La más reciente jornada de análisis, debate y hasta polémica sobre el periodismo cubano, que ocupó espacio público relevante, parece escena ya vivida tiempo atrás, con una significativa diferencia: la ausencia física del Comandante en Jefe.
En esta ocasión la seguí atentamente solo a distancia pero volví a sentir las emociones y solidez de razonamientos de queridos y experimentados colegas, las fuertes aseveraciones de otros más jóvenes pero con camino ya recorrido e incluso las visiones frescas y renovadoras de los “pinos nuevos” que formarán el bosque del periodismo cubano del mañana.
Me perdí matices, otras intervenciones –más o menos aportadoras- y los comentarios fuera de cámara o tribuna que siempre enriquecen este tipo de foro de profesionales revolucionarios del lente y la palabra, como los que se grabaron para siempre entre los que estuvimos junto a Fidel hace varios lustros. Pero lo esencial renueva optimismo.
El reciente encuentro de la dirección del país-periodistas, de gran trascendencia por las urgencias del momento, contó con intervenciones medulares como las de Ricardo Ronquillo, ahora presidente de la Upec pero mucho antes relevante periodista guantanamero; la estudiosa Rosa Miriam Elizalde y el siempre agudo Pepe Alejandro, todos cultivados en el semillero creativo del periódico de la juventud cubana.
En todos hubo líneas de pensamiento y de acción como para establecer una agenda inmediata que trasciende incluso una organización gremial que no dirige al sistema de prensa cubano pero que tiene como misión principal contribuir a su efectividad al servicio de la sociedad.
Medular, como correspondía, las palabras finales del máximo dirigente cubano actual, Miguel Díaz-Canel, a quien siempre recordaré por su papel catalizador del mejor periodismo en los territorios en los que fue Primer Secretario del PCC (Villa Clara y Holguín), empeñado hoy en hacer de nuestros sueños una realidad de mejor sociedad, moderna, sustentable, solidaria y socialista.
En ese camino, poco después del encuentro del líder cubano con los periodistas, se dio a conocer la creación de un Instituto de Información y Comunicación Social (IICS), tras nueve años de maduración de una idea nacida por aquellos tiempos de reflexiones con el Jefe de la Revolución.
Entonces se habló desde una Ley de Prensa (que obligara a la transparencia y colaboración de las fuentes informativas) hasta la creación de un organismo de la administración central del estado para evitar la dispersión y mala distribución de los recursos posibles para hacer mas efectiva la batalla de ideas a la que constantemente están llamados los revolucionarios cubanos, incluso desde antes de 1959.
Recordábamos entonces –y ahora– al Primer Presidente de Honor de la UPEC, Ernesto vera, cuando advertía constantemente que “la verdad está dispersa mientras la mentira está organizada”: he sentido que con la nueva estructura, se da un paso por el camino correcto para hacer realidad el sueño de los fundadores de la organización gremial de los periodistas cubanos.
Falta mucho por hacer, aún en espera de la reglamentación y puesta en práctica de lo establecido por ley, pero algo que si podríamos incorporar todos desde ahora es la condición que advertíamos hace tres décadas, en uno de aquellos Congresos, Plenos Ampliados y encuentros con el Periodista Mayor: Junto a toda decisión sobre algo hay que adoptar otra que establezca cómo se le dará a conocer.
Esa es una base clave de una comunicación efectiva, que nos libre de secretismos, malas interpretaciones, fallas en la implementación por desconocimiento y manipulación por parte de los que aprovechan nuestras debilidades y fisuras para atentar contra nuestro futuro.
A la hora de evocar, recuerdo hoy una de las tesis valoradas junto a Fidel que se titulaba “MEJOR PERIODISMO, MAS REVOLUCION”.