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Delarra y las cuatro décadas de la Plaza de la Patria

Con gratitud he recibido la noticia del 40 aniversario, este 26 de julio, de la inauguración de la Plaza de la Patria, en la ciudad de Bayamo, Cuba. En especial, porque han sido organizados varios homenajes a su autor, el escultor José Delarra, y no solo al monumento.

Felices por la obra que distingue a la ciudad, y en cuya realización participaron muchos de sus habitantes, los bayameses atesoran en los predios interiores del conjunto escultórico, objetos que recuerdan la presencia del artista en esa tierra durante el periodo en que convirtió su proyecto creativo en uno de los grandes monumentos del país.

Un platillo donde descansa la taza del café que espantó el cansancio de jornadas interminables, se halla entre los objetos guardados con el propósito de conformar una colección que atrape el recuerdo de Delarra. También, una maza que usó para esculpir las figuras.

Lo cuenta Noris Leidys Reyes Montero, una de las gestoras de este empeño, especialista e investigadora en la Plaza de la Patria, como la nombrara Fidel. Me pide que haga un videíto para unas horas después de nuestra conversación en el que hable de Delarra.

Pero a destiempo escribo este texto con el propósito de hacerlo con cierta prudencia, porque dialogar sobre la obra y la vida de un hombre que se entregó entero a cada una de sus creaciones, requiere al menos un rato de reflexión. Además, cuando solo se apela a la memoria sombrea el riesgo de las imprecisiones.

Hojeo algunas páginas de sus álbumes y aparece Delarra en torno a los 40 años de edad. Pleno de energía emprendió entonces la complejidad de una obra de gran magnitud, como las que, sin dudas, habitaron sus sueños cuando aun muy joven recorrió Europa en autostop para ver de cerca al David de Miguel Ángel y otras obras magnas de las artes plásticas en ese continente.

Transcurridas poco más de dos décadas de aquella experiencia formativa, Delarra se enfrentaba a la realización del complejo escultórico de Bayamo, que precedieron el dedicado a la historia de México (1980) y el erigido en homenaje a Martí (1978), ambos en la ciudad de Cancún, Mérida, y la Plaza de la Revolución de Holguin, en Cuba, por solo citar los más relevantes.

Las páginas del álbum de fotos, recortes de periódicos y otros documentos de la época, exhibe la imagen del perfil del rostro de Delarra y la del relieve de Fidel Castro en la Sierra Maestra modelada por el artista en el friso de la Plaza de Holguín. Esculpir la figura del líder cubano por segunda vez en el monumento de Bayamo le significó un privilegio más.

El día de la inauguración —contó en ocasiones Delarra— tuvo el honor de recorrer la obra junto Fidel y explicarle cada detalle del conjunto.

A sabiendas del empeño del Comandante de evitar la aparición de su persona en monumentos, solo le dijo: «Y aquí está usted».

La Plaza de la Patria, también representó para el artista un profundo estudio de la historia de la ciudad y de la isla. Concebir un complejo escultórico de esa talla y hondura requirió del conocimiento de lo que pretendía comunicar con la obra artística.

Apenas había concluido el monumento de Bayamo, Delarra recibió el encargo de hacer un parque del Che en la ciudad de Santa Clara. Seis años después, el 28 de diciembre de 1988, era inaugurado por Raúl Castro el Complejo Escultórico Comandante Ernesto Che Guevara en dicha urbe.

Esta obra, con frecuencia ha sido vista como la cumbre de la creación del artista cubano. Sin embargo, Delarra las amaba a todas por igual, aunque los grandes monumentos requirieron de él buena parte de sus fuerzas vitales, que entregaba dispuesto y vehemente por cumplir sin pausa la razón de su existencia: hacer arte y hacerlo para la Revolución.

(Tomado de Cuba en Resumen)

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Flor de Paz
Periodista y Editora.

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