Por los días del octubre más tenso que ha vivido Cuba, Eduardo Yasells Ferrer y Ernesto Pérez Shelton no se vieron, para nada. Santiagueros los dos, hijos por igual del año 1935, luchadores clandestinos y combatientes públicos, revolucionarios «sin cura», tuvieron que hacerse amigos, pero en ese tramo final de 1962 ninguno sabía del otro, a pesar de hallarse ambos en un mismo Oriente —¡para variar del calor!— de alta temperatura en lo político-militar, luchando cada uno a su modo, a apenas cientos de kilómetros de distancia.
Cuando se destapó la Crisis de Octubre entre Cuba, la Unión Soviética y Estados Unidos por la acumulación de amenazas de la Casa Blanca contra la Revolución, Yasells era reportero y corresponsal —con los años llegaría a ser su director y hasta Premio Nacional de Periodismo José Martí— de la revista Verde Olivo.
«Mi familia es de Santiago, allí estaban mi hermana y mi papá; ya mi mamá había muerto, y yo paraba en la casa, pero tenía la posibilidad de estar en las unidades, con “luz verde” para hacerlo, porque era algo autorizado por el mando. Después que pasó la crisis mandé mis crónicas a la revista, igual que hice cuando Girón, donde también estuve», afirma Yasells.
Su amigo Ernesto hacía Revolución en un carril paralelo: «Nos dejamos de ver —recuerda—, Yasells siguió la carrera periodística, y yo la militar; yo me quedé en el Ejército de Oriente y después, al otro día de haber sido derribado el avión espía yanqui, pasé al cuerpo de Ejército con el capitán Joel Chaveco y estuve al tanto de todo lo que tuvo que ver con ese derribo, con los militares soviéticos y ese tipo de cosas. Seguí la carrera militar, y después del cuerpo de Ejército fui al Ejército».
Pérez Shelton resume tal andadura en una frase muy honda: «¡Entonces somos hermanos! Nos conocemos desde la lucha. Cuando lo conozco, ya él era un dirigente, mientras yo, muchacho de filas, estaba en la Escuela de Artes y Oficios, un centro muy combativo de Santiago de Cuba. Yasells era del Instituto y participaba en la lucha, en las manifestaciones, aquí, allá…
«Cuando más hablamos —relata— fue cuando caímos presos en el Vivac de Santiago. Allí estaban otros compañeros de la Juventud Socialista, y a mí me estaban captando. Yo era secretario de prensa y cultura de la Asociación de Alumnos de la Escuela de Artes y Oficios. Y a él lo admiraba porque era dirigente del Comité Provincial de la Juventud Socialista, y después del Nacional. Nos hicimos íntimos, muy compañeros».
En 1959 triunfó la Revolución de ellos y de millones, pero no se veían. Pasaron casi treinta años hasta que se reencontraron en una esquina del Vedado, por las fechas de inicios de los años ’90 en que el periódico Granma publicó unas cartas cruzadas sobre la Crisis de Octubre.
Tan atento como el propio entrevistador, Yasells escucha el relato del hermano de los años: «Bueno, nos vimos y aquello fue: “Coño, Eduardo… esto, lo otro…”, el cariño, los recuerdos, y de lo primero que hablamos fue de los compañeros; de eso me acuerdo muy bien: hablamos de Félix Pena, un gran dirigente estudiantil y revolucionario de Santiago de Cuba, y luego guerrillero en la Sierra Maestra, que nos fue muy cercano.
«Empezamos a hablar y caemos en las cartas cruzadas: “¿Leíste?”, “Coño, ¿viste?”, “Oye…”, y nos contamos cosas, pero fíjate qué clase de historia. Por eso este libro nuestro tiene varias lecturas: lo que pasó en la 56 División y en las unidades vecinas, incluida la soviética, lo que pasó en el Ejército, y lo que estaba pasando en las Fuerzas Armadas Revolucionarias… ¡y en el mundo entero!
Pérez Shelton insiste en que la propia historia de Alarma de combate, el libro que hicieron juntos y ya va por cuatro ediciones, es la también historia de una casualidad: «Nos encontramos después de treinta años y cuando yo le empiezo a contar que estuve en lo del derribo del avión espía norteamericano U-2, en esto y en aquello, en lo de las unidades soviéticas y el carajo; él me dice, “No, pero es que yo estuve de corresponsal de guerra”.
«¡Fíjate tú, yo en toda la costa norte, donde ocurre esto, y él en una dirección no menos importante del Ejército, que es el sur, con la Base Naval de Guantánamo, con el centro político y el Gobierno! Allí en el sur estaba Raúl Castro con su estado mayor. Pues Yasells conoce todo eso».
Ahí fue cuando Yasells le preguntó a su amigo por qué no escribía un libro, si ya tenía hasta un diario. «Él me había contado —relata a Cubaperiodistas— que había publicado un trabajo en la revista Moncada sobre el cumpleaños del capitán Joel Chaveco, jefe de la 56 División de Infantería del Ejército de Oriente, el mismo día que derribaron el avión espía, y yo le dije “¡compadre, eso debe escribirse!”».
A la postre, acordaron hacerlo juntos. En principio sería titulado La participación de la 56 División, pero Fidel —siempre Fidel, en las cosas grandes de la patria— cambiaría sin saberlo tal bautizo con una frase: en una de las cartas cruzadas con Nikita Jruschov, el líder de Cuba le recordó al soviético que aquí hubo una sola alarma: ¡la alarma de combate! Así que el libro, aun sin letras, ya tenía nombre. Considerando las fortalezas de ambos, Eduardo y Ernesto hicieron un plan, organizaron la búsqueda de entrevistados y otras fuentes y se lanzaron juntos —como en sus días de adolescencia— a una aventura que se resume en este recuento.
Cubaperiodistas: Escribir a cuatro manos —¡si lo sabremos los periodistas!— es muy difícil. ¿Por qué cada uno confió en el otro para emprender esta tarea? ¿Qué sentía cada uno que el otro tenía para hacer factible este proyecto editorial, Alarma de combate?
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Solamente Yasells y yo podríamos hacerlo, otra gente no podría. Lo que pasó allí pudo haber pasado en cualquier otra unidad de las Fuerzas Armadas o con tropas soviéticas, pero lo característico para el libro era que entre el jefe de esa división y yo había un vínculo anterior, éramos muy amigos, y Yasells y yo lo éramos también. En mi opinión, eso fue lo que primó».
EDUARDO YASELLS: —Él me dijo: “Yo no tengo la experiencia, pero tú sí, que eres periodista”, y le respondo que él era el testimoniante principal, así que partiríamos de ahí. La idea inicial fue a partir de ese relato suyo, pero llegamos a la conclusión de que no podíamos quedarnos en lo que sucede en la unidad, sino que hay que hablar del acontecimiento general de la Crisis.
«Entonces Ernesto me confía la cosa de la búsqueda, porque yo tenía más experiencia en la investigación, en armar el texto, buscar los documentos y, bueno… lo que sí puedo decirte es que trabajamos con un rigor tremendo no sólo en la veracidad y en que la gente que seleccionamos diera realmente testimonios, sino en que no faltara ningún elemento.
«Ya tiene cuatro ediciones, y la tercera es la perfecta, podríamos decir, porque es donde se amplían los principales acontecimientos que tuvieron lugar después de la Crisis, en especial las tres conferencias tripartitas, muy esclarecedoras.
«Otra cosa importante es que entre nosotros no había, ni hay, ningún celo. A veces, cuando dos profesionales emprenden una obra así, hay cierta cuestión de que este es más brillante que el otro… aquí no: él no era periodista, pero era un gran testimoniante y confió en mí como el relator. Hubo una identificación desde el primer instante, aparte de la amistad, de lo que podía hacer cada uno».
Cubaperiodistas: El primer instinto de un escritor es separarse de lo ya escrito. ¿Qué nuevo sentían ustedes que tenían para ofrecer en este libro sobre un tema del que tanto se ha publicado?
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Partimos de que, si queríamos esa veracidad, esa exactitud de las cosas, no nos podíamos quedar con lo que dijera un testimoniante —en este caso yo, que llevé un diario—, porque era esencial lo que podían decir otros, como los capitanes Chaveco y Tato Salgado, que era el jefe de operaciones y que fue fundamental en todo lo relacionado con preparar esa división para el combate.
«En los días de la Crisis de Octubre era incipiente la formación de nuestra unidad de combate, pero en 1961, después de Girón, se había fundado el Ejército de Oriente como fuerza regular y luego comenzaron a llegar asesores soviéticos y nueva técnica, se organizaron escuelas militares y en la zona estaba Raúl Castro, que se reunía con todas las especialidades. Raúl era nuestro principal instructor político cuando incluso algunos jefes eran analfabetos. El libro tenía que hablar de todo eso».
EDUARDO YASELLS: —Sí, en medio de aquella situación, de las tendencias que había todavía hasta que no se logró la unidad completa.
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Este Tato Salgado es un hombre que, aparte de haber sido un compañero muy bravo en el Ejército Rebelde, fue uno de los primeros que pasó escuelas militares, tenía preparación, fue un hombre importante, a mi modo de ver, en la formación de la 56 División, y era uno de los hombres fundamentales de Chaveco, pero estaba también el jefe de estado mayor, Cortina… eran muchos compañeros valiosos».
EDUARDO YASELLS: —Ya ha fallecido la mayoría de ellos.
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Estaba también Jorge Sarmiento González, el jefe de inteligencia e información, otro compañero muy importante en cuanto a organizar la unidad. Nos propusimos no solamente hablar de la Crisis, sino de la unidad como formación tipo en las Fuerzas Armadas.
«Después se ha escrito otras cosas; por ejemplo, de cómo fue lo del derribo del U-2, y no estamos en contra, porque hubo más tiempo, más preparación, pero lo que contamos nosotros de cómo tumbaron el U-2 fue lo que nos dijo el comisario político soviético en aquel entonces. Pudo haber habido un problema de interpretación, de lo que fuera, pero eso fue lo que dijo. Después se ha aclarado que Gueorgui Alekseevich Voronkov ha dicho otras cosas, que no fue él quien tuvo que ver directamente con la orden, pero él nos lo contó como si lo fuera».
EDUARDO YASELLS: —Pasado el tiempo, hicimos un recorrido por el país, por donde estuvieron emplazadas las tropas coheteriles. Así vimos al teniente general Voronkov, jefe de la División Oriente de las tropas rusas en los días de la Crisis y quien años después recibiría aquí tratamiento por una pierna amputada.
«Entonces conseguimos su declaración directa. Fue muy objetivo, tú lees su relato y puedes ver que tiene mucho cuidado, habla con detalles de quiénes estaban en las piezas. No podía mentir. Hasta nos hicimos una foto a su lado».
Cubaperiodistas: Ustedes muestran un trozo de historia local que, curiosamente, es historia nacional e historia del mundo —porque el mundo pudo acabarse por ese pedacito de Cuba, como por San Cristóbal u otras partes—, entonces, ¿cuánto tienen que decir, en su opinión, nuestros pequeños pueblos y nuestras unidades anónimas de la Crisis de Octubre? ¿Cuántas novedades quedarán por contar?
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Muchas. Mira, yo le hice el prólogo de su libro a Oscar Larralde, un compañero de un batallón de nosotros, de la 56 División, pero un batallón aislado. ¡Oye qué clase de historia, te puedo prestar ese libro! Hice el prólogo a ese libro que se llama Crisis de Octubre. Península del Ramón, sobre un batallón que defendía un lugar donde todo es mar menos un pedacito y había un monte espeso. En vez de estar preparando ese batallón, junto con todas las demás fuerzas, para la guerra regular, lo entrenábamos para impedir el desembarco enemigo y que nos crearan una cabeza de playa.
«A ese batallón le prestábamos mucha atención; íbamos por allá y a veces veíamos guardias descalzos, ¡compadre!, y pensábamos dónde conseguir botas para mandarles, radios de pila que otros nos reclamaban. Pues mira, un reservista de allí, un muchachito que había sido joven rebelde, escribió la historia de cómo vieron la gente de Antilla y de ese batallón la Crisis de Octubre».
Cubaperiodistas: Yasells, usted que es Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la Obra de la Vida, y que tiene en su expediente la honra de la corresponsalía de guerra, ¿cuánto siente que representa para un reportero presenciar de cerca sucesos como la Crisis de Octubre?
EDUARDO YASELLS: —Yo estuve como corresponsal de Verde Olivo en lo que es la defensa de Santiago de Cuba, una ciudad que está dentro del arco de la Sierra Maestra. Eso es una singularidad para la defensa. Allí, acompañé al jefe del Ejército, el comandante Calixto García, combatiente del Moncada, en una visita a las unidades desplegadas en la zona esta montañosa aledaña a la ciudad, lo que es la zona de Siboney, Daiquirí… hasta Guantánamo.
«Se había construido una defensa tan sólida que, yo te digo, había capacidad de resistencia. Los yanquis no podían tomarla. La Sierra estaba atravesada por túneles que permitían el movimiento y despliegue bajo las montañas.
«Es un hecho muy singular: la movilización y el estado de alarma de combate en el país eran para las unidades militares, pero también funcionaban en las poblaciones, porque la gente no dejaba de trabajar. En medio de esa Crisis el país no dejó de producir, la gente no dejó de ayudar. De la ciudad llegaban víveres y cosas de la población para las unidades. Santiago era inviolable y en La Habana —ahí están las fotografías—, se veían las cuatro bocas en plena ciudad.
«Entonces, yo acompañaba como corresponsal a Calixto García el jefe del Ejército, en esa zona de fortificaciones, cuando él recibió una llamada. No me dio detalles, pero cuando le seguí con el fotógrafo y llegamos al lugar, ya era vox populi que habían tumbado un avión. Al principio no pude pasar; el primero en entrar fue el miliciano Abelardo Guerrero, a quien después entrevistamos, fíjate tú.
«Guerrero era vecino de ahí, de Veguitas, y al oír la explosión sale para allá con su fusil. Luego es fotografiado junto a restos del fuselaje; esa instantánea, la primera sobre el avión derribado, la toma el fotógrafo y cineasta Omar de Moya, corresponsal también, del Ejército de Oriente».
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Ese camarógrafo estuvo subordinado después a mí, y por eso pude obtener los negativos de esa película. Aprovecho para decirte que yo requerí a Omar de Moya porque, de doscientos pies de películas que teníamos, los gastó prácticamente todo. “¿Cómo a un avión derribado tú le vas a tirar todo eso?”, le recriminé, pero gracias a que lo hizo se tiene ese material».
Cubaperiodistas: Todo esto sucedía a la vista del ojo del águila que nos robó un nido en Guantánamo y que (im)puso allí su base naval.
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Sí, otra arista interesante es el papel de la Base Naval de Guantánamo, que Yasells domina mucho. Allí había preparativos para salir con fuerzas; estaba reforzada para atacar Santiago de Cuba».
EDUARDO YASELLS: —Yo estuve alrededor de la base, era una situación muy tensa. Ellos se reforzaron, nosotros teníamos puestos de observación, pero había que tener listas las tropas allí por una posible invasión. Esta situación no fue tanto en el área de la 56 División, sino en el sur de la provincia. Por eso, además de la 56, estaba la otra división, la 50. Eran dos divisiones élite, una en las proximidades de Holguín y la otra en las de Santiago de Cuba, pero el centro y occidente también tenían las suyas».
Cubaperiodistas: Ahora bien, ¿en qué medida ustedes ven que actualizar y reeditar este libro y comunicar esta historia constantemente, a lo largo de sesenta años, es una continuidad del compromiso personal que tuvieron con esa Crisis?
EDUARDO YASELLS: —Una cuestión importante está en las escuelas. Mi nieto más pequeño cursa ahora el séptimo grado; yo vi el programa, y vi los libros de texto, y no se informa mucho… no sé si después, en la universidad, pero hay que explicarles a los muchachos estos hechos, de forma amena. En el mes de octubre hubo cierta expectativa y la gente centró su atención en el tema, pero todavía para muchos jóvenes es una novedad.
«Nosotros como veteranos, cronistas de esa historia, quizás no tengamos ya la fuerza, el tiempo, pero sí pensamos que los que están hoy pueden hacer más. Yo, dentro de mis posibilidades, doy conferencias, hablo en mi circunscripción, voy a la escuela de vez en cuando y converso de estos temas.
«Sobre el libro, desde la primera versión teníamos ese compromiso de mejorar aquello; no quedarnos en la primera edición ni en la segunda. No podemos decir en absoluto que logramos el máximo, pero hubo una valoración, en la presentación en el Centro de Estudios Fidel Castro, de su director, René González Barrios, que nos satisfizo mucho. Él estudió el libro y lo ve como una síntesis excepcional de este hecho».
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Yo era militar. Seguí este asunto toda la vida; no con interés de publicación ni nada de eso, sino de saber, de hablar con los protagonistas. Mantuve mi vínculo con el capitán Joel Chaveco, un hermano para mí. Cuando, 30 años después, hicimos ese recorrido ya teníamos otra preparación: yo no era el instructor político de los tiempos del derribo del avión. Hicimos un periplo premeditado y empezamos a “capturar” a todo el mundo; por suerte, estaban vivos.
«Al cabo, ya yo había pasado la escuela de Matanzas, la Escuela Superior de Guerra, había estado en la Unión Soviética preparándome… sí, tenía una visión, y Yasells era un periodista todo superado. Así comprendimos cómo habrían sido los combates de haber desembarcado los americanos, dónde estaban las líneas de despliegue de la 56 División, dónde estaba el cohete tierra-mar que podía hacerle al enemigo un daño tremendo.
«¿La actualización del libro? No quisimos variar nuestro enfoque: la 56 División y las cosas que dijo Fidel. Otros autores escribieron cosas diferentes, porque se hicieron las conversaciones tripartitas. Fabián Escalante hizo su libro, Rubén Jiménez hizo el suyo, Tomás Diez escribió tremendo libro… pero todos analizaban las grandes cuestiones de la Crisis, mientras nosotros mantuvimos el ángulo de una gran unidad de las FAR, con sus características».
Cubaperiodistas: Abramos una ventana a aquel panorama. ¿En qué manera ustedes vieron en el Oriente de esa época la participación de todo el pueblo de Cuba, desde las grandes figuras del país hasta los patriotas desconocidos, en una gesta que rozaba el suicidio colectivo?
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Cuando el asunto del U-2 y el carajo, un grupo de campesinos se apareció con unos palos y con unas azadas preguntando dónde estaban los invasores. ¿Quieres cosa más más patriótica que esa? Hay una frase del Che, que no es del contexto de esa carta de despedida conocida, que dice: “Cuba toda se levantó como un Maceo”. ¡Es una idea tremenda!».
EDUARDO YASELLS: —Sobre lo que preguntas de la respuesta del pueblo: ¡Alicia fue a las trincheras! Alicia estuvo en el Ejército Oriental, en la unidad, en el batallón, como ha contado el compañero René Vallina Mendoza».
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Alicia estuvo en la 67 División, en la brigada de la frontera, y bailó en medio de la Crisis».
EDUARDO YASELLS: —La dirección del país brilló en pleno. Fidel era la figura; lo fue como Comandante en Jefe —con su postura, sus réplicas, sus declaraciones…—, pero ahí están las fotos de todos ellos reunidos, incluso con U. Thant, el secretario general interino de la ONU.
«Antes de la situación más aguda, Raúl, que era el jefe de una dirección muy importante de defensa, visitó en misión la Unión Soviética; el Che se reunió en Moscú con Nikita Jruschov con el mensaje de Fidel de que se dijera la verdad sobre el acuerdo militar; pero el pueblo vio además, activos, al presidente Osvaldo Dorticós, al canciller Raúl Roa en la ONU… ¡todos!».
Cubaperiodistas: Se ha escrito que las mujeres ocuparon, en las fábricas, el puesto de los hombres de la familia que estaban movilizados.
EDUARDO YASELLS: —Había movilizaciones en las trincheras y movilización en las fábricas, porque la gente iba a trabajar religiosamente como si la situación fuera normal. Lo hacía a sabiendas de los peligros, pero producía, se mantenía trabajando porque hacía falta comer, sostenerse, y entonces hubo una clara demostración de esa unidad que siempre ha caracterizado a los cubanos.
«Lo mismo había ocurrido un año y medio antes, cuando Girón. Al proclamar el carácter socialista de la Revolución, Fidel dijo: “¡Cada uno a su puesto de trabajo!”; esa era la concepción: no suspender las actividades. Así fue en el campo y en las ciudades; yo me di algún salto a La Habana y veía aquí a la gente trabajando normalmente. Santiago de Cuba era un hervidero, pero no dejaban de producir».
Cubaperiodistas: No, no se perdió, como ustedes dicen, la producción, pero por lo que he leído, tampoco se perdió la alegría de los cubanos, ¿cómo se manifestó?
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Así mismo: con Alicia en la 67 División, pero ese no era el único ballet. Alberto Alonso se presentó con Sonia Calero, una bailarina muy exótica que estuvo en una de nuestras unidades en la que había también soldados soviéticos. Era una rumbera; yo fui y la vi bailar allí, pasados los días más tensos.
«Era una mujer hermosa, muy coqueta con los guardias. Llegó a decir que sabía por qué faltaban ciertas cosas en las ciudades: “porque todos los hombres lindos están aquí en la guerra”. ¡Imagínate lo que era escuchar aquello, así sudados y todo como estábamos!».
Cubaperiodistas: ¿Cómo, en medio de tantos movimientos y sobresaltos por todo el país, el muy hablador pueblo cubano contribuyó a preservar la discreción militar?
EDUARDO YASELLS: —Ese es un punto significativo. Vivíamos un secreto sottovoce: había una movilización, el peligro de una guerra nuclear, se veía el movimiento de los rusos cuando se desplazaban… y nadie hablaba.
«Mi familia vivía en Santiago, en las cercanías del cementerio, y cerca de allí había una unidad soviética. El movimiento se hacía de noche, sin embargo, la población sabía de los rusos, quienes evitaban el contacto con la gente. Se hizo cotidiano el paso de los jeeps, por ejemplo, que venían en busca de algo. Es decir, la población sabía que estaban instalados aquí, que había tropas, y eso era igual en todo el país, pero entre todos mantuvieron el secreto.
«Decía Fidel que hubo dos grandes operaciones donde se respetó un secreto absoluto: durante la Crisis de Octubre y en la Operación Carlota. Las dos fueron grandes movilizaciones que pusieron a prueba la discreción de ese cubano al que le gusta comentar, pero también callar cuando hay que hacerlo. Es el resultado de la educación».
Cubaperiodistas: Mirando en perspectiva, ¿cómo sienten que, a lo largo de sesenta años, su libro dialoga con el cúmulo de publicaciones, miradas, aristas, firmadas por otros?
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Mira, nosotros respetamos lo que ha escrito toda la gente. Por ser Yasells y yo quienes somos, y eso que nos une, no hubo nada, nada que saliera de la Crisis de Octubre que dejáramos de hablar, de llamarnos: “Oye, esto…”. Siempre estuvimos actualizados de lo que estaba pasando, siempre. Imagínate, después yo estuve en Holguín, y allí estaba el regimiento soviético, porque después de que se resuelve la Crisis permanecen algunas tropas: el regimiento de Holguín entre ellas.
«En efecto, el historiador René González Barrios, que los ha leído todos, dice que Alarma de combate, nuestro libro, tiene la singularidad del testimonio que no recogen otros, que pueden ser libros de tesis.
«Hay una anécdota: Alberto Alvariño nos llamó en la segunda edición y nos dijo que preparáramos un libro para mandárselo a Fidel y otro para Raúl, y que les hiciéramos una carta. Nos reunimos para hacer esas cartas, se les mandaron los libros y, días después, Alvariño nos llamó y nos dijo que el Jefe había pedido otro.
«Nosotros, bueno, soñamos con que Fidel quiso hacerle un obsequio a alguien porque ya le habíamos mandado uno a él, y lo mandó a pedir. Si el Jefe hubiera tenido alguna observación, de seguro nos la hubiera hecho y, según nos dijo Alvariño, lo que hizo fue preguntar por nosotros, de nuestra salud, de cómo le dice: “No, son dos viejos, imagínese usted”, “¿Pero tienen problemas y eso?”, “No, Comandante, no tienen problemas…”».
Cubaperiodistas: Alarma de combate es quizás un libro más periodístico que otros…
EDUARDO YASELLS: —Más periodístico. Es un reportaje recreado que ofrece las lecturas que te comentábamos y el análisis que las conecta. René González Barrios calificó nuestras conclusiones como lo más completo que ha leído. Así lo dijo él, que es académico; no lo diría gratuitamente».
Cubaperiodistas: Holguín y el libro atesoran en particular la historia del derribo del avión espía U-2…
EDUARDO YASELLS: —Queríamos seguir la historia del mayor Rudolf Anderson Jr., el piloto del avión norteamericano derribado en Holguín, así que hallamos, treinta años después, a Celso Pupo, el médico que embalsamó el cadáver. Pupo había sido doctor del central Boston —luego llamado Nicaragua—, de la United Fruit Company.
«En Antilla, era un médico sabihondo, un clínico de prestigio que se movía en toda la ciudad, y es el hombre que fueron a buscar para que conservara ese cadáver que, figúrate, era un amasijo de carne. Aparte de sacarle las vísceras, como nos dijo, tuvo que armarlo y coserlo.
«Hubo que buscar cómo trasladarlo, condiciones de refrigeración y moverlo primero a Antilla y luego a Santiago de Cuba, pero en noviembre el Gobierno Revolucionario satisfizo las gestiones d U. Thant a nombre de la familia y entregó el cuerpo, que salió de La Habana en un avión DC-4».
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Es nuestra tradición humanitaria; ya lo habíamos hecho con el cadáver del piloto de la CIA Frank Leo Baker, derribado mientras bombardeaba el central Australia, al inicio de la invasión a Playa Girón».
Cubaperiodistas: El mundo vive, de nuevo, bajo la sombra del arma nuclear, pero a diferencia del año 1962, cuando hubo un diálogo insatisfactorio, pero un diálogo al fin y al cabo, hoy todos amenazan, y casi nadie quiere conversar. ¿Será que los estadistas de ahora no han aprendido la lección de la Crisis de Octubre?
EDUARDO YASELLS: —Se reedita un tanto la situación de la presencia de cohetes rusos en Cuba con la presencia de armamento en Ucrania. Fíjate, ellos (Estados Unidos) hicieron todo porque sacaran de aquí los misiles soviéticos y, sin embargo, ahora tratan de hacer de Ucrania un polígono de armamentos y de amenaza.
«Las grandes potencias ponen sus líneas rojas; saben dónde dice peligro. Yo creo que los yanquis no están interesados en definir las cosas en una guerra nuclear porque saben que aquí no habrá ganadores ni perdedores. Lo sabe Putin también, lo saben los chinos.
«Los rusos están ahora un poco empantanados, aunque ellos dicen que no, que han logrado su objetivo, pero es que Occidente ha escalado la cosa e introduce armamento de última generación con facilidad. Debe irse a un arreglo, a unas conversaciones».
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Yo pienso que el fenómeno es más grande. Hay un evidente cambio y un acomodamiento de la situación del mundo, muy peligroso, muy, muy, muy peligroso, y cualquier cosa puede suceder».
Cubaperiodistas: Les propongo un ejercicio de imaginación: ¿Cómo sería hoy Cuba, en sus opiniones, si un pulso más firme de la Unión Soviética ante los yanquis nos hubiera permitido negociar con autoridad los Cinco Puntos de Fidel?
EDUARDO YASELLS: —La Crisis de Octubre, en el significado estricto, no se ha resuelto. No hay cohetes, no hay amenaza directa a Cuba, pero está latente la política de Estados Unidos de cerco, con otras modalidades.
«En aquel tiempo no había guerras de quinta generación, solo se ensayaban, empezaban a proyectarse. Ahora hay en Cuba segmentos de la población que responden al plan del adversario; tenemos una situación diferente, pero el mismo enemigo con igual objetivo y con propósitos más sutiles, difíciles».
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —Los dirigentes soviéticos fueron brutos. Y después vino Vladimir Putin: no fue Nikita Jruschov, fue Putin quien vino a discutir que se llevaba la base de Lourdes, pese a la importancia estratégica que tenía».
EDUARDO YASELLS: —Si se hubieran aceptado las condiciones de Cuba de respeto a su soberanía, no de que aceptaran “el régimen” cubano, sino de no atacarnos, los Cinco Puntos, yo creo que hubiera habido una normalización de relaciones con Washington en alguna medida, pero eso iba en contra de la política de Estados Unidos, que nos sigue viendo como espina atravesada. ¡Tú sabes lo que es a noventa millas de ellos hacer una Revolución!».
Cubaperiodistas: Entonces, ¿hasta qué punto la visión, ya legendaria, de Fidel en aquella época nos hubiera conducido ahora a una Cuba mejor si sus —tan nuestras— cinco exigencias hubieran sido satisfechas?
EDUARDO YASELLS: —Indudablemente tendríamos una Cuba mejor. ¡Oye, tú sabes lo que es el bloqueo que nos tienen…! Si hubiera habido una negociación, como planteaba Fidel, de respeto a la soberanía y no agresión, si tan solo nos dejaran existir, la situación hoy sería distinta.
«Claro, hay problemas, ineficiencias nuestras que no se tomaron en cuenta oportunamente, como esta crisis energética que ahora exige dinero».
Cubaperiodistas: Comparar puede ser injusto, pero es inevitable a veces. Asomado desde el libro a aquellos días uno puede preguntarse si ahora el pueblo cubano tendrá un heroísmo semejante al que manifestó en plena Alarma de combate, ante la Crisis de Octubre.
EDUARDO YASELLS: —Mira, no es la misma situación, hay que llegar a la conclusión de que la guerra mediática de quinta generación, muy bien pensada y muy bien montada, hace un daño terrible. Ellos apuestan a que, mientras más difícil sea la situación, la gente culpará al Gobierno. Ahora dicen que tenemos un Estado fallido: ¡fíjate adónde va la cosa!
«Hay una situación muy tensa en el país, que no es la misma de octubre de 1962, cuando había gran efervescencia revolucionaria y una unidad absoluta, independientemente de una minoría despreciable que no daba la cara. Ahora, cualquiera te dice al lado, en la cola, que va en contra del proceso.
«Los yanquis montaron esa plataforma para atosigarnos, cerrarnos, sin embargo yo pienso que vamos a salir de esto; soy optimista, pero indudablemente no hay aquella efervescencia».
Cubaperiodistas: Ahora, vamos a la conocida definición del Che de aquellos, los de la Crisis de Octubre, como «los días luminosos y tristes…» Es fácil intuir la parte triste del concepto, la tensión, la presión que había, en cambio, ¿dónde está la luz de esas jornadas, la parte luminosa de aquella situación?
ERNESTO PÉREZ SHELTON:
—Como combatiente y revolucionario, yo tengo mi visión de eso. Todo el mundo repite la parte poética de «los días luminosos y tristes…», pero yo veo la esencia de aquel pensamiento en la identificación del Che con Fidel en lo que él llama, en el mismo párrafo de su Carta de despedida, “ver y apreciar los peligros y los principios”. Esa es la gran definición que nos dio el Che.
«Otra cosa importante es la idea de Fidel de que el peor peligro que pasamos no fue el del exterminio nuclear, sino el de la claudicación.
«La parte luminosa es la actitud de todo el mundo, compadre. ¡De tantas cosas que el Che Guevara, ese hombre de otra galaxia, podía decir de Cuba!, nos habló al despedirse del orgullo que sentía al valorar los peligros y los principios. ¡Nos llamó a no abandonar los principios por ninguna razón, aunque nos costara, coño, el exterminio nuclear! Lo luminoso está también en esa disposición a morir, esa es la esencia; lo otro es poético».
Cubaperiodistas: Es que el Che era, también, un poeta…
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —¡Sí, claro que lo era!
EDUARDO YASELLS: —Llega un momento de la Crisis de Octubre en que Kennedy se hacía dueño de la situación y estaba exigiéndolo todo: amenaza con la inspección y Fidel dice “¡Aquí, ni cojone!”. Son los días luminosos y tristes que apuntó el Che, donde comentó el orgullo por estar al lado de nuestro líder».
Cubaperiodistas: Hay libros, incluso clásicos, que paran y ya, se acaban con su último punto, pero otros como el suyo que no cesan de cuestionar y ser cuestionados, porque interactúan con la historia misma. ¿Creen que Alarma de combate tenga todavía campanazos nuevos que dar?
EDUARDO YASELLS: —Mira, con el libro, llegamos hasta donde podíamos llegar, pero no tenemos todo, se sabe que el Estado tiene documentación aún secreta. ¡Si tuviéramos acceso a eso podíamos publicar una quinta edición!
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —¡Qué cosa más bárbara has dicho, compay, estoy de acuerdo contigo! Hay cosas que no sabemos, que no sabemos.
EDUARDO YASELLS: —Lo del primer ministro ruso, Anastas Mikoyán, primer vice primer ministro de la URSS, quien vino a Cuba mientras su mujer estaba muy grave, las discusiones con U. Thant, otros archivos históricos…
«Los rusos tienen documentación y han tirado muchas cosas. Los yanquis son los que más han publicado; nosotros todavía no hemos sacado todo para defender nuestra posición. Quizás no seamos Ernesto y yo quienes podamos hacer eso, pero es cierto: el tema no está gastado».
Cubaperiodistas: Entonces, ¿seguimos en alarma de combate?
ERNESTO PÉREZ SHELTON: —¡Seguimos, compadre, gracias por la conversación!
Excelente entrevista, revela las complejidades que se vivieron en la Crisis de Octubre desde el ángulo de los combatientes revolucionarios a nivel diría táctico, cuando aún sin mucho conocimiento de la situación global, el pueblo respaldé a la dirección cubana en disposición a jugarse el todo por defender el derecho a vivir con digniidad y justicia. Felicito a los colegas Eduardo Yasells y a Pérez Shelton por su obra, merecedora de ser conocida por las nuevas generaciones de cubanos.