Al hablar en la Universidad de La Habana con los delegados al Congreso de la Felap, en noviembre de 1999, Fidel Castro se detuvo al inicio en el concepto del Estado y recordó los viejos esfuerzos de los capitalistas para demostrar que el Estado no servía para nada, aunque ellos si saben para qué sirve, y aclaró: “Yo incluso estaría de acuerdo, depende de cuál Estado”.
Desde la guerra misma contra el colonialismo español y hasta ahora, los cubanos han defendido, su decisión de darse un Estado propio, lo que ha significado el pago de un altísimo precio toda vez que Estados Unidos fue siempre un enemigo declarado de esa justa aspiración.
Washington puso punto final a la contienda al declararle la guerra a una España prácticamente derrotada, e invadir Isla. Tras cuatro años de ocupación, el imperio debutante retiró sus tropas, convencido de que por su poder militar y económico quedaba asegurado el control sobre un estratégico territorio en el Caribe.
Pero los patriotas, siguieron pensando de otra manera, al igual que Martí, quien había advertido, una década antes, sobre la necesidad de “sujetar a esta nueva Roma, cuando empiece a degenerar en sí, y a querer, como la de los Césares, que toda la flora y la fauna del mundo le llene los manteles y le nutra los estanques”. El triunfo del Ejército Rebelde en 1959 permitió alcanzar la verdadera independencia de Cuba luego de medio siglo de república burguesa neocolonial.
¿Para qué sirve el Estado cubano y socialista? Para salvar vidas, por ejemplo, al integrar todas las fuerzas en casi dos años de enfrentamiento a una de las más terribles e inesperadas epidemias de la historia; para utilizar el talento acumulado durante décadas en los sectores de las ciencias y la salud, principalmente en los centros de investigación y producciones biotecnológicas.
Gracias a la hazaña de cientos de hombres y mujeres, la mayoría jóvenes, muy bien preparados ética y profesionalmente, el pueblo cubano pudo disponer de 27 productos de alta eficacia para a combatir la Covid-19, entre ellos tres vacunas y dos candidatos vacunales, colocando a Cuba entre los primeros 15 países del mundo con esquema completo.
Y sirve también ese Estado para alistar y enviar 57 brigadas médicas a 41 naciones, cuyos gobiernos habían solicitado ayuda ante situaciones difíciles creadas por el azote pandémico.
¿Para qué sirve el de Estados Unidos? Para ponerse, en esas circunstancias, del lado del sufrimiento y la muerte, intensificando el bloqueo a Cuba y las acciones para lograr el sueño de liquidar la Revolución, con el pretexto de que el sistema socialista es el culpable de los no pocos problemas nuestros, cuando es, en realidad, la única explicación de que hayamos sobrevivido a ese cerco feroz y genocida sin renunciar a desarrollarnos, como expresó presidente Miguel Díaz-Canel hace unos días en la Asamblea Nacional.
Quien creía haberlo visto todo, oído todo o leído todo sobre la política de EE.UU. hacia la Cuba, debe haberse quedado estupefacto ante la amenaza de incluir una nueva medida en la larga lista de fechorías anticubanas. Un asesor del presidente Josehp Biden advirtió que habría más sanciones si eran procesados los convocantes a una marcha “pacífica” el próximo 15 de noviembre en La Habana y otras ciudades, quienes amparándose en la vigente Constitución socialista, habían solicitado autorización oficial que les fue negada por las autoridades locales.
Lo que faltaba: los yankis indicando a sus operadores políticos en Cuba que se ampararan, aunque con una fraudulenta interpretación, en la Carta Magna de la República, aprobada por el voto de la gran mayoría de los cubanos, que en su Artículo 4 refrenda el carácter irrevocable del sistema socialista.
Pero cada día se revelan más detalles de los fines nada pacíficos del plan, toda vez que con su morbosa tendencia al exhibicionismo, al cinismo extremo y al desprecio al derecho internacional, los propios promotores en Estados Unidos publicitan los propósitos de la irresponsable provocación injerencista.
Fondos millonarios de agencias oficiales, operados directamente o por subcontratistas para el entrenamiento y organización de contrarrevolucionarios que viven en Cuba, siguiendo las pautas para golpes “suaves” contenidas en el Manual de Guerra No Convencional contra naciones indóciles, con la participación directa incluso de funcionarios de la sede diplomática yanqui en La Habana.
Con ese fin, en una furiosa campaña de desinformación mezclan en una caldera diabólica, las mentiras y la desinformación sobre Cuba vertidas por un entramado de medios de comunicación y redes sociales que reproducen declaraciones de políticos de la extrema derecha floridana y de cabecillas de organizaciones terroristas con un pasado de espanto, que ahora reclaman más sangre.
Es más de lo mismo. Washington les dice a sus agentes en Cuba algo así como hacemos todo lo posible por calentar el ambiente, y a la par mantenemos bien apretada la soga del bloqueo económico, comercial y financiero, les pagamos a ustedes para que hagan lo que nosotros queremos y entonces nos piden que actuemos.
Así idearon el fracasado proyecto encargado a la CIA, que en 1961 financió, reclutó, entrenó, armó y desembarcó una brigada mercenaria en Playa Girón, en una operación que incluyó la designación de una junta de títeres criollos que iría detrás para tomar posesión y pedir la intervención de la OEA con el fin de restaurar la república de mentirita.
Aquí no hay “marcha” atrás, rezaba un cintillo humorístico del diario Juventud Rebelde, como expresión del rechazo de todos los sectores del país y en especial de los patriotas de nueva generación, que ya venía mostrando una Revolución en cuarta velocidad, con pujante vigor para reactivar y redoblar todos los mecanismos de vinculación sistemática con la población, interrumpidos por la pandemia con Díaz-Canel al frente, quien resumió: “Vivimos días intensos. Sin desperdiciar un minuto se organiza, hacia la nueva normalidad, la vida del país”.
La apertura del curso escolar de la enseñanza primaria, el próximo día 15 llenará las aulas de la alegría, abrazos y reencuentros de los infantes vacunados también, con los maestros y demás trabajadores del sector de la Educación, la otra niña de los ojos del socialismo cubano. Toda persona buena e informada en el mundo exige que dejen a Cuba resolver sus propios problemas, pues no desean para ese día, ni para otro, el futuro tormentoso y caótico que proyecta la nueva Roma.
(Publicado en https://www.utpba.org, de la Unión de Trabajadores de la Prensa de Buenos Aires)