Bárbara Suárez Avalos
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Cuando se niega la felicitación al colega

Como para dulcificar, con un buen ejemplo, esa especie de maldición contemporánea que condena a la prensa a quedar un pelín detrás de los reporteros de gradas de las redes sociales —millones, ellos, sin obligación formal con la verdad, con los contenidos y, a menudo, ni siquiera con la gramática y la ortografía—, un alma buena de Camagüey me avisa, antes de que la noticia se enfríe en los periódicos, que mi amiga Bárbara Suárez Ávalo es el Premio Rolando Ramírez por la Obra de la Vida 2022.

No voy a decirle «¡Felicidades!», porque hace exactamente 32 años que lo estoy haciendo. Ese es el tiempo exacto en que regresé a Camagüey, luego de graduarme —como ocho años antes había hecho ella— de periodista en la Universidad de Oriente. Entonces conocí, entre otros colegas que de alguna manera siguen conmigo, a Baby Suárez.

Éramos, somos, un par de guajiros: ella, pastora del batey de Senado y yo, con mi sombrero de soles santacruceños, podíamos perfectamente posar para otro retrato en verso guilleniano de nuestra comarca mayor: «¡Es un sueño. Oh, mi pueblo!».

De modo que no, no voy a felicitarla, pero a mi alegría de amigo tengo que añadir la satisfacción porque siento que, además de a la incansable reportera de Progreso, se reconoce a mi corresponsal personal en Camagüey, la que se toma un tiempo —oro puro en la radio— para llamarme a La Habana y ponerme al tanto de la capital de mi corazón, esa tierra que, ella lo sabe muy bien, he dejado solo en apariencia.

Así que quiero pensar que, para darle el Premio, se tuvo en cuenta esos reportes humanos que me ha hecho, esos diálogos no radiados que cuentan cómo están los amigos, cuáles son las cuitas y los avances del ecosistema periodístico agramontino, qué tal van los programas económicos y hasta la frecuente sed de los tinajones.

Si no este que le han dado ahora, sus reportes para mí merecen otro premio, silvestre, porque se enfocan —como debían ser todos los diálogos— no en el mal que se ha hecho, sino en el bien que se puede hacer. ¡Dichosos los periodistas que pueden nombrarse como corresponsales de la concordia!

Ningún jurado que tome en serio su trabajo —darle a alguien sin quitarle a nadie— la tiene fácil. Seguramente este ha sido el caso, pero la principal agasajada de este año por la Upec en Camagüey contaba en la «lidia» con dos fortalezas: acumula vida y atesora obra.

Baby, que ya era una mujer de periódico, de agencia y de radio, se ha hecho —para envidia insana de torpes, al respecto, como yo— una avispada reportera de redes. En cada formato, la misma disciplina, la propia constancia, el rigor extremo que a veces, como suele pasar, molesta a quienes creen que la vida es eterno cortar y pegar.

Si alguien no se ha dado cuenta todavía, lo admito: estas son notas amigas. Su currículo, que me sorprende hasta a mí, que creía saber tanto de ella, es «un problema» del jurado. Yo apenas he querido comentar una alegría personal que, estoy seguro, comparten en nuestra patria chica amigos suyos, míos o de ambos.

Cada premio tiene derecho a ser una felicidad solo cuando el premiado está dispuesto a repetir, al precio que ello entrañe, los sacrificios que le condujeron a él. No tengo dudas de que Bárbara Suárez Ávalo —que debe estar muy feliz de tener en un cuadro el nombre de su maestro Kiko Ramírez, que ya colgaba en las paredes del pecho— es de esa estirpe de periodista.

Mi amiga Baby tendrá que aguzar sus oídos para escuchar, a unos 560 kilómetros, las notas de mis aplausos. Deberá conformarse: quisiera, de veras, felicitarla, pero caería en la repetición innecesaria y, lo sabe ella mejor que yo, eso es, en el periodismo, un pecado mortal.

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Enrique Milanés León
Forma partede la redacción de Cubaperiodistas. Recibió el Premio Patria en reconocimiento a sus virtudes y prestigio profesional otorgado por la Sociedad Cultural José Martí. También ha obtenido el Premio Juan Gualberto Gómez, de la UPEC, por la obra del año.

4 thoughts on “Cuando se niega la felicitación al colega

  1. ¡Ay, Milanés! Me has hecho llorar. Lo que no pudo el mismísimo anuncio del premio lo han logrado tú con estas líneas. Gracias, porque sé que sientes cada palabra aquí escrita.

  2. Como siempre, un excelente escrito lleno de bellas frases y y un profundo sentido del compromiso con la profesión. Un abrazo, hermano.

  3. Muchas felicidades para Baby, eres de los periodistas comprometidos con la cultura. Un abrazo gradísimo amiga. El mejor premio es que Milanés te escribiera estas líneas ,te describió como realmente eres.

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