Me pregunté a quién podía pedirle sus impresiones sobre Félix Elmusa, el periodista que pretendió —siendo él uno de los 82 expedicionarios del yate Granma a fines de 1956— escribir la Crónica acerca de aquella gesta inolvidable.
Lo tuve pronto, más de lo que pensaba, delante de mí, en su propia casa, el 26 de noviembre de 1996: Manuel Echevarría Martínez, un sobreviviente del yate histórico. Estaba previsto que luego del desembarco sería integrante del Pelotón del Centro, a las órdenes del entonces Capitán Juan Almeida Bosque.
«El periodista Elmusa tenía una jovialidad a flor de piel que le hacía ganar amigos. No olvido que cuando preguntaron la ocupación u oficio de cada uno y “a quien se debía avisar en caso de muerte”, como escribió el Che en su carta de despedida a Fidel, en vez de decir, por ejemplo, “reportero o redactor de prensa”, contestó: “Contador”. Y no era mentira, supe que estudió Comercio y se graduó como tal en 1936, con solo 16 años, en la Academia Rabiña, en La Habana».
Y aclaró nuestro entrevistado entonces: «Sin embargo, no ocultaba ni podía siquiera disimular su arraigada vocación periodística, al punto de que confesó su pretensión de redactar la crónica del singular desembarco del 2 de diciembre de 1956 por Los Cayuelos, Niquero, Oriente, aquella inolvidable intrepidez combativa que el propio Che dijo al General de Ejército Raúl Castro era “la aventura del siglo”.
«Incluso en el exilio, en México, Elmusa comentó entre nosotros su intención de entrevistar a María Félix, no solo por que era bella y famosa actriz mexicana, sino porque en cierta medida era “mi tocaya, ¿no?”».
«Tampoco olvido que allí la capital mexicana le pidió al colega del periódico Alerta, Benjamín de la Vega —quien fue con el fotógrafo David Heneldi a entrevistar a Fidel— que lo ayudara en la gestión de no ser baja del Colegio de Periodistas de La Habana».
«Recuerdo igualmente que Vicente Cubillas junior, un tiempo después reportero del diario Revolución, aseguró, refiriéndose a Elmusa, que alguien escribiría su biografía “amplia y escrutadora”, pues la semblanza que estaba preparando sobre él, la trazaría “a vuelamáquina”, sin grandes pretensiones».
El propio Vicentico Cubillas le contaría a Manuel que tuvo el privilegio de compartir correrías periodísticas con Felito, al que calificó de un “audaz reportero, anecdótico y entusiasta”. Además, Elmusa le aseguró al expedicionario Mario Hidalgo Barrios, uno de los 16 miembros del Estado Mayor de la expedición —como él mismo— que iba “a sacar de nuevo los hierros periodísticos cuando estuvieran en Cuba luchando, para en algún momento de calma, convertirse en el Cronista del destacamento expedicionario”.
Pero la vida, el destino, la naturaleza, la mala suerte, quién sabe… determinaron que Félix Elmusa —que trató de tú al heroísmo —como el resto de los combatientes encabezados por Fidel— fuera asesinado junto a otros cinco compañeros, en la noche del 8 de diciembre de 1956, en una vereda solitaria del Monte Macagual, en Niquero, Oriente, bajo las balas de trece marinos y soldados dirigidos por el esbirro de la Marina de Guerra, Julio Laurent.
«En verdad Elmusa fue expedicionario del Granma durante solo 14 días, siete en el yate, en medio de un mar “fuerza 6”, en la riesgosa y dura travesía, y siete ya como guerrillero, fundador del Ejército Rebelde y de las FAR», afirmó Manuel.
Justo es decirlo, pero nuestro periodista héroe y mártir, quien durante 14 años fue reportero, no renunció en ningún momento a su oficio de la noticia y estuvo siempre orgulloso de su vocación reporteril en los diarios El Sol, La Discusión, La Prensa y jefe de información de la emisora radial El Progreso de Cuba, después Radio Progreso. De ahí que al morir fusilado con las manos amarradas a la espalda, como única prueba de eso, llevaba una pequeña tarjeta en uno de sus bolsillos, con cuatro palabras para él sencillamente grandes: Félix Elmusa, periodista colegiado.
No pudo escribir la crónica de aquella gesta, mas no debe pensarse por eso que su posible escritura se frustró, pues cada vez que la Revolución Cubana obtiene una victoria, cada vez que la Upec entrega la Distinción con su efigie y su nombre, o se celebra el Día de la Prensa, no hay duda de que él redacta una nueva cuartilla.
(Fuente: «El quinto expedicionario» y «La crónica inconclusa», libros biográficos de Luis Hernández Serrano, Editorial Pablo de la Torriente Brau, Upec, 1999 y 2017, respectivamente).