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Estados Unidos: una pausa entre estallidos

Por Víctor García Guerrero

“Salva América”, exclamaba un enorme cartel en uno de los últimos mítines de Donald Trump. Fue en Cullman, Alabama, a finales de agosto. Según datos del Partido Republicano, 50.000 personas asistieron al acto y un millón más lo siguió por televisión. El expresidente recaudó más de un millón de dólares para seguir haciendo campaña y oposición menos de un año después de su derrota en las urnas y apenas ocho meses desde que sus seguidores tomasen por asalto el Capitolio.

“Lo trataban como si fuera el Mesías”, nos cuenta la periodista Helena Villar, corresponsal en Washington del Russia Today en español y autora del ensayo de Esclavos Unidos, la otra cara del American Dream (Akal, 2021). “Yo estaba allí y me sorprendió la cantidad de gente que había. Luego hablaba [con sus seguidores] y, después lo que ha pasado, casi todos me daban un discurso de clase sobre que las élites empobrecen a la clase trabajadora, etc. Es curioso porque a continuación decían que Trump les iba a salvar cuando, como se ha demostrado, Donald Trump es un magnate que no sirve más que a sus propios intereses”.

El fenómeno Trump (74.223.251 votos en las elecciones de 2020) sigue marcando la política de los Estados Unidos, lo que para Villar demuestra que “no fue una aberración sino una reacción populista” a un sistema bipartidista que no está respondiendo a los anhelos y necesidades de una parte considerable de la población.

Para Villar, “Joe Biden ha servido como contención de daños” en un país que, “en los meses previos a las elecciones estaba al borde del estallido social, con unos niveles de violencia que eran los mayores en décadas”. Eran los últimos meses de Trump en la presidencia, con la pandemia descontrolada hasta el punto de que el propio presidente cayó enfermo semanas antes de las elecciones. Pero Biden, cree la periodista, “de momento ha dejado muchas promesas incumplidas. El sistema continúa igual y los fallos estructurales siguen ahí”.

Además, “lo que había prometido a la clase trabajadora se ha visto muy reducido. No se ha aprobado todavía ningún paquete de sustancia de esas promesas, y los paquetes que se están llevando al Congreso llevan recortes sustanciales en materia social para intentar que salgan adelante con algún voto Republicano”. Por lo tanto, cree la autora de Esclavos Unidos, “ahora mismo, EE. UU. está en un impasse, en un momento de contención y respiración, pero esa frustración y ese descontento y esos problemas sistémicos que describo en el libro siguen ahí”.

“Todo está en venta, hasta la sangre”

En Estados Unidos, todos los ciudadanos pueden vender su propia sangre, pero los centros de donación remunerada se ubican mayoritariamente en barrios pobres. “Donar sangre es muy común en esta zona”, le cuenta una vecina de Baltimore a Helena Villar. Estados Unidos es el principal proveedor de plasma del mundo y tiene clientes en Países Bajos, Italia, Alemania, Bélgica, Japón o España: “Todos participamos del neovampirismo capitalista a costa de chuparle la sangre a los más pobres, aunque de puertas adentro pretendamos engañarnos y pensar que somos más civilizados”, escribe Villar.

La lógica de la venta de sangre es perversa. Son los pobres, los 27,5 millones de personas (cuatro millones de ellas, niños) los que viven sin seguro médico, y son ellos mismos los que mercadean con su propia sangre para regar un sistema sanitario y farmacológico que los mantiene sistemáticamente al margen.

Y, sin embargo, son patriotas, destaca Villar, que explica la fe en el país por parte de los más castigados por una combinación de factores, pero fundamentalmente uno: “El tremendo individualismo. Nacen y crecen en un país en el que se te explica que todo puede ocurrir, que tienes todas las oportunidades posibles, que la meritocracia existe… Entonces, al final, el individuo es culpable, tanto de si prospera como si no. Con lo cual, incluso si no tienen nada, se echan la culpa a sí mismos, a sus propias decisiones. El sistema jamás tiene la culpa”.

Y, sin embargo, estalla

“Una de las preguntas que se hace la gente”, nos dice Villar en conversación desde Washington, “es por qué Estados Unidos no estalla. Mi respuesta es que Estados Unidos está en continuo estallido social. Esto explica las tasas de violencia, que se dan en esta nación como no se dan en ninguna otra nación industrializada o desarrollada. Pero también están las altas tasas de personas privadas de libertad: la nación que llaman “de la libertad” tiene el mayor porcentaje de ciudadanos privados de ella del mundo”, recuerda la periodista.

Hay otra salida para la presión acumulada: el Ejército. “La principal causa por la que las personas se alistan en el Ejército es económica”, explica Helena Villar: “es el no tener perspectivas de futuro”. Las Fuerzas Armadas sí dan esa perspectiva, analiza la periodista, porque ofrece beneficios a sus soldados en un país con “continuas desprotecciones a la clase trabajadora y las peores leyes laborales en lo que respecta a países desarrollados. Ese sentimiento patriota que podría, a nivel militar, verse en declive, se suple con cuestiones materiales, que es lo que, por otro lado, a nivel privado, se está quitando a la clase trabajadora”.

De estatuas y esclavos

“El capitalismo estadounidense se funda y se alienta en base a la esclavitud”, sentencia Helena Villar cuando le preguntamos por la ola antimonumentos que sacude el país unida a movimientos antirracistas como Black Lives Matter. Para Villar, “la esclavitud se abolió, pero realmente lo que hizo fue transformarse”. Eso explicaría que apenas el 0,6% de las figuras históricas que decoran Estados Unidos hayan sido retiradas y que decenas de personajes racistas y esclavistas sigan gozando de una posición de honor y privilegio en el espacio público.

El primer gran informe sobre las figuras históricas representadas en estatuas en Estados Unidos arroja datos llamativos: de los casi 50.000 monumentos, hay más esclavistas que abolicionistas, más sirenas que diputadas… “Esas informaciones que nos llegan sobre retiradas de estatuas, etc., llaman muchísimo la atención”, considera Villar, “pero cuando abrimos el plano y cuando se hace un estudio relativo a esto –y llama la atención que el estudio no se haya hecho hasta ahora- viene a confirmar que, más que nada, son imágenes espectaculares, pero que la realidad es otra, y es que existe una percepción errónea de la historia de este país y de cómo se ha construido esa psicología relativa a ello”.

El error sería, insiste Villar, en no tener en cuenta las profundas desigualdades en las que se basa la prosperidad estadounidense. O la marginación de millones de personas a los que los grandes medios de comunicación tienden a ignorar. Helena Villar, periodista de Russia Today, medio considerado en su versión RT América como un “agente extranjero” por decisión del gobierno Trump, ha recorrido esos Estados Unidos alejados del éxito y hablado con quienes las complicadas tramas de la nueva Guerra Fría les traen sin cuidado. Nos dice: “A la persona que está en la calle, al trabajador, al homeless, a la víctima de opiáceos… al fin y al cabo, como están tan olvidados y no se les pone el micrófono con tanta asiduidad, pues están agradecidos de hablar contigo.” Son ellos los protagonistas de fondo de este Esclavos Unidos que arroja luz sobre el lado oscuro del sueño americano (Tomado de rtve).

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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