La entrega del premio del Concurso «Criticar es querer» a la joven periodista Claudia Artiles Díaz, de la emisora municipal Radio Camagüey, marcó no solo el cierre del Coloquio Nacional de Periodismo Cultural, sino también el aliento de ese medio en esta semana que acabamos, en la cual el presidente de la Upec, Ricardo Ronquillo Bello, recorrió —tras su paso por Ciego de Ávila— un número importante de delegaciones de base de la organización en tierra camagüeyana.
El jueves 9 de junio nada menos que la emisora Radio Cadena Agramonte cumplió 65 años y en el acto de agasajo Ronquillo Bello entregó a Alicia Sosa Velázquez, directora de la planta, el cuadro El Héroe, que premia, desde un Martí guerillero, las más valiosas obras en comunicación.
En un acto sui géneris que respetó el ambiente habitual de la céntrica Plaza de los Trabajadores, el presidente de la Upec fue testigo del recibimiento de la Distinción «Raúl Gómez García» por María Isabel Colmenares y Carlos Mario Crespo.
Los más de 25 años de consagración al medio de Héctor Peláez, José Raúl Martínez, Yanet Labastida, Xiomara Tamayo y Magdalis Alonso fueron estimulados con la Distinción «La radio, sentido de una vida», y casi veinte profesionales del periodismo y los sectores artístico y técnico llevaron a casa honrosos diplomas.
Ronquillo recorrió además la nueva sede, en construcción pero en funcionamiento, de Radio Camagüey —sí, la emisora de la joven premiada—, donde una representación de sus 14 trabajadores le escuchó detalles del experimento que se perfila en el país para hallar mejores caminos a la prensa, en lo editorial y lo económico.
Betzy Valladares Oliva, la directora de Radio Camagüey, concordó con el presidente de la Upec en que el colectivo debe disponer rápidamente los proyectos para integrarse a una metamorfosis —de medio a multimedio— que no es una opción sino la puerta más franca a la sobrevivencia con bienestar.
En la emisora se entiende que su sello y su puntal están en la presentación de contenidos participativos que se parezcan a la gente, en «ser —como apuntó alguien— comunitaria de verdad». Por ello, Betzy reconocía que aún pueden aprovechar mejor, en bien de sus públicos, el convenio de trabajo que tienen con la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, cuyos periodistas, por cierto, comparten delegación de base con los de Radio Camagüey.
De la barba del caimán y otros desvelos
La semana que pasó tuvo, al menos en Camagüey, días de métrica diferente: excesiva actividad periodístico-cultural que, por momentos, comprimió el tiempo y aturdió al enviado de Cubaperiodistas. Es la verdad, pero acotado el detalle, vale referir —como otra evidencia del aserto anterior— el conversatorio «El Caimán Barbudo: dinámicas y retos en 56 años de vida», animado por su director, Yasel Toledo Garnache, y las periodistas Vanessa Pernía y Dainele Dovale, con la moderación de Gretel Díaz.
Lo esencial del diálogo fue el reconocimiento, desde adentro, de la unidad generacional en la revista, casa de firmas muy conocidas que se entienden bien con los trazos de novísimos colegas. En ese punto, por supuesto, los jóvenes de El Caimán… no pudieron sustraerse a un sustancioso homenaje a Bladimir Zamora, paradigma que asoma en cualquier repaso de la obra colectiva.
Herederos de él, compañeros de otros, estos periodistas bisoños reafirmaron en el Coloquio, ante el presidente de la Upec, su aspiración a narrar Cuba, y no solo desde su cultura artística.
A seguidas de esa charla, la reportera camagüeyana Carmen Luisa Hernández Loredo presentó «Anónimos y públicos. Entrevistas a cubanos con el alma en Camagüey», de su compañera Yanetsy León González. Presentadora y autora coinciden en la fidelidad a la prensa escrita y en la confianza en sus herramientas para descubrir lo más hondo en el entrevistado, sea excelsa figura o personaje común.
En el panel «Desafíos culturales para el periodista cubano contemporáneo», guiado por Lisandra Gómez y animado por Yunier Riquenes, Yanetsy Ariste y Jorge Rivas —cuya condición de invitado especial del Coloquio fue certificada con el obsequio de una obra de arte— la audacia fue seña común.
El propio presidente de la Upec —de los últimos en hablar—, sacudió con la pregunta ya formulada antes: ¿cómo es posible que una Revolución del alcance de la nuestra carezca de un periodismo de su altura y trascendencia? Esa interrogante, caliente caliente, fue matizada con una certeza: en la base misma de nuestra nación está un periodismo extraordinario, lo que nos llama, según Ronquillo, a entender que la crítica no es solo una tarea en al ámbito cultural, sino que hay que pensar en la crítica en el socialismo.
Dialogando con esa idea, Riquenes había afirmado que «todavía» —y ese adverbio, puesto allí, da para otro coloquio— el periodismo tiene un espacio para la belleza. ¿Se hará, acaso, ese debate en el próximo?