El 11 de julio de 2021 nos confirmó la idea de que tenemos que defender la Revolución de los humildes, porque ese es el verdadero sentido de nuestro proceso: cuando lo pierda, dejará de ser Revolución, respondió el filósofo y periodista Enrique Ubieta a una pregunta hermosamente provocadora de la estudiante del Colegio de Periodismo que se atrevió a inquirir: ¿qué bueno dejó aquel suceso para los medios y para el país?
Así de interesante resultó el panel “Golpe comunicacional y guerra mediática en la estrategia contrarrevolucionaria”, llevado a cabo desde la sede nacional de la Upec a través de su sistema de videoconferencia, que facilitó el enlace, desde varias provincias, con periodistas, profesores y estudiantes de la carrera.
En la apertura del encuentro, Ricardo Ronquillo Bello, presidente nacional de la Upec, recordó las recientes palabras del presidente Miguel Díaz-Canel, quien sostuvo que, en efecto, la fecha dejó algo que celebrar: la capacidad del pueblo cubano de derrocar un golpe de Estado vandálico.
Ronquillo Bello, quien estuvo acompañado por el vicepresidente Ariel Terrero y la profesora de la carrera Zenaida Costales, explicó el esquema básico de esta arremetida comunicacional contrarrevolucionaria: mentir sobre la capacidad del Gobierno cubano de resolver los problemas socioeconómicos, satanizar al liderazgo del país, descalificar el sistema de instituciones (la prensa pública incluida) y presentar la protesta como algo “espontáneo”. Pese a todo ello, los cubanos, con su presidente al frente, pararon la intentona en menos de 24 horas.
A distancia, la vicepresidenta primera de la Upec, Rosa Miriam Elizalde, envió un video con importantes consideraciones sobre el tema.
La también experta en temas de comunicación y redes explicó la complejidad de la actual realidad sociotecnológica, que incluye entre sus demonios el nuevo Ejército que Estados Unidos se regaló en 2009: del ciberespacio, encargado de atacar y ocupar el cerebro humano en la guerra cognitiva. Así, en muy poco tiempo modelan escenarios políticos, crean figuras convenientes y eliminan las molestas y deciden resultados hasta en urnas ajenas.
En esa propia línea, explicó Ubieta, se fabrica contra Cuba un escenario que apunta especialmente contra una juventud que no vivió el capitalismo, pero que ve en redes un país idílico “pre 1959” (de bares, fiestas, colores, viajes, automóviles…) hasta que lleguen a extrañarlo sin haberlo conocido. Además de esa nostalgia inducida, el filósofo mencionó que desde fuera intentan apoderarse de nuestros símbolos para vaciarlos de contenido y usarlos contra el propio pueblo que representan.
La gran pregunta de Ubieta, que explica en sí misma la actual batalla comunicacional, fue esta: ¿Cómo ubicar lo espiritual en el proyecto de vida de los jóvenes cubanos?
Desde varias sedes provinciales de la Upec, participaron profesores, estudiantes y periodistas. Los matanceros comentaron la proliferación de proyectos de comunicación paralelos a los medios oficiales (contando incluso con varios jóvenes formados en la academia), para una labor que muchas veces denigra nuestros procesos y programas.
Las propuestas de los yumurinos incluyeron incentivar más investigaciones sobre el tema, acentuar la formación ideológica y la capacitación de estudiantes y profesores, abrir espacios de diálogo de la Upec para el asunto y desterrar el esquematismo en las rutinas de los medios.
Estudiantes camagüeyanos se pronunciaron por un mayor fomento de la inmediatez de nuestra prensa en las redes, reclamo en el que insistieron especialmente profesores de Villa Clara, que afirmaron que, si nos demoramos ante un hecho por el freno de alguna fuente informativa, perdemos credibilidad.
Los jóvenes integrados al Colegio de Periodismo (que reciben una formación especial con miras a ingresar a la carrera, una vez concluido su preuniversitario) dieron, con opiniones directas, un “toque de realismo y honestidad a la videoconferencia” elogiado por Ricardo Ronquillo.
Con respeto irreverente, señalaron que la prensa cubana debe ganar más espacio en lo digital y en la… juventud. Con ello, acotaron, lograremos ganar la lucha de las etiquetas e imponer nuestra campaña de país. Tampoco se anduvieron con rodeos para decir que los medios oficiales han perdido repercusión y que su demora, aquel infausto 11 de julio, facilitó la confusión que se produjo.
Por ello, solicitaron indistintamente más información para su generación, como “continuadores de Fidel”, y el entendimiento del cambio que significa esta época. Una de ellas llegó a comentar que no conoce un solo influencer revolucionario, con tanta falta que nos hace para contraponerlo a otros que disponen de muchos seguidores a pesar de que su mensaje es claramente perjudicial para el pueblo cubano.
Dándoles la razón, Ricardo Ronquillo denunció que algunos de esos inluencers anticubanos (disfrazados de cubanos) no son más que el resultado de proyectos bien pagados por la maquinaria política del Partido Republicano de Estados Unidos, que lucha por regresar a la Casa Blanca en 2024 y no ceja en su afán de destrucción al proyecto revolucionario que defendemos.
Por ello, el presidente de la Upec reconoció que los jóvenes son esenciales en una sociedad en red en la cual todos tenemos que aprender a hacer activismo político.