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¿Acumular conocimientos o aprender a ser críticos?

Científicos definen la conciencia como la capacidad de auto-representación y auto-reconocimiento del ser humano, a través de la cual se idea, valora, enjuicia, planifica y decide; como la facultad que permite identificar dos dicotomías básicas de la existencia: la vida y la muerte, el yo y los otros. Se alcanza por extrapolación a otras esferas cercanas de la autoconciencia: el individuo y el grupo; es decir, la identidad personal y la colectiva.

“A partir de estos conceptos, el ser humano organiza una explicación del mundo que le rodea y de su propio origen: una explicación cosmogónica que desemboca en la ciencia, en la filosofía o en la religión, pero siempre pasando por un proceso de reflexión crítica, que es, obviamente, otra de nuestras características más notables”, escribió en el libro El precio de la inteligencia, la arqueóloga española Marina Mosquera.

Aunque, lo cierto es que “nos hemos convertido en opinadores extremadamente pasivos”, dice Eudald Carbonell, codirector del proyecto científico de la Sierra de Atapuerca, en Burgos, España, en una entrevista reciente para Catroze.

“A veces veo las noticias: ‘se han ahogado a veinte personas en el mar’, oh, que mal; ‘hay un aguacero no sé dónde’, oh, que mal. Gran parte de la racionalidad se elimina y se utilizan las sensaciones cortas en vez de la reflexión en profundidad de los problemas. Y es por eso que no se solucionan.

De acuerdo con Carbonell: “Vivimos en una suerte de tutorial que manda unos protocolos para tener la conciencia tranquila. “Vivimos en una sociedad automonitorizada por nosotros mismos, que debería dejar de mirarse el ombligo”.

Cuando se refiere a la conciencia individual de forma colectiva, el investigador habla de conciencia crítica de especie. Desde su perspectiva, los humanos hemos sobrevivido porque somos muy sociales. “Somos tan sociales que ya no podemos hacer prácticamente nada solos. Por otra parte, el egoísmo es una autodefensa personal que muchas veces es utilizable para dividir a la gente y que no trabaje en común”.

Eudald Carbonell es un pensador. Su interés por el ser humano lo ha llevado a escribir más de dos centenares de libros —entre ellos, El nacimiento de una nueva conciencia, La consciencia que quema, El arqueólogo y el futuro, La evolución sin sentido— y a elaborar planteamientos para responder a interrogantes en torno a qué es la humanidad y cómo evoluciona en el marco de la ecología planetaria. Sus reflexiones científicas se centran en “conocer cómo se complementan la hominización y la humanización en este proceso evolutivo para generar la conciencia en nuestro género”.

Podemos colectivizar los medios de producción porque son máquinas —dice—, pero las personas debemos respetarnos como individuos y sentir que formamos parte de la colectividad. La gente va tomando conciencia de que las cosas no van bien, pero hay que ver si seremos capaces, a tiempo, de convertir esa conciencia en un movimiento suficientemente fuerte.

Eudald piensa, no cree. Siempre lo aclara. Y piensa que la globalización es el mayor error de la especie humana. “Ha aniquilado culturas, lenguas, diversidad. Estamos destruyendo la capacidad y memoria del sistema que nos ha hecho evolucionar, y esto es un error.

“El sistema humano está en el sistema Tierra. No es que existan dos sistemas, la gente plantea dicotomías absurdas. Por tanto, nuestra manera de vivir debe estar adaptada a la manera de hacer del planeta. Porque nosotros, entre tantos otros seres vivos, estamos dentro, y lo que no puedes hacer es cortar la rama en la que estás sentado”.

Explica que somos humanos porque descubrimos el fuego, y fuimos capaces de utilizarlo para reunirnos y comunicarnos, y, en consecuencia, incrementamos la capacidad de lenguaje, y descubrimos el mundo simbólico, el arte.

“Ahora el incremento de la demografía y sociabilidad ha sido tan rápido y se ha uniformizado tanto que el problema es que el sistema humano pierda su capacidad de adaptación. Porque si el capitalismo no funciona y no tenemos otras alternativas, podemos llegar al colapso de la especie”.

¿Acumular conocimientos o aprender a ser críticos? Ante esta alternativa el investigador responde que la gente competente no compite. “Cuando ves a una persona compitiendo contra alguien es porque no es competente, porque si lo fuera, esa energía la utilizaría para mejorar él, y no para ser mejor que el de al lado. Esta es la base fundamental de la individualidad colectiva: si eres competente no puedes ver una amenaza en otro de tu especie”. Y añade que los humanos somos responsables de nuestra incapacidad para saber quiénes somos.

También piensa que nuestra capacidad de adaptación nos ha ido desnaturalizando. “Y ahora debemos volver a hacer natural nuestro comportamiento” ¿Por qué? Lo ejemplifica así:

“Comer peces pequeños hará que no se puedan reproducir lo suficientemente rápido y, por tanto, desaparecerá aquella especie. ¿Es importante que desaparezca? No, porque han desaparecido toda la vida, pero que tú seas responsable sí es importante. El clima: ha hecho frío y calor toda la vida, incluso cuando los humanos no estábamos aquí. ¿Somos responsables del cambio climático? No, pero favorecemos que vaya más rápido”.

El problema —reflexiona— es que no nos planteamos el efecto que tiene cada cosa que hacemos. “Si eres consciente de que estás contribuyendo a algo negativo para la especie, debes pararlo. Nuestra especie, Homo sapiens es imbécil, porque sólo un imbécil se autodestruye sabiendo que podría hacer lo contrario” (Publicado en Cuba en Resumen).

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Flor de Paz
Periodista y Editora.

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