El amor y la memoria van y vuelven en un acto de transfusión constante que nutre a los años. Y cuando es un libro el que está hecho con esas dos esencias, se transforma en el testimonio vivo de toda una época.
“Siempre tu palabra cerca” es un libro del amor y la memoria, como escribió el narrador, cineasta y periodista, Víctor Casaus, en el prólogo de la edición cubana que se presentó en la tarde de este 20 de julio, en Casa de las Américas.
Más de una veintena de textos, entre poemas y pensamientos políticos, del militante argentino Joaquín Areta, quien fue secuestrado con 22 años por la dictadura militar en ese país, demuestran que a un verdadero poeta se le recuerda como él mismo decida: sin llorar ni lamentarse / por haber hecho caminos / por haber marcado un rumbo.
Casa de las Américas, la publicación argentina Resumen Latinoamericano y del Tercer Mundo y el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau confluyeron en el propósito de dar a conocer a los jóvenes latinoamericanos y especialmente a los cubanos, los poemas escritos por Joaquín en una pequeña libreta roja y que, durante tres décadas, conservó su compañera Adela Segarra.
La presente edición incluye el facsímil de esa libreta, fotografías de Adela, Joaquín y otros militantes y la dedicatoria que el poeta escribió a su padre, “viejo y Titán”, al regalarle un libro de Miguel Hernández, en marzo de 1976.
Graciela Ramírez, jefa de la corresponsalía de Resumen en Cuba, “militante apasionada y solidaria siempre”, tal como la presentó Jaime Gómez Triana, vicepresidente de Casa, prefiere creer en las causalidades; por eso afirma que cuando el expresidente argentino, Néstor Kirchner recitó Quisiera que me recuerden, en el año 2005 durante el Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares, no influyó el azar, sino que constituyó “un acto político de trascendencia, de reparación”.
Unos años después-recuerda-ese mismo poema se convirtió en el epitafio de Néstor y Joaquín, salvado de la desmemoria, regresó- escribió Graciela en la contraportada del volumen- desde los 30 mil detenidos-desaparecidos por la dictadura para “quitar las mordazas, romper el silencio y levantar a sus compañeros caídos”.
Es -para decirlo con Abel Prieto, presidente de Casa, en su prólogo a esta tercera edición- como “hablarle al presente por él y por otros”, ahí donde “está toda su herencia”.
Hasta ese “encuentro de amigos y amigas”, nombrado por Jaime Gómez en la Casa, llegaron los mensajes de saludo de personalidades de la cultura, los derechos humanos, la política argentina y de Fernanda Raverta y Laura, hermanas de Jorge Areta, el hijo del escritor.
Alicia Kirchner, gobernadora de la provincia argentina de Santa Cruz; Teresa Parodi, exministra de Cultura y Estela de Carlotto, presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, coincidieron en que los poetas escriben para siempre, de ahí que recordarlos, a través de sus letras, sea la mejor manera de mantenerlos vivos.
Tal vez porque, como dijo Jorge Areta durante la presentación, “la poesía y la literatura son una cuestión política de fe”, la potencia de las palabras de su padre-pese al tiempo- reside “en la necesidad de ser Joaquín Areta para sí mismo, de elegir un futuro en el cual esos poemas existan y se multipliquen en otros poemas y en otras formas de militancia”.
El libro entraña también -según Jorge- la justicia poética que ilumina la existencia de la historia, una historia que la cuenta el pueblo argentino y que Adela Segarra prefiere narrar desde la tercera persona gramatical porque siente -escribió en unas notas para el volumen- que su vida y la de Joaquín “se asemeja a un anecdotario” que no los incluye.
“La presencia de Joaquín con lo inmenso de su ausencia -agregó Adela en el texto- siempre fue una compañía, tan presente que a veces me enojaba”. Quizás Areta presagió todo y por eso escribió: Siempre tu palabra cerca / para que el silencio diga / te quiero mi amor; algo que hoy podemos transformar porque hasta el silencio dice: Estás vivo, Joaquín Areta.
Tomado de Cuba en Resumen