Primero, porque dicha vacuna no es “latinoamericana”, sino una versión de la anglo-sueca AstraZeneca, fabricada ahora por dos empresas privadas de Argentina y de México.
Segundo, porque no la primera sino las tres primeras vacunas anticovid de Latinoamérica son cubanas y creación, no de empresas multinacionales, sino de laboratorios estatales de la Isla: la vacuna Abdala, creada por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana, así como la Soberana 02 y la Soberana Plus, diseñadas estas por el Instituto Finlay.
La aplicación masiva de las tres, desde el mes de julio, incluyendo a la población infantil desde los dos años, y su nivel de eficacia (superior al 92 %) explican que Cuba sea, hoy, el segundo país en porcentaje de vacunación del mundo (el 86 % con tres dosis), y uno de los de menor incidencia de contagios. Otros países, como Venezuela, Nicaragua, Irán y Vietnam, están administrando ya las vacunas cubanas.
Después de un repunte de contagios y fallecimientos en el mes de julio, que fue aprovechado por medios y actores políticos de EEUU para desencadenar protestas en la Isla, Cuba ha logrado, gracias -en buena parte- a sus vacunas, el control de la pandemia.
Sí es cierto que la vacuna de AstraZeneca sería la primera fabricada en Latinoamérica que ha obtenido el aval de la OMS, porque las tres cubanas –que superan a aquella en todos los índices básicos de eficacia y seguridad- siguen en el proceso de evaluación, a la espera del aval.
Y más paradojas. Siendo Cuba –según la propia OMS- el país con la menor tasa de letalidad de las Américas, la mitad que la de EEUU, donde han fallecido ya 800 mil personas, Washington no permite el ingreso a su territorio a la población cubana vacunada en la Isla, dado que solo admite las vacunas avaladas por la OMS.
Por su lado, la mayoría de países de la Unión Europea tampoco admiten las vacunas cubanas, ni las chinas ni las rusas. Solo las cuatro fabricadas por multinacionales de EEUU (Pfizer, Moderna, Janssen y Novavax) y la anglo-sueca AstraZeneca. Gracias a ello, tres de los grandes laboratorios, Pfizer, BioNTech y Moderna, obtendrán este año unos beneficios de 34.000 millones de dólares, unos 65.000 dólares por minuto.
Muchas personas se preguntan cuándo llegará el aval de la OMS para las vacunas cubanas, que hoy son tres en aplicación y dos más en desarrollo. Este aval facilitará, sin duda, que sean compartidas con muchos más países del Sur, de África por ejemplo. No solo por su precio, sino también por su facilidad de transporte, ya que, al menos en el caso de la Soberana 02, no requieren de temperaturas bajo cero. Y permitirá también que Cuba obtenga más ingresos por exportación, esenciales para un pequeño país que lucha por sobrevivir a un cerco económico sin precedentes en la historia.
(Tomado de Cubainformación. Imagen destacada: ACN/Marcelino Vázquez)