia de juicios de valor como práctica habitual.
La crítica de la producción radial y televisiva, es decir, sobre los medios en los propios medios, resulta prácticamente inexistente pues se considera como autoataque que por muchos realizadores, cómo si estas plataformas comunicacionales no fueran públicas y requeridas de evaluación como las otras expresiones creativas.
En las redes sociales sí aparece una profusión de criterios sobre las ofertas televisivas, sobre todo las que causan inconformidad por diferentes motivos. Y también de otros programas culturales de gran repercusión nacional.
Es curiosa esa voluntad de participar de los destinatarios frente a la timidez de profesionales del periodismo cultural que parece relacionada con los conceptos en moda de la posmodernidad y su desconcertante proclama de que todo vale.
Cierto es que la crítica ha perdido carácter normativo, y su mayor posibilidad está en contribuir ofreciendo instrumentos para discernir acerca de las aristas que determinan las jerarquías artísticas, los elementos que distinguen a unas obras de otras, lo novedoso en los recursos que se emplean.
La propia Uneac cuenta con secciones de críticos e investigadores que mucho pueden aportar al necesario impulso del pensamiento crítico como factor indispensable frente a la neocolonización cultural que nos amenaza.
Los medios es el cuarto poder y puede resultar peligro.