«Estaría muy contento si pudiera trabajar con ustedes en la batalla de las emociones», dijo a sus interlocutores en Casa de las Américas el destacado intelectual marxista indio Vijay Prashad, director ejecutivo del Instituto para la Investigación Social Tricontinental y editor jefe de LeftWord Books.
La velada merecía la frase. Gran parte del talento que en materia de pensamiento tiene el país —incluidos directivos de los medios de prensa y el presidente de la Upec, Ricardo Ronquillo Bello— sostuvieron en la Sala Che Guevara el taller «Colonización y descolonización cultural. Una visión desde la Cuba actual», de modo que lo que más abundó en el foro fue hondura en el discurso.
En la introducción al diálogo, el presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto Jiménez, explicó que el encuentro se asentaba en el documento «Sembrar ideas, sembrar conciencia. Programa para enfrentar la colonización cultural», texto en preparación por un grupo de mentes lúcidas del país que intercambian regularmente con el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Concebido inicialmente para celebrarse en junio pasado en Santiago de Cuba, por los 40 años de la Casa del Caribe —«institución descolonizadora por excelencia», afirmó Abel— el taller derivará en un libro que permita compartir herramientas de lucha tan necesarias en estos tiempos.
El presidente de Casa… comentó que todo el programa se inspira en la idea de Fidel de «sembrar ideas, sembrar conciencia», planteada hace 24 años en el VI Congreso de la Uneac, donde el Comandante fue incluso más directo, si es que cabe: la batalla contra la colonización cultural es lo más importante porque en ella «se juega todo».
Era, es, la claridad del líder cubano para enfrentar eso que su amigo brasileño Frei Betto ha llamado la «globocolonización». Abel Prieto insistió en la idea de Fidel de que un ser humano culto no puede ser manipulado y contrastó esa convicción con el hecho de que actualmente hay mucha gente atrapada en la lógica del colonizador y ni siquiera se da cuenta.
«La civilización va a pagar un altísimo precio por esta inclinación a la simplificación, a la superficialidad», dijo el presidente de Casa… poco de después de comentar que muchos apenas «surfean» por la información.
A continuación, Vijay Prashad expuso interesantes enfoques marxistas, como su tesis de que, además de la absoluta y la relativa documentadas por Marx, hay también una plusvalía colonial, consistente en el pago de salarios muy inferiores al trabajo realizado, práctica justificada por el capital —lo cual la hace más cínica todavía— en los estándares culturales «más bajos» de las clases humildes.
«Unos tienen derecho a una buena vida y otros deben conformarse con una vida mínima», denunció Prashad antes de explicar varias tesis de sus estudios. Una de ellas es la tesis sobre la degradación: en tres o cuatro siglos se le ha dicho a la gente «eres menos», para que concienticen la mutilación de sus propios derechos. ¿Cómo se logra que alguien deje de sentirse humillado…?, preguntó.
Impresionado por la anécdota de nuestro Hatuey, que al filo de la muerte rechazó ir a un Cielo con explotadores, Prashad compartió también sus ideas de la necesidad comunista de rescatar la vida colectiva, ahora que las redes sociales —pese a su idea aparente— alejan a las personas. «Generaciones anteriores de la izquierda practicábamos la vida colectiva, pero el capitalismo de hoy promueve la idea de que solo somos consumidores aislados», dijo.
El intelectual marxista elogió que, a la caída del bloque socialista, Fidel rescatara la batalla de ideas de Carlos Marx, pero apuntó que ella sola no basta: «Tenemos que adentrarnos —convocó— en la batalla de las emociones». ¿Cómo sería un videojuego comunista cubano, con Fidel Castro y las fuerzas de Batista enfrentadas en pantalla?, preguntó con agudeza.
Precisamente sobre el guía cubano habló René González Barrios, director del Centro de Estudios Fidel Castro. El temprano papel del líder en la lucha contra el colonialismo sistémico y la colonización cultural fue resaltado en el taller. González Barrios explicó que, si bien Cuba apoyó movimientos de liberación nacional y otras luchas independentistas, la visión de Fidel condujo a que siempre, incluso donde hubo tropas, estaban allí los médicos, los maestros y los constructores. De ese modo, junto al internacionalismo en África se dio otro en Cuba, que cambió hasta el nombre a una isla para acoger y educar a más de 52 000 jóvenes de 37 países africanos.
En tanto, Marlene Vázquez, directora del Centro de Estudios Martianos, argumentó la valía actual del pensamiento descolonizador del Héroe Nacional cubano como alternativa en el mundo. Leerlo —dijo— es una responsabilidad de los intelectuales honestos de cualquier región. Tales presupuestos fueron suscritos por Yusuam Palacios, presidente del Movimiento Juvenil Martiano, quien refirió que el Apóstol llamó a forjar un pensamiento crítico anticolonizador y que no dudó en criticar a quienes se dejaron arrastrar por la «yanquimanía».
Tras un repaso por la evolución histórica de la ciencia que le apasiona, el historiador Ernesto Limia señaló que el reto mayor reside hoy en conectar lo que produce una supuesta vanguardia con los diálogos de las masas populares. La importancia de ello puede advertirse en los ejemplos que puso: en 1898 llegaron a Cuba, con las fuerzas norteamericanas, más de 100 corresponsales de guerra —para reportar la contienda del interventor— porque lo primero que se intenta arrasar es la identidad del pueblo que se ataca.
El escritor y ensayista Víctor Fowler aportó enfoques peculiares al debate: ¿a cuántos líderes del pensamiento descolonizador conocemos? Forjamos una construcción débil si no conocemos profundamente tanto a nuestros iguales como a todos los autores de la emancipación contemporánea. A su juicio, para ganar esta batalla se requiere una profundidad cultural como no se ha visto nunca.
También interesantes, los enfoques del periodista y ensayista Enrique Ubieta apuntaron a que, no por gusto, el poder hegemónico trata de enfrentar la rebeldía de la juventud contra la mayor rebeldía de todas: la revolución. Además contó, a partir de sus contactos directos con la práctica, que la experiencia más descolonizadora que ha visto es la actuación, en disímiles países, de los médicos y enfermeros internacionalistas cubanos.
Rolando Rensoli, vicepresidente de la Comisión Aponte de la Uneac, para la lucha contra el racismo y la discriminación racial, consideró que revertir el apoyo popular a la Revolución es la prioridad del imperialismo, de ahí que eso integre la guerra cultural que nos hace. Ella pasa por calumniar los esfuerzos del país por la plena igualdad de derechos y oportunidades y por manipular la naturaleza de una migración histórica y normal del Sur —Cuba incluida— al Norte.
Por su parte, el vicepresidente primero del ICRT, Waldo Ramírez, comentó la necesidad de educar para comunicar en todos los niveles educativos y acotó que su medio, como la prensa toda, debe ser crítico sobre sí mismo y sobre la sociedad. En su criterio, aún falta participación ciudadana en el ejercicio periodístico.
Al cierre del debate de más cuatro horas en Casa de las Américas, el reconocido realizador audiovisual Guille Vilar denunció que el establishment norteamericano se empeña en apropiarse de manifestaciones progresistas —como los grandes conciertos musicales—, pero nunca ha acabado con males como el hambre en África. En cambio, contrastó, los contingentes solidarios cubanos sí dejan en ese continente una realidad mejor, comenzando por el fin del oprobioso apartheid.
La hermosa frase de Vijay Prashad con que comenzamos esta nota —«Estaría muy contento si pudiera trabajar con ustedes en la batalla de las emociones»— tuvo tal vez su mejor respuesta en una idea de nuestro Guille Vilar: «Yo le invito a que esté con nosotros, no solo para que vea el sufrimiento que nos causa el bloqueo: planifiquemos un concierto de rock tan multitudinario que haga al mundo darse cuenta de que debe destruirse ese muro de agua de 90 millas». La idea sola ya emociona.