En los jolgorios por el establecimiento de la República en Cuba, el 20 de mayo de 1902, una Estatua de la Libertad, con antorcha en una mano y escudo estadounidense en la otra, sustituía en La Habana la de la reina española Isabel II que hasta la fecha había estado allí.
Esa fue una de las muchas estampas con que el Doctor Rafael Hernández, director de la revista Temas, matizó su intervención en la videoconferencia-panel «La República frustrada», organizada de conjunto por la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC) y la Upec desde la sede de esta última.
Hernández, historiador y politólogo, se detuvo en la huella que la intervención y la ocupación estadunidenses dejaron en Cuba antes, durante y después de que la Enmienda Platt quedara «empotrada» en nuestra Constitución. Los yanquis dejaron su impronta en las construcciones, la industria, el transporte y hasta en el lenguaje, pero el pueblo, que dio la bienvenida a lo bueno, defendió firmemente su identidad y vocación libertaria.
Probablemente en la intervención más completa de la videoconferencia —que enlazó a especialistas en la materia y a periodistas desde casas de la Upec de varias provincias—, la Doctora Francisca López Civeira, Premio Nacional de Historia, explicó que esa defensa de lo propio se manifestó desde el bautizo de calles y espacios públicos con nombres patrióticos hasta actos de homenaje y creaciones poéticas y musicales de arraigo popular.
Ello obligó a las autoridades de Estados Unidos —afirmó la Doctora López Civeira— a buscar formas distintas de penetración, que incluyeron la manipulación del relato en los programas educativos cubanos.
Pese a todo ello, insistió: «¡No fuimos más colonia! Era una República limitada, pero República gracias a la resistencia del pueblo. Entrábamos entonces a la etapa de luchar por la soberanía». De tal modo, según la reconocida especialista, no debemos honrar la fecha, pero tampoco regalarla en medio de la intención de los enemigos de Cuba de resignificarla por nosotros, malintencionadamente.
Francisca López Civeira destacó especialmente cómo, sin una organización líder que lo condujera, el pueblo cubano logró frenar en su resistencia del día a día una decisión anexionista encabezada nada menos que por el presidente estadounidense William McKinley.
En el debate, guiado por Jorge Luis Aneiros Alonso, presidente de la UNHIC, y la periodista Patricia María Guerra Soriano, ante la presencia de Ricardo Ronquillo Bello y Rosa Miriam Elizalde, presidente y vicepresidenta primera de la Upec, y de los estudiantes del recién creado Colegio de Periodistas para jóvenes aspirantes a la carrera, se produjeron otras valiosas intervenciones.
Desde Pinar del Río, el Doctor Juan Carlos Rodríguez, presidente provincial de la UNHIC, destacó que si bien el pueblo tuvo fina puntería al crear la frase «¡le cayó un 20 de mayo!» para describir una situación problemática o desgraciada, fue efectivamente la persistencia del ideal mambí lo que evitó la anexión. Por ello, señaló, el modelo que los yanquis trataron de imponer hizo crisis rápidamente y condujo a los cubanos a seguir la lucha en la Revolución del 30, la Constitución de 1940 y, más tarde, en el movimiento guiado por Fidel.
Esa fuerza del pueblo en lo concerniente a su vocación de independencia fue lo que permitió fundar un Estado nacional en circunstancias muy adversas, consideró la Doctora Arelis Pérez, presidenta de la UNHIC en Villa Clara.
Por su parte, el Doctor Yamil Sánchez Triana, jefe del departamento de Historia de la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, comentó el peliagudo debate que, en lo ideológico, implica el título de la videoconferencia, aunque coincidió enseguida en que ni los más acérrimos anexionistas de entonces pudieron desconocer el sentimiento independentista de los cubanos.
Con luces y sombras —afirma el historiador— entonces nacimos como Estado-nación: es cierto que no era aquella la República soñada por Martí, sin embargo fue camino que marcó un momento de ruptura a partir del cual se movilizaron muchas generaciones para completar el proyecto, con el Apóstol como referente.
En el cierre del evento, el Doctor Jorge Luis Aneiros Alonso denunció las intenciones foráneas de desmontar los símbolos de la Revolución y de la Historia del país en general y precisó que los cubanos de hoy reivindicamos los valores de la República, pero con el consenso nacional y la defensa de nuevos pilares, ausentes el 20 de mayo de 1902. Hoy el pueblo —matizó— repudia la base naval ilegalmente asentada en Guantánamo.
El presidente nacional de la UNHIC afirmó que los derroteros de la República actual de Cuba son el 26 de Julio de 1953 y el primero de Enero de 1959. Hacemos entonces como nuestros compatriotas a partir de 1902, según había expuesto del Doctor Rafael Hernández: usamos la modernidad (aun llegada de Estados Unidos) para construir la Revolución.
Cuando sea preciso, volveremos a ver otra estampa como la contada por el director de temas: aquella estatua de la Libertad que sin ningún protocolo apartó de su sitio a Doña Isabel II fue destruida por un ciclón habanero… justamente un 10 de Octubre.
Foto de Portada: Stephanía Núñez.