Desde el corazón de quienes lo amamos, el Che sigue intacto en su vitalidad poética, orfebre, artesano, artista en levantar con su vida y obra el paradigma del terrícola que necesita este planeta para que sea amorosamente vivible.
Cuando me indigno con los ingnorantes y canijos que pretenden minimizar su estatura humana y su legado, recuerdo al Marti sabio y radical: “los pueblos no están hechos de los hombres como debieran ser, sino de los hombres como son; y las revoluciones no triunfan y los pueblos no se mejoran si aguardan a que la naturaleza humana cambie; sino han de obrar conforme a la naturaleza humana y de batallar con los hombres como son o contra ellos”.
El Che hizo suya esa máxima martiana al emprender la lucha armada, pero también al estimular el estudio, el conocimiento, la ciencia como base para comprender el mundo y transformarlo, como sustento para crear una consciencia emancipadora, porque el batallar con los hombres como son implica contribuir a su discernimiento sobre los males que los aquejan y recurrir a la pedagogía del ejemplo en la cual el Che fue maestro.
El hermoso homenaje en Santa Clara fue la celebración de su existencia,la gratitud cantada a su ejemplo de invencible poeta de la esperanza levantada desde el arduo trabajo y el amor a los sueños de dicha para todos, defendido con la propia vida.
Todos esos jóvenes en el escenario son frutos también de los desvelos del Che, esas buenas interpretaciones musicales, danzarias, ese espectáculo bien concebido es tributo a su sensibilidad y devoción por un mundo de justicia y belleza para todos.
En esos cientos de jóvenes ayudando a reconstruir en el alma y el paisaje lo destruido por el huracán, en esos linieros valientes y laboriosos frente al riesgo, en esos hombres y mujeres humildes que no se dejan abatir por el golpe sufrido en tierras arrasadas, están las esencias de ese ser humano generoso, corajudo, solidario, trabajador, valores de ese hombre nuevo que soñó el Che, imprescindibles para lograr el bienestar espiritual y material y dejar atrás los atavismos bestiales que conspiran contra la felicidad posible.
Y, si, como expresó Aylin, la muchacha que encabeza a los jóvenes comunistas, en esas semillas de bondad fructificadas en tiempos tan cruentos vive imbatible el Che y le gana la partida a la desidia, al pesimismo, a las malas influencias, a esos que atacan con vulgaridad excecrable a los continuadores, quienes enfrentan las peores circunstancias internas y externas.
No somos tan parecidos al Che como deberíamos y necesitamos, pero no nos hemos cansado de cultivar las semillas que dejó en una tierra de la que se sintió hijo, en cuyas buenas gentes encontró arcilla para modelar sus sueños de redentor, redentor que nunca ha podido ser crucificado, porque habita eterno en lo mejor del alma cubana y de tantos terricolas que lo llevan como estandarte vencedor en sus batallas por una existencia digna.
A pesar de este mundo que involuciona irracional, tus certezas iluminan amado Ernesto Che Guevara. Tu victoria sigue galopando en Rocinante con la adarga al brazo.
Me encanto “encontrármela”en Al Mediodía y constatar que sigue siendo tan genuinamente cubana y fiel a su sentir. Un abrazo desde Cárdenas