En Facebook, uno de los principales vínculos entre colegas y familiares en tiempos de pandemia, circuló en horas de la noche del lunes otra triste noticia: el fallecimiento de Américo G. Miranda, uno de los pilares del renacimiento de la televisión en Camagüey (24 de junio de 1984), con la responsabilidad de director de programas.
Américo desarrolló, igualmente, una amplia trayectoria como periodista en Radio Cadena Agramonte, en el Cine Club “Charles Chaplin”. Su formación profesional fue letra a letra, y no es una expresión literaria, sino la realidad de uno de esos cubanos a quienes el triunfo de la Revolución en enero de 1959 sorprendió con elementales conocimientos educacionales.
En las relaciones con el colectivo, sobresalía la comunicación afable, siempre cargada de la modestia -originaria en un hombre de campo-, con un tono de voz pausado que no se alteraba aun cuando impugnara un error técnico en la realización audiovisual o indisciplina de procedimiento técnico. Su rostro se iluminaba en la aceptación a esas bromas propias del sector y al engalanar una anécdota personal.
Deja en la televisión camagüeyana un legado de la laboriosidad forjada en el quehacer del oficio y en cualquier otra tarea sindical, partidista o en la organización de los periodistas; no desechaba la oportunidad para el consejo a los noveles en la realización audiovisual.
Jubilado, batalló tenazmente durante años contra una inoportuna enfermedad; por tal razón muchas fueron las expresiones de admiración y alegría cuando le vimos llegar en una silla de ruedas al telecentro, para la conmemoración del aniversario 35 de Televisión Camagüey, el pasado año. Fue como un regalo especial a generaciones a los hombres y mujeres de la pequeña pantalla..
