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Mujeres al Sur: Una descarga de sonoridad liberadora

Una canción puede tener diferentes efectos en el sistema nervioso, en dependencia de su tono, ritmo y letra. El cuerpo transforma el sonido en impulsos eléctricos antes de llegar al cerebro. Así lo demuestra un estudio realizado por la Universidad de la Florida sobre la psicología de la música. En milésimas de segundos la melodía viaja desde el celular, a través de los audífonos y completa su travesía entre las neuronas.

Imagine un podcast llamado Mujeres al Sur. Agréguele voces con distintos acentos de América Latina, la bulla de una avenida en Buenos Aires, el silencio de un cerro guatemalteco, la ventolera de un bosque colombiano, las bocinas de un barrio habanero, las protestas en un pueblo mexicano, el rap de una chilena feminista…

Durante 15 minutos el paisaje sonoro atraviesa el canal auditivo, hace vibrar el tímpano y los líquidos de la cóclea en forma de caracol. En ese proceso el sonido se convierte en electricidad y llega al cerebro. Mientras todo ello ocurre en el organismo, el oyente vivirá las emociones que despiertan las historias de mujeres de diversas partes de este continente.

Quienes las escuchen no tendrán claros los términos feminismo, empoderamiento o sororidad. O tal vez sí. Tampoco tienen que hacerlo, mucho menos coincidir con ellos. En primera instancia nos vinculará ese corrientazo, la descarga eléctrica de un sonido enamorando las neuronas. Con el tiempo aspiramos a que supere el impulso nervioso y una emocionalmente a las mujeres. Tenemos preocupaciones y realidades distintas en una cuadra, país o región, pero estamos conectadas por una historia, pensamiento o vivencia compartida.

El proyecto Mujeres al Sur nació el 4 de julio de 2021 en un grupo de WhatsApp.Estudiantes y profesionales de Periodismo, una diseñadora y una psicóloga, fuimos agregadas a un chat con un mensaje de Graciela Ramírez Cruz, jefa editorial de la corresponsalía de Resumen Latinoamericano en Cuba: “Chicas quiero comentarles una idea”,

La propuesta pretendía enlazar historias contadas por mujeres de toda América Latina. Del intercambio de stickers, audios y textos surgieron las ideas de los primeros cuatro episodios. El primero enlazaba la muerte de Eva Perón, el 26 de julio de 1952, con el arresto de Haydeé Santamaría y Melba Hernández en 1953. El segundo vinculaba los destinos de Mabel Izquierdo y Belinda Sánchez, implicadas en el desarrollo de las vacunas cubanas Abdala y Soberana. El tercero refleja el horror de la desaparición forzada en las voces de las argentinas Ana Fernández, Ana María Careaga y Esther Ballestrino. El último episodio publicado aborda la resiliencia de tres mujeres de Cuba, Brasil y Bolivia.

“Las agendas feministas de América Latina se dirigen a luchas propias de nuestro contexto. La teórica brasileña Sueli Carneiro explica que las mujeres latinoamericanas son herederas de una historia de colonización y esclavitud que se proyecta en nuestras realidades actuales. Un factor transversal en la región ha sido el rezago de las dictaduras. Nuestras mujeres estuvieron en el clandestinaje, detenidas, fueron víctimas de tortura y violencia sexual, otro mal que sigue impactando en la actualidad.

“El frente por el derecho al aborto ha sido otro de los que lleva tiempo abierto en contra de políticas sociales y de salud retrógradas. Tenemos, además, grupos que sufren opresiones interseccionales como las mujeres negras e indígenas, a las que no solo se les reprime por su condición de género, sino también por su procedencia y racialidad”, explica Camila Maury Vázquez, comunicadora de la Oficina Santiago Álvarez del ICAIC.

Imagen: Yusmilis Dubrosky / Mujeres al Sur.

Para la periodista y gestora de redes la fortaleza de Mujeres al Sur es que aprovecha la narrativa conversacional y la recolección de diferentes experiencias a lo largo del subcontinente, al alcance de un mensaje de voz.

La pandemia afecta la vida de las mujeres en distintos ámbitos. Como apunta la Doctora cubana en Ciencias Demográficas, Dixie Edith Trinquete, particularmente en América Latina estas suelen desempeñar empleos informales, sin garantías económicas y seguridad social.

“El Fondo de Población de las Naciones Unidas habla de los impactos en el acceso a la salud sexual y reproductiva, la anticoncepción, la sostenibilidad para partos y abortos seguros. La alerta más repetida en estos tiempos de COVID-19, reiterada por organizaciones internacionales y la sociedad civil, es sobre la violencia de género, principalmente al interior de los hogares”, expresó la especialista, en el episodio Resilientes de Mujeres al Sur.

Una de las conductoras del podcast es la argentina Ana Fernández, vicepresidenta de la Asociación Caput, por la Cultura, la Comunicación y los DDHH. Desde su punto de vista la comunicación debe alcanzar a todas, todos y todes.

“Implica oír a aquellos que no son escuchados y funcionar como medio para amplificar sus voces. Exige respetar los derechos humanos y el derecho a la información. Eso incluye la perspectiva de género. Lo que hoy llamamos “comunicación hegemónica”, se trata de medios de dominación al servicio del gran poder de unos pocos, que sustenta, entre otras cosas, la exclusión.

El feminismo debe ser anticolonial. Las Mujeres al Sur podemos conectar nuestros pueblos conociéndonos, hallando puntos en común y nutriéndonos con las diferencias. Resignificamos nuestras luchas desde una mirada plural y respetuosa, porque un mundo más justo es posible”.

Los podcasts se producen desde Cuba y Argentina, pero implican una red de amigos y conocidos de diferentes países. Patricia María Guerra Soriano se gradúa este año de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Para ella el espacio constituye una mirada latinoamericana a lo que nos une y hace auténticos al mismo tiempo.

“Desde la selección del tema hasta el tratamiento hay un pensamiento conjunto que supone, en primer lugar, la revisión minuciosa del calendario, para no dejar fuera sucesos importantes, vinculados a las luchas feministas. En segundo lugar, se convocan diferentes voces que narren sus historias. En tercero, está la búsqueda de una sonoridad apropiada para transmitir lo que se cuenta. Mujeres al Sur incluye matices necesarios para exponer la complejidad de cada tema”.

La intención nunca fue dar lecciones de feminismo, sino que cada mujer contara su experiencia con vuelo propio. Julieta García Ríos, comunicadora del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, comenta la importancia de reflejar y visibilizar, pero sin caer en la victimización.

“Somos cuidadosas con el lenguaje inclusivo, pero más que el lenguaje, estamos pendientes de incluir voces jóvenes y experimentadas, académicas, artistas, obreras, las que salieron a enfrentar las dictaduras, las que buscan a sus hij@s, espos@s, seres queridos detenidos y desaparecidos. Mujeres Al Sur tiene el propósito de que te sientas identificada con quien te habla desde La Habana, Alquízar, Buenos Aires, Montevideo o la selva amazónica“, comentó la periodista, miembro del equipo de 11 mujeres nacidas entre los años 60 y finales de los 90.

La justicia social y el feminismo popular

La antropóloga mexicana Marcela Lagarde define la sororidad como una amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que trabajan, crean y convencen. Estas se encuentran y reconocen en el feminismo para vivir la vida con un sentido libertario. Bien lo sabe la psicóloga cubana Lizbeth Labañino Palmeiro, para quien Mujeres al Sur se enfoca en la empatía con la variedad de realidades en América Latina. Es un ejercicio de aprendizaje colectivo desde el audiovisual.

“La sororidad tiene que ver con la solidaridad entre mujeres. Pero va más allá, abarca un grupo de comportamientos relacionados con la figura de la mujer dentro de la sociedad. El cambio de conducta significa evitar comentarios que puedan ser sexistas, incluye la capacidad de entender a otras mujeres como iguales. ¿Qué es ser mujer en una sociedad patriarcal? ¿Cómo impulsar las iniciativas de las mujeres, la lucha activa contra el machismo, intencionar una competencia saludable entre nosotras y en la que se complementen nuestras habilidades? La sororidad es sobre todo amabilidad con el mundo y nosotras mismas”, argumentó.

El Feminismo Popular abraza todas las luchas sociales de las mujeres, incluso de aquellas que no se reconocen feministas. Agrupa y moviliza desde los derechos individuales y colectivos de los pueblos. Reivindica mujeres antipatriarcales, anticoloniales, anticapitalistas y antimperialistas. Esto significa para la impulsora de Mujeres al Sur Graciela Ramírez Cruz.

“¿Las mujeres de pollera que se enfrentaron al golpe de Estado en Bolivia son feministas? ¿Era feminista Bartolina Sisa? ¿Era feministas Juana Azurduy y Manuelita Saenz? ¿Fue feminista Carlota? ¿Fue feminista Evita, que entre 1945 y 1952 logró los avances más grandes de los derechos de la mujer trabajadora y humilde de Argentina? ¿Lo fueron Celia Sánchez, Haydee Santamaría, Vilma Espín, Melba Hernández y todas las guerrilleras que se alzaron en la Sierra Maestra? Sí.

“Como también lo fueron las obreras norteamericanas que defendían la jornada de trabajo de 8 horas, las que hoy organizan ollas populares en los barrios de Uruguay para contrarrestar el hambre que impone el neoliberalismo. Lo son las médicas y enfermeras que entran en Zona Roja para salvar vidas a la pandemia.

Feminismo no es solo la conquista de uno, dos, tres o diez derechos inalienables. Sino conquistar todos los derechos que el capitalismo le niega por esencia a la mujer. Y en esa lucha nos vamos reconociendo y creciendo en esta batalla histórica, de pañuelo verde, de pañuelo morado, de pañuelo rojo y negro. Cuba es el espejo donde pueden mirarse millones de mujeres de Nuestra América, por todos los derechos conquistados desde el triunfo de la Revolución. Aún en medio del recrudecimiento del bloqueo y la pandemia busca espacios de participación popular e institucional para alcanzar derechos muy importantes en la diversidad sexual y el Código de Familia”.

La militante argentina Adela Segarra habla de feminismos en plural. Para quien fuera senadora y directora de Política Social de la provincia de Buenos Aires, que tuvo a cargo la Secretaría de Salud y Desarrollo Humano en el Departamento General Alvarado, es necesario reconocer la diversidad de perspectivas y corrientes que habitan en este concepto. 

“Los feminismos son parte de los procesos históricos. No hay feminismo posible sin justicia social y no hay justicia social sin feminismo. Solo un Estado presente puede acompañar los procesos de demanda social. Solo la participación puede transformar las falencias estructurales de desigualdad de las mujeres. Entre el Estado y la participación debe configurarse una sinergia capaz de transformar esa realidad. Es un desafío en la política, en las organizaciones, en la institucionalidad.

“No hay feminismo posible sin democratizar las estructuras de poder. En la marea verde, en la revolución de las hijas está el germen del feminismo popular. Todavía hay una dicotomía ente el poder real y el poder subyacente de las mujeres. Entre la política y la democratización del poder. Entre las mujeres pobres que sobrellevan crisis y se les arrebata su lugar en la representación y en la real toma de decisiones”, compartió Adela Segarra, quien abraza el ideario de Evita, Néstor y Cristina Kirchner y se define como militante.

En su artículo El feminismo popular crece desde el pie, Gabriela Cultelli, integrante de la REDH en Uruguay, apunta que los feminismos populares tienen sus raíces en las luchas de los años 60 y 70.

“En Uruguay venimos haciendo historia por lo menos desde las lanceras de Artigas y antes. Atravesamos el siglo con luchas gremiales específicas, como las de obreras textiles; o como en aquella Sociedades de Resistencia de lavanderas, planchadoras, fosforeras y cigarreras de 1901, en cuya federación se crea en 1910 la Asociación Femenina de Oficios varios. En 1946 se conmemoró por vez primera el día internacional de la mujer en este país cuando se hace cargo de ello la Unión femenina del Uruguay”.

La economista y activista social señala, en la publicación Mate Amargo, que estos movimientos o colectivos de base territorial no necesariamente tienen conciencia de su impronta feminista. Sin embargo, los caracteriza el carácter anti patriarcal de sus demandas y cuestionan buena parte del propio movimiento feminista internacional y académico. “Se trata de feminismos con mayor o menor capacidad de incluir, diverso y con potencial propio”.

Mientras, para Georgina Alfonso González, directora del Instituto de Filosofía, el concepto de feminismo popular viene de una implicación entre el movimiento feminista y el movimiento de educadores populares en América Latina. Es el resultado de un largo proceso de concientización desde la critica al patriarcado capitalista y a partir de las experiencias de un movimiento feminista comprometido con un sujeto popular revolucionario, un sujeto mujer.

“Esta visión del feminismo popular intenta reconstruir e insertar en la lucha anticapitalista un movimiento de actores sociopoliticos comprometido con la superación del capitalismo y con una lógica antipatriarcal, antidepredadora, de naturaleza antidiscriminatoria. Defiende por encima de todo la participación”, precisa.

En Bolivia las mujeres indígenas han constituido y liderado las luchas anticoloniales. Así lo describe Claudia Espinoza, quien fue viceministra de Políticas Comunicacionales del Estado Plurinacional de ese país. El protagonismo femenino se evidenció también durante el golpe de Estado, en 2019.

“Las mujeres de sectores indígenas, obreros y populares, soportaron y enfrentaron la represión fascista de Jeanine Añez, autoproclamada en el gobierno de Bolivia. Gracias a la tenacidad de tantas mujeres, Bolivia recuperó la democracia en 2020. Después de pasar por el dolor profundo y enfrentar la lucha, hoy decenas de mujeres protagonizan las demandas de justicia para un pueblo humillado y masacrado por los golpistas de derecha. Con toda certeza saben que el peligro no pasó y más que nunca el feminismo popular debe estar alerta”, añadió la Directora de Gestión Comunicacional del gobierno de Luis Arce.

Claudia Korol integra el colectivo Pañuelos en Rebeldía y la articulación de Mujeres Feministas Populares de Abya Yala. En la entrevista Así llegué al feminismo popular y comunitario, publicado en el Medio Digital Comunitario Wambra, resumía la naturaleza de esta lucha por equidades e igualdades.

Nuestra batalla está fundada en un movimiento de mujeres y disidencias sexuales muy potentes, pero donde la esperanza debe mantenerse como fuente de esa movilización (…) Soy sobreviviente de una generación que tuvo toda la confianza de que la revolución era posible, y que no podemos abandonar a nuestros compañeros desaparecidos y asesinados, mantener vivo el fuego de la lucha revolucionaria de que vamos a seguir peleando (…) Soy parte de la revolución feminista, como somos todas las mujeres que estamos en las calles”, declaró la autora del libro Hacia una Pedagogía feminista. Géneros y educación popular.

Mujeres al Sur escucha estas voces y aprende de ellas. En esa mezcla de paisajes e historias regionales va encontrando su propio sonido. No aspira a más que una revolución de decibeles, donde el podcast se trasforme de onda a descarga eléctrica. Un corrientazo de sororidad entre mujeres que habitan una cuadra común, un país, una región, un planeta.

Tomado de Cubadebate

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