Al reconocido poeta Carlos Genaro Valdés (Villa Clara, 19 de septiembre de 1843-La Habana, 29 de junio de 1890), también cajista de imprenta, redactor, editor y colaborador de varias revistas y periódicos de la segunda mitad del siglo XIX, se debe la fundación, el 5 de octubre de años diferentes, de las publicaciones El Trabajo, en 1873, y El Mundo Literario, en 1877, este último devenido un mes después, el 7 de noviembre, en El Palenque Literario.
El Trabajo, según su identificación, fue un impreso literario y de intereses locales, especialmente dedicado a los artesanos, así como en sus páginas incluyó textos de corte científico, entre otros temas de interés para los lectores.
Genaro Valdés ideó esta gaceta en el año 1873 con el fin de interesar a los varios miles de artesanos que en esa época constituían importante fuerza de trabajo en la capital, donde se había creado la Junta Central de Artesanos y ese mismo año los obreros tabaqueros fundaron el Centro Nacional de Artesanos, transformado en el Círculo de Trabajadores, situado en una de las esquinas del Campo de Marte.
En las páginas de este semanario, del que solamente se conserva un ejemplar y el prospecto fechado el 13 de agosto de 1873, se incluían poemas, artículos educacionales y sobre la enseñanza de la literatura, crítica literaria, prosa poética y trabajos sobre asuntos locales, como el comercio, los ferrocarriles y la ganadería, entre otros; además de noticias relacionadas con la vida social habanera.
En el mencionado prospecto se expresa que “El Trabajo será un periódico útil para todas la clases sociales, y muy principalmente para la honrada y laboriosa de los artesanos; porque a par del recreo agradable que proporciona a la imaginación la bella literatura, cuidaremos con preferencia de que no falte alimento sano al corazón; dejando espacio suficiente en nuestra páginas para tratar de los asuntos locales, cuya gestión interese a nuestros abonados en particular y en general al país. Los artículos científicos, con aplicación a las artes y a la industria, estarán a cargo de uno de nuestros más distinguidos y competentes colaboradores”.
Entre sus principales colaboradores se encuentran Martina Pierra de Poo, Domitila García de Coronado, Marcos de J. Melero, Saturnino Martínez, José de Poo, Francisco Mavilio, Nicolás Coronado, Bernardo Costales y Sotolongo y Ramón Codina Muñoz.
Genaro, quien se trasladó muy joven a Cienfuegos, donde trabajó como cajista en una imprenta y posteriormente se radicó en La Habana, fue acreditado redactor de La Infancia, El Eco de las Damas, El Hogar y El Volteriano. En esta ciudad estableció la imprenta La Idea, donde editó el periódico del mismo nombre. Con el título Rasgos de Emilio Castelar en 1873 publicó una colección de los pensamientos más notables de este político, catedrático y escritor español; además de uno de los cuatro presidentes de la Primera República española.
De El Mundo Literario a El Palenque…
Con la colaboración de Quintín Díaz Sevilla, el 5 de octubre de 1877 el creador de El Trabajo también fundó El Mundo Literario, un semanario concebido para reactivar la vida cultural de la urbe colonial, tesis sustentada en las palabras que aparecieron en su primera edición:
“…como otros muchos, y con la fe y el entusiasmo de los que más, nosotros también comenzamos con el firme propósito de entretener nuestros ocios haciendo algo de provecho para nuestros conciudadanos, por medio de la palabra escrita, azotando con el látigo del ridículo todas las costumbres perniciosas que agitan esta sociedad, analizando con razonada crítica las producciones literarias que ven la luz pública, haciendo vibrar la lira de algunos poetas para solaz de las imaginaciones tropicales, y sobre todo, dando preferencia en las columnas de El Mundo Literario a la explosión de los adelantos científicos y literarios que se alcancen en otros países, y por último, ofreciendo a nuestros lectores toda clase de conocimientos útiles; que no estén ni deben estar reñidas las bellas artes con los adelantos de la industria y el comercio”.
Un mes después de su creación este periódico pasó a denominarse El Palenque Literario, y entre sus más sobresalientes textos se encuentra el redactado por el propio Genaro sobre unas efemérides en las que consignaba que el poeta Plácido, condenado a muerte y ejecutado en 1845, era inocente, lo que le llevó a un proceso judicial en que actuó como defensor José Antonio Cortina, el destacado orador y periodista matancero.
En la edición correspondiente al siguiente mes, específicamente la del 7 de noviembre de 1877, fecha en que se produjo el cambio de nombre del impreso, el director de El Palenque… expresó que este “no sería más que la continuación de las dos anteriores entregas del Mundo…”. Y seguidamente añadió: “En cuanto a la marcha que ha de seguir El Palenque Literario, es la misma que trazamos en la primera entrega del Mundo, teniendo que agregar solamente que publicaremos con gusto todas las composiciones, en prosa o verso, que se nos remitan, siempre que revistan una forma literaria aceptable, y tengan una tendencia útil y científica”.
A la autoría de este valiente intelectual que utilizó el seudónimo de Justino —nombre que había adoptado en la masonería— se debe, asimismo, una colección escogida de cantos cubanos y la recopilación de sus poemas junto con los de otros importantes autores, como Fornaris, Luaces, Milanés, Teúrbe Tolón, entre otros poetas.
A partir de la salida correspondiente al 5 de septiembre de 1878, este periódico se estableció como el órgano oficial de los masones de Cuba. Genaro apuntó que su publicación daría a conocer “los trabajos y las buenas obras que la masonería realice”. En el año 1878 El Palenque… fue suspendido y volvió a aparecer en 1882, esta vez con el subtítulo de “Periódico político quincenal”.
Al siguiente año, el 5 de agosto, volvió a ser censurado, y en esa edición aparece la siguiente nota: “El Palenque Literario termina aquí su efímera existencia, en la forma en que ha venido publicándose, quizá para adoptar otra dentro de breves días”.
Ese augurio se cumplió dos años después, el 5 de julio de 1885, cuando la publicación reapareció, esta vez bajo la dirección del ilustre escritor, periodista, poeta, crítico, conferencista, dramaturgo y diplomático, Aniceto Valdivia, quien con el seudónimo de Conde Kostia, se había revelado como una de las personalidades más interesantes y representativas de la cultura cubana del último cuarto del siglo XIX y primero del XX.
Valdivia, quien estudió en España la enseñanza superior y allí dio sus primeros pasos en el periodismo en El Imparcial (1882) y la revista Madrid Cómico, había llegado a La Habana en 1886 y se incorporó a la redacción de El País. Luego trabajó en La Lucha, donde alcanzó resonancia por sus reseñas de los acontecimientos de teatro de la época, escritos sustentados en sus conocimientos como dramaturgo.
Gran amigo de Julián del Casal, los hermanos Uhrbach, Juana Borrero y Rubén Darío, el nuevo director de El Palenque… —ahora con una salida quincenal— contó igualmente con la colaboración de acreditadas firmas, como la del propio Genaro, además de las de Antonio Sellén, amigo de José Martí, Alfredo de Musset, Francisco Calcagno, Luisa Pérez de Zambrana; Enrique José Varona, Antonio López Prieto, Saturnino Martínez, Antonio Bachiller y Morales, Aurelia Castillo de González, Rafael María de Mendive y Pablo Hernández, entre otros.