Recientemente fueron reconocidos los oficiales y trabajadores del MININT y de las FAR, los bomberos y rescatistas, así como trabajadores de diferentes organismos, todos combatientes, todos patriotas, todos solidarios, quienes a riesgo de su vida y de su salud acudieron a apagar las llamas y asistir a las víctimas del fatídico accidente de la Base de Supertanqueros de Matanzas.
No son pocos quienes piensan que la adversidad, lo malo, lo catastrófico, es algo que ocurre en otras partes y a otra gente. Pero la vida se encarga de recordarnos que nadie está a pleno resguardo de tales acontecimientos.
Cuando esos hechos extraordinarios, eventos trágicos que cuestan vidas y recursos, tocan a nuestra puerta volvemos a jerarquizar los problemas y las dificultades, nos golpea la conciencia la dura realidad capaz de eclipsar preocupaciones y expectativas personales y vemos con total claridad cuán importante y decisiva es la solidaridad, cuánto dependemos unos de otros y por qué es tan relevante eso que incluyó Fidel en su concepto de revolución: “…defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo”.
El incendio en la base de supertanqueros de Matanzas, como lo fue el tornado que azotó a la capital o la explosión en el hotel Saratoga, es de esos sucesos que nunca pensamos que podrían ocurrir, pero lamentablemente ocurrieron.
La tragedia y el dramatismo de las horas y los días conmovieron al país. Al lado del sacrificio de los bomberos muchos de ellos jóvenes que dieron su vida por protegernos a todos, el egoísmo, el individualismo, el sálvese-quien-pueda resaltan por condenables y emergen victoriosas la solidaridad, la entrega desinteresada, el bien común.
También se hicieron presentes desde el vamos los periodistas cubanos, muchos de ellos jóvenes que sin escatimar esfuerzos, prácticamente sin descansar y con un profesionalismo ajeno a la teatralidad y la aparatosidad, algo posible solo cuando el único interés está en informar oportuna y verazmente a la sociedad, reportaron minuto a minuto, hora a hora, día a día lo que iba aconteciendo no solo con inmediatez, sino también con simultaneidad.
Pero la tragedia demostró también las enormes potencialidades que encierra la cooperación, la acción unida, tanto dentro de nuestro país como en nuestra región. Nos llenó de sano orgullo ver a los hermanos mexicanos y venezolanos, sumarse al esfuerzo nacional por superar la adversidad, enfrentar al peligro con un sentimiento de reciprocidad por la solidaridad que Cuba ha demostrado desde el primero de enero de 1959. “Amor con amor se paga” repetía a menudo el Comandante Chávez.
Para muestra, un botón. La acción mancomunada de tres pueblos hermanos condujo a superar la adversidad, enriqueció la experiencia y la capacidad para enfrentarla. Reflejó, como en una gota de agua, las enormes potencialidades que tenemos en la América nuestra para juntos hacer el bien, para construir, para preservar la vida, para fomentar el bienestar común de nuestros pueblos, para colocar la cooperación por encima de la competencia, para elevar la integración a la dignidad de una nueva cultura.
Muy merecido el reconocimiento a los patriotas, todos combatientes, que sin pensarlo se pusieron a la orden para salvar vidas y patrimonio. Singular ejemplo de acción común nuestroamericana. Hay acontecimientos cuyo decurso indica el camino.