Franklin Reinoso —quien falleció este 13 de septiembre debido a complicaciones generadas por la Covid 19— vivió para la radio. A ella, que le llegó por tradición familiar de manos de su padre, dedicó toda su existencia. Casi 60 años estuvo dentro de las cabinas como locutor, director de programas o restaurador del patrimonio radial.
Inició su carrera en la emisora CMHA y posteriormente en su querida CMHW, Radio Caibarién. “Trabajé en la W 58 años ininterrumpidos hasta que me jubilé. Mantuve siempre un trabajo simultaneo entre locutor, director de programas y pasé por casi todas las especialidades de la radio”, dijo con orgullo en una entrevista reciente concedida a Cubaperiodistas.
La música fue uno de los componentes más importantes de su trayectoria. Por mucho tiempo se dedicó a distribuir los discos de acetato que llegaban desde La Habana a las provincias centrales con las últimas producciones de las orquestas. También, hizo spots de presentación para varios programas.
Como director, disfrutó algunos de estos: Círculo Juvenil, Música y Juventud, Melodías de Siempre y Hablemos (cuando este último era de carácter cultural).
También se dedicó a realizar grabaciones de estudio a grupos musicales, labor que le mereció un viaje a Canadá, donde aprendió a utilizar nuevas técnicas. “Estuve en los estudios de Celine Dion para aprender a trabajar con la técnica del programa Protool, que se implementó aquí para grabar las tribunas abiertas”.
Como operador de equipos de control remoto formó parte de varios acontecimientos que lo marcaron profundamente. “Estuve en transmisiones especiales para todo el país como la gran siembra de café en el Escambray y la preparación de la zafra de los 10 millones. En aquellos años, la emisora completa se iba para el campo. Se trabajaba por la mañana y se transmitía lo que pasaba por la tarde”, contó.
“También cumplí misión internacionalista en Nicaragua durante dos años. Allí trabajé en Radio Sandino y en Coradep, la Corporación de Radiodifusión del Pueblo. Di cursos de locución, de dirección de programas y de cultura. Además, creamos programas dedicados a la mujer, a los campesinos, entre otros. Fue un trabajo muy profundo”.
La jubilación no fue un impedimento para continuar su trabajo en la radio. “Después de que me jubilé comencé a digitalizar toda la música de la W, trabajo al que dediqué 10 años. Debo haber rescatado más de diez mil números musicales y me siento muy orgulloso, porque logré fundar una de las mejores fonotecas del país”.
En sus últimos meses aún se sentía un trabajador activo a pesar de sus 75 años de edad, además de sentirse feliz por haber obtenido este año el Premio Nacional de Radio. “Me honra haber alcanzado este reconocimiento a todo el sacrificio de 58 años de trabajo. Fue una sorpresa para mí y se lo agradezco a todos mis compañeros; en especial, me satisface compartirlo con Miosotis Fabelo e Ismael Rensoli, a quienes respeto mucho”.
Su mayor orgullo era provenir de una familia radial y haber creado una propia dentro del medio, junto a su esposa María Teresa y sus dos hijas, además de formar parte la familia de la CMHW, donde será recordado por todos, pues a esa emisora dedicó su vida.