Prever ha sido un elemento esencial para combatir la epidemia país adentro en estos casi dos años de tantos retos. La aplicación de una estrategia de vacunación anticipada es una gran fortaleza que nos ha permitido hacer frente, de forma muy diferente al mundo, al nuevo escenario epidemiológico.
La aparición de ómicron no nos tomó desprevenidos: cuando se confirmó el primer caso en el territorio nacional ya se había comenzado a administrar la dosis de refuerzo.
Ahora, cuando los estudios de secuenciación de muestras de pacientes contagiados con la COVID-19 demuestran que es la circulación de esa variante la que prevalece en el país, ya suman más de cuatro millones de cubanos los que, además de completar su esquema de inmunización, han recibido también su dosis de refuerzo.
Estudios preliminares desarrollados desde el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) en vacunados con Soberana y Abdala demuestran altos porcientos de seroconversión frente a ómicron. O lo que es lo mismo: nuestras vacunas tienen capacidad para generar anticuerpos ante esta nueva variante del virus.
Específicamente en vacunados con Soberana 02 y Abdala, ello pudo apreciarse en el 90 % o más de los inmunizados. En el caso de quienes estaban reforzados con Soberana 01 y Abdala ocurrió en el 100 % de los casos estudiados.
De igual manera, se observaron altos niveles de anticuerpos neutralizantes en vacunados con dosis completa de Abdala y Soberana 02. Esos títulos se incrementan al aplicar la dosis de refuerzo.
Son resultados que indiscutiblemente nos conceden fortalezas y ratifican la valía de los esquemas de vacunación y dosis de refuerzos seguidos. No obstante, ese éxito no puede llevarnos a la confianza.
La pandemia provocada por la COVID-19 aún no termina. Al contrario: la expansión de la variante ómicron por el mundo ha hecho saltar otra vez las alarmas y demuestra cuán vulnerables seguimos siendo ante el virus.
Foto de portada: Tomada del perfil de Facebook del autor
(Tomado del Minsap)