En estos días que estamos viviendo, entre la luz y la penumbra y no sólo por los largos apagones, el Centro Pablo hace suyas las palabras las preguntas, las respuestas, las nuevas preguntas del siguiente texto de nuestro hermano Silvio Rodríguez.
Compartimos y compartimos –incluyéndolas en esta Declaración las propuestas que el trovador nos entrega para seguir siguiendo, para seguir creyendo.
Conocer, debatir, difundir, enriquecer esas propuestas nos parecen tareas para la agenda de hoy mismo. Por eso las hacemos nuestras, como una de las poéticas-políticas, de las políticas-poéticas con las que el Centro Pablo ha navegado y navega los tiempos que le/nos corresponden. Como debe ser. Invitando a la participación y a la honestidad, conscientes de los riesgos mayores y menores que nos acechan como pueblo y como país.
En ese río revuelto que menciona Silvio, estas ideas, estos debates no pueden / no deben ser ganancia para el tiburón ni para los tiburoncitos oportunos sino para los pescadores.
Pablo de la Torriente Brau hermano mayor nos dejó en 1936 este recado desde su exilio neoyorquino:
Mis cartas son las actas oficiales de mi pensamiento. No tengo nunca miedo a escribir lo que pienso, ni con vistas al presente ni al futuro, porque mi pensamiento no tiene dos filos ni dos intenciones. Le basta con tener un solo filo bien poderoso y tajante que le brinda la interna y firme convicción de mis actos. No me importa tampoco nada, equivocarme en política. Pienso que sólo no se equivoca el que no labora, el que no lucha.
Seguir aprendiendo. Seguir siguiendo.
Centro Pablo
DE NUEVO SEA SEÑORA
A la manifestación de anoche en la avenida 31 le vi algo positivo: fue custodiada por las fuerzas del orden, pero no reprimida (hasta donde sé). Aunque también me dio tristeza, porque no parecían de clases privilegiadas quienes increpaban a un gobierno heredero de una Revolución que se hizo a sangre y fuego, a favor de los humildes.
¿Cómo es posible que se haya llegado a semejante distorsión? ¿Acaso es un espejismo por el recrudecimiento de un bloqueo de 6 décadas, o por lo difícil que se ha vuelto conseguir comida después de la pandemia, o por los estragos que nos ha hecho un huracán?
Creo que cabe preguntarse cuánta responsabilidad nos toca a los que hemos apostado, más que nuestra vida nuestra historia, por un proyecto emancipador. En lo esencial, seguro estoy de que no nos equivocamos y no enumero las virtudes, los rotundos beneficios para el pueblo cubano que significó el proceso revolucionario.
Estoy consciente de que las tensiones actuales no son privilegio de Cuba: el planeta está en crisis. La inflación tampoco es sólo aquí: está haciendo estragos en todas partes. Los diarios del mundo lo reportan.
Los imperios responden más a su naturaleza egoísta que a la conciencia de ser parte importante de un mundo cada vez más poblado; con instinto suicida siguen estimulando el consumo, a pesar de unos recursos universales cada vez más escasos. Se lanzan unos contra otros destruyendo lo que sea, en busca de la supremacía, y arrastran al resto que se defiende como puede.
Es gigantesco lo que nos diferencia de semejantes ambiciones, no sólo en lo material. La práctica solidaria de Cuba ha sido y es ejemplarísima. Sin embargo, con nosotros mismos, hemos sido morosos en cambiar lo que la experiencia demuestra que debe ser cambiado.
Se sigue vacilando. No hay noticias de que los economistas, que llevan años en polémica constructiva, hayan tenido la oportunidad de sentarse a discutir de tú a tú con los ideólogos. Todavía, para ocupar una responsabilidad, es más importante ser de cierto tipo de confianza que saber de la materia. La prensa a duras penas reporta los matices y las contradicciones que vivimos. Los canales oficiales siguen pintando una realidad que no se reconoce. Lo que se proyectaba como justicia ha ido retrocediendo a simple supervivencia.
¿En qué circunstancia, para un pueblo, podrá ser más importante seguir al dedillo una teoría que conseguir su propio bienestar? ¿Quién tuvo que admitir una vez cierto que dolido: Ganado tengo el pan: hágase el verso?
Un buen gobierno puede sostener o luchar por sostener conquistas nobles; pero a la defensiva ningún gobierno puede ser revolucionario, y llevamos demasiados años a la defensiva. Por eso a veces la oposición a un gobierno incluso a uno heredero de una Revolución de los humildes puede venderse como revolucionaria. Y por eso, como dije en la canción Sea Señora, considero que hay que evolucionar.
¿Qué no nos deja hacerlo?
En nuestro río revuelto, ahora mismo, brillan las muy diversas cuentas de colores de quienes no nos quieren soberanos.
Abajo el bloqueo.
Viva Cuba libre.
Silvio Rodríguez
SEA SEÑORA
Sea señora la que fue doncella.
Hágase libre lo que fue deber.
Profundícese el surco de la huella;
reverdézcanse sol, luna y estrellas
en esta tierra que me vio nacer.
A desencanto, opóngase deseo.
Superen la erre de revolución.
Restauren lo decrépito que veo,
pero déjenme el brazo de Maceo
y, para conducirlo, su razón.
Seguimos aspirantes de lo mismo
que todo niño quiere atesorar:
una mano apretada en el abismo,
la vida como único extremismo
y una pequeña luz para soñar.
Las fronteras son ansias sin coraje.
Quiero que conste de una vez aquí.
Cuando las alas se vuelven herrajes,
es hora de volver a hacer el viaje
a la semilla de José Martí.
Silvio Rodríguez
(2008)