Año y medio después de su fatal irrupción en el mundo, la pandemia de Covid-19 no ha distinguido entre edades o sexos, ni tampoco ha hecho la diferencia en cuanto a profesiones.
Personas de los estratos laborales más diversos han enfermado y en no pocos casos fallecido, como consecuencia de esa enfermedad o de sus secuelas.
Desde luego, ha habido desempeños más expuestos que otros. Y en ese para nada privilegiado inventario ha tenido un lugar cimero el personal médico y paramédico, enfrentado al nuevo coronavirus más allá de esa tenue demarcación que separa la vida y el riesgo extremo de la muerte.
Las pérdidas duelen todas, pero pesan más las que se saben probables, porque responden a un deber irrenunciable, a una entrega requerida por la propia esencia de la profesión. Es el caso de los trabajadores de la Salud. Y también la de los periodistas, aunque quizás estos no siempre hayan estado tan expuestos como aquellos a un peligro inevitable.
Pero los periodistas, y especialmente los reporteros, son servidores públicos que para un cabal cometido de su oficio deben traspasar esa línea roja en escenarios de riesgo o recabar fuentes de información en los más disímiles lugares, algunos de ellos igual de comprometidos.
Por eso ha punzado también en lo más hondo cada vez que la Covid-19 se cobraba la vida de un colega en medio del pico pandémico que hemos padecido, sobre todo si el fatal desenlace era debido a ese retarse ante situaciones extremas, tan propias del ejercicio periodístico.
Hubo momentos en estos últimos meses, en que no pasaban muchos días sin que no nos sorprendiera la muerte de alguien de ese gremio, donde se acostumbra a dar las noticias, no a protagonizarlas.
Según la Unión de Periodistas de Cuba, 739 de sus afiliados han enfermado de Covid-19 y 22 han fallecido a causa de la enfermedad desde que la pandemia comenzó a abultar esa particular estadística.
La relación no contempla a todos los trabajadores de los medios, que son muchos más que sus periodistas, y donde el SARS CoV-2 se hizo sentir con particular encono en muchas otras especialidades.
Para que se tenga una idea de esa situación, solo en una provincia, pequeña como Cienfuegos, con órganos de prensa también modestos en cuanto a su plantilla, 30 trabajadores enfermaron en la radio; 25 en el telecentro y otros cinco en el periódico.
Son estadísticas que a su vez se insertan en un panorama internacional que distingue al periodismo como una de las profesiones más expuestas durante la pandemia.
Según un informe dado a conocer el mes pasado por la Campaña de Emblema de Prensa (PEC), organización no gubernamental dedicada a abogar por la protección de la prensa a nivel mundial, al menos mil 800 comunicadores han muerto durante la epidemia, con una tasa de mortalidad especialmente elevada en Latinoamérica.
Los periodistas de primera línea siguen siendo una de las profesiones más afectadas”, ha indicado esa ONG, que identificó a Brasil como el país con el mayor número de periodistas víctimas del virus a nivel mundial, con 280 muertos, por delante de la India, que registró 270. En ambos casos la mayoría de los decesos se registró en el segundo trimestre del año.
Después de Brasil, Perú ha sido el país con más periodistas muertos por Covid-19 (198), seguido de México (120) y Colombia (77). De otras regiones, exceptuando a la India, Bangladesh es el país con más periodistas fallecidos: 65 decesos. Le siguen Italia, con 59, y Estados Unidos, con 55.
Los datos de la PEC se basan en informaciones proporcionadas por las asociaciones nacionales de periodistas, los medios locales y por su propia red de corresponsales regionales.
Cuando se haga la historia de esta pesadilla epidemiológica, que hace más de un año trastocó la vida en el mundo tal como la conocíamos, junto a los trabajadores de la Salud y el personal que desde diversos sectores lo ha estado apoyando; junto a los científicos, a los estudiantes de Ciencias Médicas y a todos los que de una forma u otra han lidiado con la pandemia, los periodistas cubanos serán también recordados, porque tuvieron que seguir en la lucha y tampoco eludieron el peligro.
(Tomado del 5 de septiembre)