La jornada en el trabajo ese 5 de agosto ‹‹agotadora creía yo››. Llegué a casa y las tareas del hogar comenzaron una tras otra, no paraba, más cuando hay niño chiquito. Creo que el cuerpo se acostumbra.
En eso una llamada me sorprendió:
-Lyl
-Dime Pedro –respondí.
-Un rayo cayó en la base de supertanqueros, ya Eliane está para allá, sabes que estás movilizada, el próximo equipo en salir eres tú. Atenta
-Ok , me avisas no hay problemas.
Recuerdo comentárselo rápido a mi familia. Preparé ropa a lo loco. Cerca de las 10:00 PM me vuelven a llamar para informarme que salía a las 3:30 AM y que el camarógrafo que me acompañaría era Rigoberto León “Rigo”.
Puse la alarma en el teléfono, pero no podía dormir por la tensión, el apagón, el abanicar a mi niño pequeño, el que pasará con las personas presentes en el lugar, esos bomberos, rescatistas. Nada, no conciliaba el sueño.
Salí de casa sobre las 3:45 AM, llegamos después de las 4:00 AM a la Comercializadora de Petróleo. Remplazábamos al otro equipo de prensa que estaba en el lugar. El ajetreo no cesaba. Nos dirigimos hacia una zona más cercana. Se hacía todo cuanto podía para mitigar el incendio. Los camiones cisterna uno tras otro iban llegando. Junto a Melissa Blanco, periodista de Radio 26 buscaba información, dialogábamos con quienes hacían frente a aquella situación.
Nos dirigimos hacia el lugar donde se encontraba la Primera Secretaria del Partido en la Provincia Susely Morfa González. Caminaba y redactaba un pequeño texto para publicar que quedó a medias.
¡Corran! gritaron. Esto se puso malo. Corrí junto a mi colega Melissa Blanco. El segundo tanque explotó. Sentía que los pies no me daban. Pensaba en Rigo que estaba tomando unas imágenes más cerca, no lo veía. Seguía corriendo, tenía ardor en los pies producto del calor !Sentía que me derretía!
En mi mente mi niño y ese beso que no le di al salir para no despertarlo, mi mamá, esposo, hermana, mi familia. Todo pasaba por mi mente en fracciones de segundo. Hasta aquel pantalón de mezclilla que dejé en la tendedera y que podía protegerme más del vapor ese momento.
-Meli por aquí -le gritaba a Melissa- al analizar así por arriba el camino más corto para seguir adelante y salir de allí. Bajábamos, pasaban los carros, los choferes temerosos continuaban a toda prisa.
Intentábamos las dos encontrar un vehículo que nos sacara de allí. En eso pasó un panelito del Cupet y recogió hasta llevarnos a la zona baja. Allí era todo un desespero, las personas corriendo, otros quemados iban llegando y las ambulancias y personal paramédico los socorrían.
Llamaba a Rigo mi camarógrafo, seguía sin contestarme, estaba en puro nervio pensaba en Larisa, amiga y compañera de trabajo. Seguí insistiendo …._
Entonces llamé a Karel, mi Jefe de Información.
-Karel, esto se jodió. Explotó otra vez. No encuentro a Rigo, no responde al teléfono.
Cuelgo. Insistió de nuevo. Al fin contesta:
¿Rigo estás bien?-le pregunté.
-Estoy por la comercializadora. ¿Dónde tú estás?
-Voy llegando allí -me respondió.
La alegría que sentí al verlo fue indescriptible. Seguíamos buscando un transporte para salir del lugar, corríamos sin cesar. En eso paró Oscar, el chófer del camión al que le debemos la vida y que rescató de aquel lugar. Supimos su nombre en el viaje. No parábamos de agradecerle por recogernos en esa situación. Estábamos los tres con quemaduras leves. Así que le pedimos acercarnos a TVYumuri para que regresara rápido a cumplir con su labor.
El carro del trabajo nos trasladó entonces al cuerpo de guardia del Hospital Comandante Faustino Pérez donde se recibían los pacientes quemados producto del incendio. Llegaban personas sin cesar, aquello no tenía precedentes .
El corazón oprimido al ver tantas personas lesionadas. Los médicos accionaban rápido con todos. Iban monitoreando el estado de salud de cada paciente. Allí mi presidenta de la UPEC dando ánimo y preocupándose por su gente, sin dormir Yirmara Torres, una mujer que vale oro, mi profesora además en la carrera y que estaba al pie del cañón con los suyos.
-Difícil Yirmara, le dije yo, qué difícil. Qué manera de correr.
Pasaban los minutos y yo sin llamar a mi familia, solo esperaba que el reloj marcara las 7:00 AM para no despertarlos asustados. Imaginaba la reacción de mi mamá al saber la noticia, su desespero, como el de tantas madres que hoy sus hijos siguen allí batallando por extinguir el incendio de grandes proporciones. La llamo y en pura desesperación me pregunta si estoy bien. Le explico, envío fotos la ponga al habla con mi primo, que llegó a acompañarme al hospital.
En eso llegó mi Presidente Díaz-Canel. No me sorprendió verlo porque sé que está al lado de su pueblo, de su gente, más en este momento de tanta angustia y desesperación ante un evento que conmociona a los matanceros y al mundo.
Esa madrugada del 6 de agosto, volví a nacer.
(Foto de portada: Ismael Francisco)