Al pasar frente al Castillo de La Punta, viene a la memoria que el 8 de abril de 2002, por iniciativa de la Unión de Periodistas de Cuba, que presidía entonces Tubal Páez, fue develada allí por Eusebio Leal, Historiador de La Habana, la tarja de bronce que perpetúa los versos del poema Mi bandera.
La poesía significa que los cubanos solo quieren ver ondear la bandera de la estrella solitaria en su tierra soberana, sin injerencia extranjera, y que de ser mancillada no habría tregua para su defensa. Así lo advirtie Bonifacio Byrne en uno de los versos:
Si deshecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día …¡nuestros muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía!…
Desde el sitio donde está la tarja se puede observar la bandera izada en el Morro, desde que Cuba obtuvo su plena soberanía en 1959. El mismo año en que Camilo Cienfuegos, emocionado ante una gran concentración de pueblo y desde un balcón del antiguo palacio presidencial, juró defender la enseña recitando la mencionada estrofa.
Consta en la biografía del poeta, escrita por Israel R. Moliner, que Byrne había dejado atrás el exilio y de regreso a la isla en el vapor Mascotte, el 4 de enero de 1899, al divisar flotando en la fortaleza del Morro la bandera de Estados Unidos junto a la cubana, sintió oprimido el pecho por el ultraje que ello significaba a la independencia de Cuba.
En esa misma fecha, en Jesús María No. 9, Guanabacoa, escribió en diez cuartetas su fidelidad a “la bandera más bella que existe”, y advirtió en ella que no deben flotar dos banderas, donde basta con una, la mía. El poema fue publicado el 5 de mayo de 1899 en el periódico Matancero.
En su juventud, Byrne inició su andar por el periodismo. En 1890 fue uno de los fundadores del periódico La Mañana; después también lo fue de La Juventud Liberal. En 1896 emigra a Tampa, Estados Unidos, a causa de la publicación de los sonetos donde abordó el fusilamiento del patriota Domingo Mejía, lo que irritó a las autoridades coloniales.
En Tampa fue lector de tabaquerías y escribió para Patria, El Porvenir y El expedicionario. Durante el destierro creó el Club Revolucionario, del que fue secretario.
En tanto, su primer cuaderno de poesías, Excéntricas, data de 1893, recibió elogios de Julián del Casal. Asimismo, de su autoría son las obras, creadas entre 1905 y 1915, El anónimo, Varón en la puerta, Rayo de sol, El legado y El espíritu de Martí. Algunas de estas fueron presentadas en el teatro.
Bonifacio Byrne había nacido en Matanzas, el 3 de marzo de 1861, y fue bautizado en la iglesia de San Juan Bautista. Con fuerte vocación hacia la literatura, a temprana edad dio a conocer los primeros sonetos. En muchos de ellos, sobre todo a partir de 1896, reflejó los entusiasmos, angustias y aspiraciones del pueblo en la lucha por la independencia.
En el período republicano ocupó el cargo de secretario del Gobierno Provincial de Matanzas. Fue fundador en 1909 del periódico El Yucayo y colaboró con varios medios de prensa, entre estos: El Diario de Matanzas, El Fígaro y La Discusión. No logró terminar la novela Hijas y yernos; ni tampoco publicar los cuentos Letra menuda, así como la colección de poesías Voces del alma. La muerte lo sorprendió el 5 de julio de 1936.
Mi bandera
Al volver de distante ribera,
con el alma enlutada y sombría,
afanoso busqué mi bandera
¡y otra he visto además de la mía!¿Dónde está mi bandera cubana,
la bandera más bella que existe?
¡Desde el buque la vi esta mañana,
y no he visto una cosa más triste…!Con la fe de las almas austeras,
hoy sostengo con honda energía,
que no deben flotar dos banderas
donde basta con una: ¡la mía!En los campos que hoy son un osario
vio a los bravos batiéndose juntos,
y ella ha sido el honroso sudario
de los pobres guerreros difuntos.Orgullosa lució en la pelea,
sin pueril y romántico alarde;
¡al cubano que en ella no crea
se le debe azotar por cobarde!En el fondo de obscuras prisiones
no escuchó ni la queja más leve,
y sus huellas en otras regiones
son letreros de luz en la nieve…¿No la veís? Mi bandera es aquella
que no ha sido jamás mercenaria,
y en la cual resplandece una estrella,
con más luz cuando más solitaria.Que el destierro en el alma la traje
entre tantos recuerdos dispersos,
y he sabido rendirle homenaje
al hacerla flotar en mis versos.Aunque lánguida y triste tremola,
mi ambición es que el Sol, con su lumbre,
la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!
en el llano, en el mar y en la cumbre.Si deshecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día…
¡nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía!…