A nuestros enemigos les encanta ponernos en cuanta lista se les ocurra, pero en algunas nos quedamos fuera. Pandora abre la caja de vez en cuando y deja salir un pomposo escándalo, que salpica con sus aguas corruptas a presidentes (como los de Chile y Ecuador), cantantes, empresarios y a otras celebridades de la misma especie. Todo se hace en nombre del dinero y muy poco, o casi nada, sucede a los encartados, más allá de titulares en los grandes medios, análisis de expertos y declaraciones altisonantes.
Los ricos ya no solo son cada vez más ricos, sino también más tramposos y dentro de esa caterva van los políticos de la sacrosanta democracia capitalista, esa que reclaman para Cuba, pero donde hay solo dos opciones: o eres un presidente millonario y todo estará «bien» o eres un presidente humilde, como una rara excepción (puede ser indio, maestro u obrero), pero entonces, de manera automática y sin importar lo que hagas, el aparato de prensa y los engranajes del poder lo convierten en «dictador». Cuando un mandatario o funcionario público se aparta de la supuesta normalidad del lucro y no amasa fortunas, evadiendo impuestos o simplemente explotando el trabajo ajeno, debe pagar bien cara la herejía.
Entre muchas otras cosas, no le perdonan a Cuba que pretenda gobernar con ministros sin cuentas bancarias abultadas en paraísos fiscales, yates personales, autos de lujo y viajes de placer; no es aceptable un país con jefes de Estado que no han aprobado para sí sueldos vitalicios, ni pueden concebir un parlamento con diputados que jamás reciben un centavo por su labor.
Y no es que la corrupción resulte ajena en estas tierras, pero la impunidad y la desvergüenza no son tolerables, ni tienen nuestros problemas de esa naturaleza la magnitud de aquellos que cotidianamente sacuden a esas sociedades, donde el soborno, la trampa y el robo a las finanzas públicas son indisolubles de la política en esas latitudes.
Pandora seguirá abriendo su caja, algunas caras podrán sonrojarse y tal vez se abra un tímido y dilatado proceso, en el cual casi seguro no serán condenados los de mayor fortuna, pero algo es real, mientras tengamos Revolución y el socialismo, antídoto contra esos vicios, no habrá un dirigente cubano en la lista de tan oscuros papeles.