El estudio MINDCOVID, financiado por el Fondo COVID del ISCIII y coordinado desde el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Biomédicas (IMIM), está investigando la influencia de la pandemia en la salud mental de los pacientes COVID-19, la población general y los profesionales sanitarios.
A lo largo de casi dos años, el proyecto ha analizado datos de cerca de 10.000 profesionales sanitarios, más de 2.500 pacientes con COVID-19 y sus contactos, y 3.500 personas como muestra de la población general.
Los profesionales sanitarios, especialmente afectados
Los resultados del estudio se han presentado este viernes durante la X Reunión del Centro Nacional de Epidemiología (CNE) y la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), celebrada en el Campus de Chamartín del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).
En concreto, Jordi Alonso, investigador principal del proyecto MINDCOVID, ha sido quien ha expuesto los datos. Se ha centrado en los profesionales sanitarios, colectivo especialmente afectado.
Así, en el análisis realizado entre 2020 y 2021, el equipo de MINDCOVID ha observado un aumento en los problemas de salud mental en comparación con el periodo prepandemia, sobre todo entre los sanitarios. Las personas con problemas mentales preexistentes, las hospitalizadas con COVID-19 y las mujeres sanitarias jóvenes son algunos de los grupos más afectados por este aumento.
En este sentido, los autores destacan la importancia de garantizar el acceso a los servicios sanitarios relacionados con la salud mental, también en momentos de posible sobrecarga del sistema.
Alonso ha destacado que, después de un año, el impacto de la pandemia en la salud mental de los trabajadores sanitarios seguía siendo alto, y ha señalado los factores de riesgo de aparición y persistencia de posibles trastornos mentales a lo largo de la pandemia: cambios en el trabajo y estrés ligado a relaciones interpersonales, la salud personal y de las personas más próximas, y las dificultades económicas. Todo ello contribuye probablemente a una alta frecuencia mantenida de desgaste laboral.
El investigador ha hecho hincapié en la necesidad de monitorizar la salud mental del colectivo de profesionales sanitarios, y de reducir los riesgos personales, laborales y organizativos, para los que existen algunas intervenciones eficaces a distintos niveles, tanto individual como de la organización de centros e instituciones.
Las consecuencias de la COVID-19
Hace un año, una de las investigaciones derivadas del proyecto MINDCOVID ya puso sobre la mesa algunas de estas conclusiones, tras analizar las consecuencias de las primeras olas de la pandemia.
Artículos publicados en la Revista de Psiquiatría y Salud Mental y en Depression & Anxiety, con datos de más de 9.000 trabajadores sanitarios de 18 centros sanitarios de toda España, señalaron que la mitad de las personas encuestadas presentaba un cribado positivo de un trastorno mental, y que casi un 15 por ciento sufría un trastorno mental discapacitante, es decir, con repercusiones negativas en su vida profesional y social. Los síntomas principales observados indicaban una alta probabilidad de padecer depresión, ansiedad, ataques de pánico, trastorno de estrés postraumático y, en menor medida, abuso de sustancias.
Otro trabajo, publicado en junio de 2021 en Journal of Affective Disorders y realizado mediante una encuesta a la población adulta durante el confinamiento de 2020, concluyó que la falta de contacto social aumentó la ansiedad y los síntomas depresivos, y determinó que las relaciones sociales, pero no tanto el modo y tipo de vida individual, influían en este aumento de posibles problemas de salud mental. El desapego se asoció fuertemente con ambos trastornos afectivos y el apoyo social tuvo un efecto moderador estadísticamente significativo en esa asociación; las personas con un bajo nivel de apoyo social y un alto nivel de desapego sufrieron mayor riesgo de depresión y trastornos de ansiedad generalizada.
Finalmente, un artículo publicado el pasado mes de diciembre en International Journal of Mental Health and Addiction observó un aumento de trastornos derivados del consumo de sustancias, especialmente durante el confinamiento, y calificó este aumento como factor de riesgo de síntomas depresivos y trastorno depresivo mayor. Además, sugirió de nuevo que el apoyo social puede tener un efecto moderador del consumo de sustancias y el riesgo de sufrir problemas de salud mental.
(Tomado de Gaceta Médica)