La mañana es sobria y tranquila. En la Plaza Vieja del Centro Histórico de La Habana hay poco movimiento, por lo menos al centro, sus costados raras veces escapan al bullicio de las tumbadoras, las maracas y las guitarras de un ambiente en turismo. Son cerca de las 10: 00 a.m. y la Vitrina de Valonia, frente a esa antigua explanada, tiene las puertas abiertas. Si alguien penetra al que fuera el Palacio de los Condes de Cañongo, descubrirá, casi al final, el motivo de la reunión que tendrá lugar una hora más tarde: un conjunto de historietas e ilustraciones originales publicadas en la revista Pionero.
Esa exposición, sin embargo, es uno de los pretextos planificados para celebrar los 60 años de la publicación, cuyo primer número-con una portada que “parecía un cuadro de los grandes maestros europeos, a todo color”, según dice Olivia Miranda, la primera directora de la revista- apareció el 25 de noviembre de 1961.
Fidel Castro convocó a algunos miembros de la entonces Asociación de Jóvenes Rebeldes. Debían crear una revista educativa dirigida a los niños, adolescentes y jóvenes. El transcurso de los años y el surgimiento de otras publicaciones como Zunzún, dedicada a los más pequeños, determinaron que Pionero redireccionara sus contenidos a los adolescentes de Secundaria Básica.
Aracelys Bedevia y Malvis Molina son las primeras en llegar a la Vitrina. Hace pocos meses que trabajan en la revista; la primera como directora y la segunda, como jefa de redacción; pero conversan sobre Pionero con un desenfado y una experiencia que parece de años.
“Estamos aprovechando estos 60 años para relanzarnos, no solo como revista sino como medio multiplataforma, una condición que nos permita llegar a los adolescentes de entre 12 y 15 años”, comenta Aracelys y volverá a precisarlo más tarde junto a Malvis para recalcar que la publicación ensaya cambios definitorios capaces de acercar a Pionero a su público meta, luego de un año sin salir impresa y aún en medio de una pandemia que “cambió las motivaciones de sus lectores”.
Cuando se hable o escriba sobre la revista, no debe faltar el nombre de Gladys Gómez Regüeiferos, quien graduada de diseño textil y moda comenzó a trabajar en Pionero en la década de los años 80 y se desempeñó como directora artística desde 1999 hasta su jubilación en 2013.
Durante esa primera etapa que se extendió hasta los noventa cuando la revista dejó de publicarse debido a las limitaciones económicas derivadas del periodo especial, Pionero salía en formato tabloide con una tirada semanal de 250 mil ejemplares.
Gladys recuerda el ajetreo para armar cada número y de cómo debía diseñar, corregir cada página y rectificar los errores con una precisión a cortes de bisturí, “letra por letra”.
Para Francisco Blanco, director artístico de la revista desde 2018, un elemento clave durante esa etapa fue la sistematicidad que permitió la publicación de “historietas y narraciones gráficas sobre diferentes temas en largas series, separatas o dosieres coleccionables”.
Sus páginas -enfatiza Blanco- fueron expresión de lo que podemos considerar “la edad de oro de la historieta cubana”, pues en ellas desarrollaron y consolidaron su obra autores como Virgilio Martínez, Luis Lorenzo Sosa, Juan Padrón, Ubaldo Ceballos, Roberto Alfonso, Domingo García, Cecilio Avilés, Jorge Oliver y nacieron o aparecieron personajes emblemáticos como Elpidio Valdés, Cucho, Matías Pérez, Guabay, Cecilín y Coty.
Gladys y Francisco reconocen que la reducción del número de páginas, los cambios en su formato y frecuencia de publicación han conspirado de manera negativa. De ahí que Pionero llegue a estos 60 años también con tareas pendientes.
Francisco Blanco aspira a una revista “más parecida a sus lectores, que ya no son niños, pero tampoco adultos, más atrayente, intencionada, profunda y dinámica, con mayor presencia del humor y la imaginación”.
El equipo de Pionero está consciente de la urgencia de cambios que impregnen novedad a la publicación y, sobre todo, devuelvan el vínculo estrecho con los lectores adolescentes.
No obstante, renovar también significa redimir la memoria. Por eso, el número que celebra sus seis décadas, está integrado por historietas y solo cuatro páginas centrales que narran su historia. Por eso no olvidan a los fundadores, dibujantes y redactores que han construido sus páginas.
La exposición en la Vitrina no podía tener a otros invitados que no fueran los propios pioneros. La sala de la muestra comenzó a ser de ellos, de las historietas y de las certezas; la primera la escribió Francisco Blanco cuando respondió: “Si la revista Pionero no existiera, habría que inventarla”.