Agilidad, intuición, vista y dominio del tema y del equipamiento, son algunos de los rasgos que distinguen a un buen fotorreportero del deporte, esos artistas del lente que, entre atletas, árbitros y público, atrapan la pasión de la competencia.
Desde sus inicios, muchas publicaciones contaron con el deporte para atraer audiencia, es así que El Fígaro —revista semanal ilustrada—, en sus primeros números de 1885, dedicó más espacio a los sports que a la literatura, aunque no incluyera en esos momentos fotografías porque no se había perfeccionado aún la técnica del grabado.
Según afirma Juan Marrero en su libro Dos siglos de periodismo en Cuba, la crónica deportiva en el país nació en el siglo XIX, y hubo revistas como The Sporty Sportman que se crearon con el fin específico de divulgar las disciplinas deportivas.
Con el auge de la información gráfica en las publicaciones periódicas, y por mucho tiempo más, los fotógrafos rara vez se dedicaban solo a una temática, pues hacían de reporteros gráficos de información general.
En una llamativa fotografía tomada por Rafael Blanco Santa Coloma en1911, en los jardines del Almendares Park, de La Habana, publicada bajo el título de “Viejos fotógrafos de la pelota”, aparecen varios “pesos completos” de la época, que a la sazón también se daban cita los sábados y domingos sobre los terrenos con aquellas enormes cámaras de planchas que hoy nos parecen tan poco prácticas.
Algunos eran además entusiastas deportistas; tal es el caso del mismo Santa Colom que practicaba esgrima y ciclismo. En las coberturas competitivas iniciales, los fotógrafos se limitaban a tomar vistas de los equipos en grupo o retratos de atletas; en el boxeo, se subían al ring, y en la pelota instalaban los trípodes de madera en el terreno o se movían discretamente, cámara en mano, hacia segunda base, rotándose entre ellos.
En un determinado momento ya no les fue permitida tal movilidad, debido a las reglas de juego y cánones para la prensa. Por eso, unas décadas más tarde, la llegada de las cámaras compactas y los primeros teleobjetivos fue una novedad más que bienvenida.
La perseverancia de los deportistas igualmente la tenían que aplicar los fotógrafos para lograr el sustento diario y abrirse espacio en la profesión. Así lo recordó una vez Pepe Agraz, uno de los grandes fotorreporteros cubanos del género: “Fue un largo peregrinar cámara al hombro, por arenas de boxeo, estadios de béisbol y tabloncillos de baloncesto”, hasta que él pudo obtener una plaza estable en el Diario de la Marina.
Pepe junto a su hermano Lorenzo, quien era un mecánico habilidoso, lograron inventar un dispositivo de sincronización de la luz de magnesio con una cámara Graflex, mediante la cual pudieron captar, por primera vez en Cuba, fotografías de acción en interiores y de noche.
Asimismo, crearon una cámara de secuencias a partir de un lente luminoso y una antigua filmadora. Al igual que en una carrera de relevo, el periodismo gráfico de deportes en la isla tiene algunos notables aportes de familia. Se trata de Jesús Rocamora Díaz (1923-1983) y su hijo Rocamora Franco. El primero, fundador del Departamento de Fotografía del Instituto Nacional de Deportes y Recreación (Inder) y de las revistas LPV y Deporte, derecho del pueblo.
También están Lorenzo Hernández, extraordinario fotorreportero, y su hijo Marcos Hernández Bolaños, ambos del Inder. Y en el periódico Granma los hermanos Raúl y Ricardo López Sánchez (ya fallecidos), y el hijo de éste último, Ricardo López Hevia (Ricardito), quien en 2015 se alzó con el primer premio Perla de la Prensa Deportiva mundial, en la categoría de Gestas Atléticas.
La Asociación Internacional de la Prensa Deportiva (AIPS), que representa a 156 agrupaciones de periodistas y fotógrafos del mundo, galardonó, en otras oportunidades a los fotógrafos José (Pepe) Agraz Solans y a Jesús Rocamora Díaz.
Este tipo de imágenes ha tenido, de igual forma, notable presencia en concursos y exposiciones. El primer Salón Nacional de Fotografía Deportiva tuvo lugar en 1985, auspiciado por la Unión de Periodistas de Cuba. Allí hubo un despliegue de momentos fundamentales de esta manifestación y se reconoció la obra de destacados profesionales gráficos.
La lista la integraron Belarmino Blanco Domínguez, Armando Hernández López, Víctor Arencibia Pérez, José Oller, José L. Anaya, Juan Moreno, El Tingue, Lázaro Rodés Fuentes, Oscar Más Peláez, Jesús Rocamora Franco y Secundino Amaya. A todos ellos, y a otros muchos colegas que les han seguido, debemos memorables imágenes de distintas épocas y eventos de la historia del deporte cubano y mundial, cuando en campeonatos, series nacionales, juegos regionales y olimpiadas vivieron la emoción de competir a través del lente.
Fuentes:
–Dos siglos de periodismo en Cuba. Juan Marrero, Editorial Pablo de la Torriente. 2018
35 años haciendo fotografía deportiva. Entrevista a José Agraz Solans, Revista Fototécnica, Noviembre-Diciembre 1968.
Foto de portada: Un final de carrera muy fotografiado. En una competencia de atletismo efectuada en La Habana, la atleta puertorriqueña ganadora se desplomó exhausta en la meta y sobre ella “cayeron” decenas de instantáneas. (Foto: Jorge Oller)
EXCELENTE MATERIAL,DE SU JJJJJMA IMPORTANCIA PARA LA HISTORIA DEL PERIODISMO CUBANO.SOLO LAMENTO LA AUSENCIA DE UN EXCEPCIONAL FOTÓGRAFO DEPORTIVO QUE CONTÓPRENSA LATINA, ROGELIO MORÉ, CUYA OBRA NO SE POR DONDE ANDARÁ. ERA EJEMPLO DE LABORIOSIDAD, CALIDAD Y ORGANIZACIÓN DE SUS MATERIALES.