Nuestra generación, que nació casi con la Revolución, vivió una época excepcional.
En eso pensaba en estos días, cuando se ha elaborado y compartido, todo un programa en la provincia de Pinar del Río, por el Aniversario 50 de la constitución del Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, y se han realizado ya varias actividades a lo largo de todo el país, en homenaje a aquellos que dimos el paso al frente ante el llamado de Fidel en el año 1972, en el II Congreso de la UJC.
Aquella tarea de integrar el Contingente de jóvenes de Décimo Grado, que se prepararían como profesores de nuestras Escuelas en el Campo, bajo un sistema de estudio-trabajo, no se trataba de una misión para unos años. Se trataba de una misión para toda nuestra vida laboral, la que ocupa al menos el 33% del día a día de cada persona adulta hasta su jubilación y en el caso de los docentes, mucho más, porque casi nunca la noche, después de cumplir con los deberes familiares y hogareños, puede ser para descansar. La clase del día siguiente está ahí, esperando por ti siempre, para que repases sus detalles finales.
Los que dimos el paso al frente no sabíamos entonces ni siquiera lo que estábamos ofreciendo: estábamos ofreciendo nuestra realización personal, una parte importante del sentido de la vida de las personas, que define sus metas, sus propósitos de crecerse y su enriquecimiento espiritual, mucho más allá del enriquecimiento material que algunos atribuyen al trabajo.
Tampoco sabíamos muy bien lo que nos estaban ofreciendo: nos estaban ofreciendo hacernos pedagogos quemando etapas a un ritmo acelerado (el que demandaba el país en aquel momento). Nos estaban ofreciendo además la posibilidad de servir al noble propósito de construir nuestra sociedad.
La mayoría de los que se acogieron a esta decisión, eran buenos expedientes, con posibilidades de haber estudiado cualquiera de las carreras que se ofertaban, como todos los jóvenes de nuestro país con vocación y voluntad en aquella época. No fuimos al Destacamento porque no había otra cosa, tampoco todos fuimos por una especial inclinación a la Pedagogía, fuimos más que todo, por el reconocimiento de un deber.
Fueron 5 años, de intensos estudios. Nuestros profesores, la mayoría graduados de Universidades de la Capital, eran en extremo exigentes y muy capaces. Recibíamos clases en una sesión, trabajábamos en la Escuelas en el Campo como profesores en la otra. De noche teníamos que simultanear entre los estudios y las clases del día siguiente. Hacíamos guardia docente, respondíamos por la disciplina de los albergues de los estudiantes, por el funcionamiento del comedor, hacíamos vida en las organizaciones políticas y estudiantiles y hasta en el sindicato, al que por aquel entonces no pertenecíamos de manera oficial. Algunos luego del segundo año, fuimos seleccionados alumnos ayudantes y entonces dábamos clases a nuestros propios compañeros exigiendo esto de nosotros, una mayor preparación.
En el orden personal, al valorar toda aquella etapa de nuestras vidas, siento que vivimos una época irrepetible, que estuvimos rodeados de personas maravillosas, que las exigencias con apenas 16 años cumplidos, lejos de perjudicarnos, nos ayudaron a ser seres humanos mejores. Estoy segura, y creo no equivocarme, que es además un sentimiento común entre sus miembros. Hay algo especial que compartimos cuando nos reunimos, y juntos, nos sentamos a rememorar toda aquella experiencia. Una identidad muy fuerte donde se mezclan amistad, compromiso, profesionalidad, orgullo, amor a la labor de educar, sentido del deber cumplido y valores. Somos una gran familia a lo largo y ancho de Cuba.
Sin lugar a dudas, fue un proyecto necesario, que respondió a un momento significativo dentro de nuestro gran proyecto educativo de país, pero que además fue cuidadosamente elaborado y conducido por todos los que tuvieron responsabilidades en ello, y que dejó huellas muy positivas, justo en el lugar a donde hace falta llegar, para que perduren y se conviertan en una actitud ante la vida. Considero que toda la historia posterior, de estos 50 años de vida de los graduados de estos contingentes, que se han entregado con dedicación a la labor educativa en nuestro país y a muchas otras responsabilidades que les han asignado, así lo demuestra.
A nuestros formadores y de manera muy especial a Fidel, en este Aniversario 50, cabría un intento de resumir en pocas palabras, nuestro sentimiento de gratitud por compartir esta obra hermosa: ¡Gracias, muchas gracias por habernos dado la posibilidad de vivir para hacer!
La autora fue miembro del primer Contingente y profesora de Matemática
Bello sentimientos, así fuimos y así somos, esa etapa es irrepetible ella nos inculcó los valores que hoy tenemos y llevamos por muchos años a las nuevas generaciones, pero también logró formar una gran familia para toda la vida. Viva el 50 Aniversario del Destacamento Pedagógico Manuel Azcunce Domenech.
Muchas gracias, Cubaperiodistas!
Nos satisface haber contribuido , sustancialmente, a la educación cubana. Estos 50 años de magisterio y de amor nos enorgullecen!!!
Fuimos y seremos una epopeya pedagógica.
Orgullosos de haber sido protagonistas de tan grandiosa obra revolucionaria
Gracias,somos una generación que cumplió con el deber de educar,con un compromiso con su pueblo y su líder.