Quién dudaría de que Estados Unidos es ejemplo de «libertad» —a su manera—por supuesto.
No importa si quien esté instalado en la Casa Blanca sea un republicano o un demócrata. La cuestión, en cada caso, es que los gobernantes tienen toda la facultad para imponer su «libertad».
Por ejemplo, durante el gobierno del republicano Donald Trump, un ejercicio de «libertad» fue separar de sus padres a niños centroamericanos que por miles llegaban a la frontera entre México y los Estados Unidos, encerrarlos en especie de jaulas, mantenerlos en un limbo jurídico y en situaciones precarias de albergue y alimentación.
Todo esto, mientras la administración estadounidense añadía cuantas sanciones se le ocurrían contra otros pueblos, acusando a sus gobiernos —sin prueba alguna— de ser violadores de los derechos humanos.
El propio Trump ejerció su concepto de «libertad» y, el 3 de enero de 2020 ordenó asesinar al general iraní Qasim Soleimani, en pleno aeropuerto civil de Bagdad, la capital de Irak.
Pueden sumarse a su agenda «inmaculada» las 243 nuevas sanciones que añadió al criminal bloqueo impuesto por su país contra Cuba hace algo más de seis décadas.
«Libertad» en la jerga trumpista fue «fabricar» a un Juan Guaidó a quien impuso como «presidente» de Venezuela, desconociendo a Nicolás Maduro, presidente electo democráticamente en elecciones transparentes.
Y, unos meses antes de que lo echaran de la Casa Blanca cuando no fue reelegido para seguir usando la silla presidencial, volvió a acordarse de la vecina Cuba y la incluyó en la nefasta lista de países que, según Estados Unidos, son «patrocinadores del terrorismo».
Esto y mucho más hizo el republicano Trump en nombre de la «libertad».
Ahora estamos en la etapa de su sucesor, el demócrata Joe Biden, el actual inquilino, que también tiene su propio librito sobre «libertad», por cierto, con muchos párrafos que son copia al papel carbón de los aplicados por Trump.
Pongamos unos pocos ejemplos.
Hace solo unos días, imágenes escalofriantes al estilo de la época de la esclavitud más bárbara, recorrieron el mundo a través de las redes: soldados estadounidenses, en la frontera de Texas con México, montados a caballo, arremetían contra grupos de indefensos haitianos que, huyendo al hambre y la desestabilización en su país, se proponían llegar a la opulenta nación del Norte.
Otro ejemplo de esa «libertad» que practican los gobernantes estadounidenses fue el lanzamiento de una bomba desde un avión no tripulado a un grupo de personas en el centro de Kabul, la capital afgana, que mató una familia civil de 10 personas, entre ellos seis niños, cuando ya las tropas invasoras que habían ocupado el país durante 20 años, abandonaban derrotadas la empobrecida nación asiática.
También la actual administración demócrata, se jacta de ejercer la «libertad», cuando no ha quitado ninguna de las 243 medidas impuestas por Trump contra Cuba y se ha burlado hasta de sus compromisos de campaña en cuanto a este tema.
Ejemplos hay cientos y millones de personas de todo el mundo, incluyendo de Estados Unidos, se oponen a esta manera tan criminal de actuar en nombre de la supuesta «libertad».
Este fin de semana fueron miles los que en decenas de ciudades estadounidenses y de naciones europeas, salieron a las calles a exigir que el presidente Joe Biden elimine esas sanciones y se disponga a poner fin al bloqueo contra Cuba.
Ese sería un verdadero ejemplo de ejercer la libertad plena, la que está acompañada del respeto, el diálogo, y la solidaridad tan necesaria en tiempos como los actuales.