Escucha a “Exclusiva con Carlos Lazo desde La Habana”
Transcripción del podcast “La luz de la memoria”
Arleen Rodríguez: Hola, buenísimas noches, está de vuelta “La luz de la memoria” este domingo, y para mí es no sólo un placer, es un deber y es al mismo tiempo una emoción que no sé describir, tener del otro lado de la línea, y desde Cuba, a Carlos Lazo, el líder de Puentes de Amor, un verdadero suceso que en los últimos meses ha estremecido a este país por la manera en que ha conectado con sus sentimientos. Buenas noches, Carlos.
Carlos Lazo: Buenas noches, buenas noches, y un placer saludarte a ti y a la audiencia, a todos, a todas, de verdad que es una alegría estar aquí en tu programa.
Arleen Rodríguez: Fíjate, para mí, bueno, yo desde que he seguido todo lo que haces por Cuba, por abrir puentes de amor, la verdad que tenía el ideal de poderte tener aquí en el programa La luz de la memoria, porque si hay alguien que tiene una memoria cariñosa en la vida eres tú. Carlos Lazo en La Habana, llegaste en las últimas horas.
Carlos Lazo: Sí, llegué hace como tres días. Bueno, estoy cumpliendo el aislamiento que es requerido cuando se entra al país, que te hacen esa prueba y después tienes que estar unos días esperando, y ya la prueba esa dio negativo, ahora creo que mañana o pasado me hacen otra prueba y ya si todo está bien pues puedo andar La Habana, como diría el querido Eusebio.
Arleen Rodríguez: Así mismo. ¿Qué tal la llegada a Cuba?, ¿trajiste carga solidaria?
Carlos Lazo: Primero que todo, es emocionante cada vez que uno regresa a la patria, a la madre, esto es una cosa, y no solamente la llegada sino también los preparativos, ¿no? Están muy difíciles los viajes ahora porque hay pocos vuelos, y nosotros teníamos planificado ya desde hacía tiempecito el viaje, queríamos venir, yo no venía a Cuba desde el año pasado, que vine por última vez en febrero, casi al comienzo de la epidemia mundial, todavía no había despuntado totalmente, y vine con los muchachos de la Fábrica de Sueños, y participamos en actividades, fuimos a la Casa de la Décima, en Güines, donde tenemos grandes amigos allí, los muchachos de allí, es decir, hicimos una pila de actividades; teníamos pensado regresar en abril, y ya, cerraron los viajes, entonces pues no venía desde el año pasado; para mucha gente que no ha venido por más tiempo pues es un tiempo corto, para mí en realidad, que frecuento Cuba en tiempos normales y vengo con mis estudiantes, y vengo a ver a mi familia, pues se me hace largo, se me hace largo no aspirar el aire de la tierra y oír el ruido y las voces de mis vecinos y eso, pero bueno, sí, aquí estamos ya de regreso después de un año lindo, doloroso, turbulento, pero lleno de esperanzas también, aquí estamos.
Arleen Rodríguez: Un año intensísimo, dos mil kilómetros, dos mil kilómetros recorriste desde la Florida hasta Washington en julio, una parte en bicicleta, otra parte caminando.
Carlos Lazo: No, el año pasado; ese fue caminando, ahora en este mes que pasó
Arleen Rodríguez: Este nada más fue caminando.
Carlos Lazo: Caminando, el año pasado lo hicimos en bicicleta de oeste a este.
Arleen Rodríguez: De costa a costa.
Carlos Lazo: Desde Seattle a Washington DC., cinco mil kilómetros, pero bueno, a pesar de que fueron más kilómetros en ese viaje como era en bicicleta fue menos, es decir, este fue más difícil, la caminata esta desde Miami hasta Washington DC.; pero sí, ha sido un año intenso, un año de crear peticiones, lo mismo al expresidente Trump, pidiéndole que aunque fuera de manera temporal levantara algunas sanciones a nuestra gente, peticiones que fueron firmadas por miles de personas, después crear otra petición al que sería presidente de los Estados Unidos, diciéndole que cuando llegara a la presidencia levantara las sanciones que él mismo había prometido que iba a levantar, y eso fue firmado por veintisiete mil personas, y una labor además lo mismo en la campaña electoral, tratando de que saliera Biden que concientizando a la gente acerca de la necesidad de quitarle esa soga que asfixia el cuello de la familia cubana, que son las sanciones que pesan sobre nuestro pueblo, y han sido muchas actividades, y han sido de concientizar, de unirse muchas personas a nuestro movimiento de Puentes de Amor, de aunar voluntades, es decir, por eso digo que es doloroso, por todo lo que ha pasado, por la epidemia, porque las sanciones todavía están ahí, pero es bello también porque no se ha podido matar la esperanza, y porque sabemos que más temprano que tarde vamos a lograr que triunfe y se imponga el amor, eso lo sabemos.
Arleen Rodríguez: Fíjate, el pueblo de Cuba ya te sigue con muchísimo interés, sigue cada una de tus actividades. ¿Qué ha pasado con las veintisiete mil peticiones, han podido tramitarse en el Congreso?
Carlos Lazo: Bueno, mira, nosotros llegamos a Washington DC., el día 25 de julio hicimos un acto frente a la Casa Blanca donde participaron cientos de personas, cubanos, americanos, siempre digo, porque es importante, personas de diferentes credos e ideologías, esto, y yo siempre digo, la visión nuestra, la visión de los Puentes de amor es que el mundo no se divide por visiones ideológicas de izquierda y de derecha, se divide entre los que aman y construyen, los que aman y fundan, y los que odian y destruyen.
Arleen Rodríguez: José Martí.
Carlos Lazo: Así. Entonces pues yo creo que todos los que aman y construyen deben, por amar y por construir, estar por el levantamiento de estas sanciones que castigan a nuestras familias, y no importa el matiz ideológico que tengan, sino lo importante es su identidad como familia, como padres, como abuelos, como hermanos, y eso es lo que debe primar.
Llegamos ahí, hicimos el acto, al otro día tuvimos una cita en el Departamento de Estado, nos reunimos con un funcionario alto ahí del Departamento de Estado, le entregamos las firmas, y las firmas las llevaron a la Casa Blanca, y bueno, tengo constancia de eso, lo que vayan a hacer, no sé, pero sé, es decir, las firmas y la promesa que yo le hice a la gente de que: “Caballeros, estas firmas las voy a llevar y las voy a entregar en la Casa Blanca, así que firmen la petición esa”, bueno, la promesa esa está cumplida, y creo que la voluntad de tantas personas con tantos comentarios en esas firmas, con tantos pedidos de que se levanten las sanciones pues alguien lo mirará, esas cosas no se quedan en ya pasó y ya, sino que creo que va a tener resultado, lo que a veces los resultados no son cuando uno quiere, ¿no?, a veces la cadena del progreso lleva eslabones, que muchas veces el eslabón que es uno no es el último eslabón que lleva a la victoria, pero todos los eslabones son importantes porque si falta uno se rompe la cadena, creo que, no sé cuál seremos nosotros, pero sabemos que este movimiento es importantísimo para mejorar las relaciones entre nuestros pueblos, y para mejorar las relaciones entre nosotros mismos hasta como seres humanos, a nivel de familia y de esas cosas.
Arleen Rodríguez: ¿Qué dicen los muchachos de tu escuela?
Carlos Lazo: Los muchachos. Bueno, este ha sido un año difícil también porque hasta dos o tres meses antes de que terminara el curso escolar, estuvimos separados dando las clases on line, con la computadora y eso, pero ya en los dos últimos meses pues estaban haciendo su híbrido, donde iba dos días a la semana y los otros dos días on line.
Y los muchachos siempre en mi escuela, y en mi aula particularmente los muchachos, eso es un pedacito de Cuba, un pedacito de embajadores de buena voluntad de los Estados Unidos que están siempre deseosos de ir a Cuba, están, me llaman, vaya, me encuentro con muchachos hasta por la calle, a veces me dicen: “Profe, ¿cuándo nos vamos para Cuba otra vez?”, digo: “Caballero, la cosa todavía, los vuelos están detenidos, estamos, están vacunando allá en Cuba, está la pandemia todavía, pero no se preocupen, cuándo, las cosas volverán a la normalidad, pueden estar seguros”, pero ellos están así, que me llaman y me mandan mensajes, “Profe, cuándo, me pone en la lista ahí, que yo quiero ir para allá”, que tú sabes, es difícil resistirse al encanto y a la alegría de nuestro pueblo, y cuando esos muchachos vienen aquí y tú los llevas al campo, los llevas a Viñales y se meten en casa de los guajiros, o aquí mismo, ellos se quedan aquí en casas particulares, y ya tienen amistades ahí, que yo recuerdo uno de ellos, por ejemplo, Jackson, que es uno de los más activos así, y él sale y se va para casa de una vecina y le toca la puerta ahí, “Blanquita, llegué ya”, “Ay, Jackson, ven para acá”, que esto, que lo otro, incluso se duelen, fíjate, Blanquita es una señora que falleció este año desafortunadamente, y cuando yo le dije a Jackson que Blanquita había muerto es como si hubiera muerto un familiar de él, porque, “Profe, no me diga”, te lo digo ahora y me emociona pensar en eso porque, y de eso se tratan los Puentes de amor, de eso se tratan los puentes de amor, de construir lazos que trasciendan geografía, que anulen el odio, que, y yo lo he visto ahí, yo he visto los puentes de amor entre nuestros pueblos, entre mi país adoptivo y mi país natal en esos muchachos, en esos jóvenes que desean que hayan buenas relaciones, que desean, uno de ellos: “Ay, yo quisiera venir a estudiar aquí”, ¿entiendes?
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Y ahora en el viaje, en la caminata también lo vi, porque tuve la oportunidad de hablar con cientos de norteamericanos, una de las razones por las que hicimos este peregrinar de dos mil kilómetros es porque yo creo, estoy seguro que una de las formas que necesitamos para levantar estas sanciones es que el pueblo norteamericano tome conciencia de la injusticia y de la inhumanidad que se está cometiendo con el pueblo de Cuba, porque este tema no se toca en los grandes medios en los Estados Unidos, entonces yo dije, siempre he pensado que es importante incluso sacar el tema no sólo de Miami, en Miami es importante, pero además el público norteamericano, porque los norteamericanos, el ciudadano común, las minorías, la gente, tienen un sentido de justicia, lucha por cosas, por un mundo mejor, pero tienen que saber lo que está pasando, y esto fue oportunidad para que la gente en diferentes comunidades, hablando con gente lo mismo demócratas, republicanos, católicos, de todo, tú sabes, y judíos, musulmanes, de todo, y la gente se asombra, a veces no sabe lo que está pasando y no creen lo que está pasando, tienes que explicarles hasta qué grado son crueles las sanciones, cuando tú les dices: “Mira, yo mismo, yo no le puedo mandar dinero a una tía viejita que tengo en Cuba porque cerraron Western Union en medio de una pandemia”, y ellos te dicen: “¿Pero cómo es eso?”, ¿no?, entonces yo creo que la cosa pasa por ahí, por concientizar a la gente sobre esto, y eso fue parte de nuestro viaje también.
Arleen Rodríguez: Tú tienes la capacidad de conmover cuando hablas. Fíjate, tenemos espacio aquí para la música, tú me habías dicho cuando hemos conversado antes que te gusta Omara Portuondo.
Carlos Lazo: Me encanta.
Arleen Rodríguez: En el 2009 ella ganó un Grammy Latino con un disco maravilloso, maravilloso, no tiene otra palabra, que se llama Omara, Gracias, y empieza con un tema que yo no conocía, nunca lo había oído en la voz de Omara, que se llama “Yo vi”, te digo la letra antes de empezar para que veas cuánto tiene que ver con tu conversación de esta noche:
“Yo vi tantas noches, tantos días, tantas vidas tan vacías, yo vi tantos barcos, tanto mar. Sentí el calor de Las Antillas, el olor de nuestras islas, la paz del sol y la arena. Vi lindas mañanas, calles y ventanas, lágrimas, y risas de tristeza y de alegría vi. Creí ser el fin de la aventura pero el corazón murmura que hay tanto sueño por vivir”.
Quiero empezar esta noche el segmento musical con Omara Portuondo y su disco Premio Grammy Latino del 2009 Gracias, con este tema, “Yo vi”, que es un tema originalmente en francés. Y que este “Yo vi” con Omara Portuondo sea la bienvenida a nuestro hermano Carlos Lazo, que ya está en La Habana, ya está en Cuba, sus Puentes de amor han vuelto a la isla, y con él conversamos esta noche, no se aparte, seguimos con La luz de la memoria.
Hablamos esta noche en La luz de la memoria con Carlos Lazo. Lazo, tú de repente fuiste una sorpresa en el panorama de las no relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, de los intentos de relación entre Cuba y los Estados Unidos.
Quiero incorporar un elemento de mi vida personal, me llamo Arleen por una norteamericana maestra, como tú, que fue amiga de mi madre, y era tan buena persona y tan amiga, siendo norteamericana tan amiga de los cubanos que mi madre decidió perpetuar esa amistad poniéndome su nombre, por lo tanto sí te entiendo cuando cuentas con los norteamericanos que te has encontrado y no entienden las políticas contra nuestro país y el bloqueo sobre todo; pero yo quiero llevar La luz de la memoria hasta los orígenes, no sé por qué alguna vez creí que eras matancero, pero después revisé bien y eres de Jaimanitas.
Carlos Lazo: Anjá, soy de Jaimanitas un pueblito.
Arleen Rodríguez: De mar.
Carlos Lazo: Ahí al oeste de La Habana, del que tengo gratas memorias, con el que camino todos los días de mi vida, con el que actúo en dondequiera que estoy como si esa gente habitara, como si esa gente fuera unos testigos silenciosos de cada paso de mi vida, como si me estuvieran evaluando, preguntándome: “A ver, a ver si lo que te enseñamos, lo que te dimos, tú lo puedes hacer bien, nos sentimos orgullosos de ti”, y así camino yo por el mundo, con Jaimanitas, con La Habana, con Cuba entera como testigo silencioso de lo que soy y de lo que debo hacer.
Arleen Rodríguez: Pero también he leído ese texto que a mí por lo menos me conmovió hasta las lágrimas, en que tú dices: “Del odio se puede regresar”, donde cuentas la historia del viaje de tu padre en 1993 a Estados Unidos para reunirse contigo, y cuando Carlos Lazo era parte de esos que creen que sí, que la política de bloqueo está justificada. Cuéntanos un poquito, estoy pensando en la audiencia que puede no haber visto ese texto hermoso.
Carlos Lazo: Sí, mira, yo, como te dije, de Jaimanitas, y ahí viví mi infancia, y esa infancia donde hoy sabemos que éramos pobres, pero en aquel momento lo único que sabíamos era que éramos felices, ¿no?
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Entonces ahí pues viví hasta mi adolescencia, de ahí me mudé; después vinieron los años turbulentos aquellos del Mariel, de la época aquella, y mi familia fue parte de la dinámica de aquellos años en que fue traumático para la familia cubana, mi mamá se fue de Cuba, yo me quedé viviendo con mi hermano, yo me quedé viviendo solo, mi papá vivía en Playa, y siempre fue un excelente padre pero tenía su casa en Playa con su esposa, incluso me dijo: “Ven a vivir conmigo para acá”, le dije: “No, yo me quedo aquí solo”, porque tenía un apartamento y estaba en la escuela en esa zona, y entonces viví ahí. Durante esos años había muchos prejuicios con las personas que se iban del país, con los que se habían ido, y yo me sentí a veces aislado, ¿no?
Arleen Rodríguez: Claro.
Carlos Lazo: Sin embargo, los vecinos míos, los que vivían al lado de mi casa, los maestros míos, tengo un maestro que se llama Rolando Ardiles, que después de muchos años lo reencontré, que ese hombre era para mí como un ángel, porque yo me sentía a veces mal porque mi mamá se había ido, porque, era un muchacho rebelde, y esa gente me dio tanto y fueron tan buenos conmigo que aquel período, cuando miro para atrás en esta historia lo recuerdo con mucho cariño a pesar de que para un adolescente era difícil, ¿no?, porque yo a veces era, de niño a adolescente de quince años a veces estaba durmiendo ahí y tenía miedo hasta por la noche y me levantaba y bajaba por la calle Manrique para abajo y me acostaba a dormir en el Malecón, y amanecía en el Malecón porque tenía miedo dormir solo; entonces después, pero siempre tenía también la idea de reencontrarme con mi mamá y esas cosas.
En el año ‘88 me trato de ir del país en una balsa y me cogieron preso, en aquel momento la sanción por aquello creo que era como un año, estuve un año preso.
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Y cuando salí, salí con muchos rencores, con mucho odio. Finalmente en el ‘91 intenté otra vez, y esta vez sí llegué a los Estados Unidos; ¿entonces cuando llegué allí qué encontré?, me encontré con mi madre, todo bien, ahora, empiezo a notar en el ambiente, ¿no?, cosas así de que no podía hablar nada ni siquiera de mi infancia a veces con gente, de lo feliz que yo había sido en Jaimanitas, de cosas normales, de mi padre, que era comunista pero era un, es decir, su ideología no tenía nada que ver con la persona que él era, y yo incluso chocaba mucho con pipo cuando hablábamos de política, y entonces había un ambiente también de ese tipo, ¿no?, de estar todo el tiempo, por eso yo entiendo a la gente, porque a veces es todo el tiempo un bombardeo de odio, de recordar cosas desagradables, de esto, es decir, es concentrados en un pasado, y ese pasado oscuro, con manchas que tiene y otras que se le pintan, es decir, y entonces yo estaba a merced de ese ambiente también, y llegó un momento en que yo también estaba, “Sí, que los bloqueen bien”, que esto, que lo otro, “Que los aprieten bien, que se fastidien”, y mi papá vino de visita a los Estados Unidos y estaba un día conversando conmigo viejito ya, y estamos hablando de política y eso, y entonces yo le dije eso así, le dije: “Sí, pipo, que los jodan bien, que los bloqueen”, que esto, y él me miró así, me dio tremenda pena porque yo dije: “Contra, el viejo está aquí de visita y yo meterle esta charla ahora”, y él me tomó de la mano así, me puso la mano encima y me dijo: “Mi hijo, tú no eres así, aquellas personas son tus vecinos, tu familia, tú no eres así, no te conviertas en eso que tú no eres así”, y en aquel momento aquello fue como si me hubieran metido un martillazo en la cabeza, fíjate, en aquel momento yo no le dije a mi padre: “Es verdad, pipo, tienes razón”, pero por eso estoy seguro que a veces las semillas que se siembran toman tiempo.
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Cada semilla tiene un tiempo, y depende de la fertilidad de la tierra para que esa semilla fructifique, y a veces no fructifican, pero a veces toma tiempo. Aquella conversación, yo creo que fue el punto en que yo empecé a mirar las cosas desde otra perspectiva, ¿no?
En aquel momento yo no podía regresar a Cuba tampoco porque me había ido hacía poco y entonces las leyes migratorias no permitían que un balsero que se había ido en el ‘91 regresara en el ‘93, pero ya después, un año después, fíjate con todo cómo hay puentes de amor, ¿no?, un año después que mi papá estaba de regreso en Cuba, y pude regresar a Cuba porque pipo estaba enfermo, y ya cuando llegué allí y volví a reencontrarme con mis vecinos, con mi gente, ya no pude, ya no pude renunciar a eso más nunca, ya no pude a conciencia desearle mal a esa gente, no podía, no podía, no podía, ni podía ni siquiera estar callado delante de quien les deseara mal, porque a veces uno se calla por miedo, por presiones sociales, no podía.
Hay una historia muy interesante, en el año ‘94, cuando ya mi papá había regresado para Cuba, él estaba enfermo y yo había tratado de hacer una solicitud para ir a Cuba a ver a pipo, pero ya te digo, las regulaciones lo impedían.
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Y a Miami vino una visita en que estaba el reverendo Raúl Suárez.
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Un hombre santo, y él vino y se reunió con unos cubanos ahí en Miami, y yo fui a la reunión, y yo le dije a él que, lo que me pasaba, que yo quería ver a mi padre, que yo era balsero, que no podía ir, y que le iba a elevar ese planteamiento, que yo no tenía delegado, me acuerdo hasta de la conversación, y él se echó a reír en aquel mitin, y entonces después de eso cambiaron la regulación y pude regresar a Cuba prontamente; y ya te digo, esos puentes de amor, esa cosa de regresar a la tierra, de estar en contacto otra vez con esa gente, de sentir que regresaba a mis raíces, tú sabes, a mi identidad, de un viaje a la semilla, como diría Carpentier, ¿no?
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Aquello fue tremendo, aquello fue tremendo, y ya más nunca pude ir para el odio, yo sé que del odio se puede regresar, y sé que hay muchas personas como yo que somos personas sencillas, personas, buena gente, gente de familia, gente, padres, abuelos, hijos, madres, hermanos, que tienen el odio, que están así metidos en el odio pero que son buena gente, porque creo que la mayoría de las personas son buena gente, hay gente que son malas personas pero yo creo que eso es un buchito, pero la mayoría de los seres humanos son buenas personas, y la mayoría de los seres humanos tienen capacidad de ser mejores cada día.
Arleen Rodríguez: Fíjate, tú me contabas hoy que alguien te llamó cuando estabas en el aeropuerto.
Carlos Lazo: Sí, sí, alguien me llama, ¿no?, porque yo, tú sabes que yo anuncio en Facebook, “Voy a hacer esto”, y a veces anuncio esto también porque me ayuda a que si puedo traer algo para alguien, alguien me llama y me dice: “Profe, mire, le voy a dar tal cosa para que lo lleve”, y entonces alguien me llama y me dice eso, me dice: “Ven acá, ¿tú no te acuerdas del año ‘80, tú no te acuerdas de los mítines de repudio, tú no te acuerdas?”, es decir, porque la gente está enganchada en eso.
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Yo le dije: “Mira, yo me acuerdo de eso, fíjate, y me acuerdo también de cuando me fui y me quedé solo, no es un solo recuerdo desagradable, es cuando me fui y me quedé solo los vecinos míos fueron mi familia, pero de hecho prefiero concentrarme no en vivir en ese pasado sacando lo que pasó, y yo, que me hicieron, porque los pueblos, las naciones, se construyen en el presente y en el futuro. Yo no tengo la capacidad de analizar todas las razones históricas que motivaron todas las situaciones en determinado momento, yo lo único que tengo la capacidad como ser humano de hacer una diferencia hoy, de trabajar hoy para que el mundo de hoy sea mejor y para que el trabajo, para que el mundo sea mejor hoy, ojalá que repercuta en un mundo mejor para nuestros hijos, para nuestros nietos, mañana”, eso le dije al señor, y le dije: “Mira”, porque en ese momento estaba enredado, que una cubana, una abuela cubana de Pinar del Río me dijo: “Profe, mira, la niña tiene escabiosis, imagínate, no tengo la medicina”, y yo no traje ninguna medicina de esas porque en realidad las cosas que traje de donaciones están limitadas por las libras, tú sabes.
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Por todas esas cosas, y hay cosas que no pensé, y entonces hablé con una muchacha de Miami que es tremenda gente buena y me dijo: “Profe, yo le voy a mandar la medicina el martes”, el martes, este martes que viene, pasado mañana, para que se lo mande a la muchachita, entonces llamé a la abuela y le dije: “Señora, ¿usted tiene alguien que la pueda venir a buscar aquí a La Habana?”, y me dijo: “Sí, sí, si usted me consigue la medicina”, y entonces ya está todo implementado para conseguir la medicina; al mismo tiempo trajimos una silla de ruedas para una niña que vive en Nuevitas que tiene un problema en el cerebro que no puede, y la mamá nos contactó para eso, hicimos el esfuerzo, una muchacha que es de los Puentes de Amor compró la silla, y ya tenemos el transporte para que lleven la silla a Nuevitas, entonces le dije al tipo: “Mi hermano, yo no puedo estar en charla contigo, ¿tú no te das cuenta que yo no puedo estar poniéndome a revolver el pasado, lo que pasó en tal año, porque esto, como rencor, yo necesito mover una silla de ruedas para Nuevitas y necesito llevar una medicina para Pinar del Río, necesito llevarle un antibiótico a una persona que no lo tiene porque este país está bloqueado y no puede comprar nada, y está en bancarrota porque no lo dejan comprar en ningún lado, y el sistema de salud está fastidiadísimo porque no hay recursos para comprar lo esencial, el país está sobreviviendo ahí a base de solidaridad, ¿y tú crees que yo voy a ponerme a hablar de esto ahora contigo?, yo no tengo tiempo para esto”, entonces él me dijo: “No, profe, yo admiro mucho lo que usted hace”, terminó la conversación así, pero yo creo que se trata de eso, Arleen.
Arleen Rodríguez: Vas convirtiendo, vas convirtiendo.
Carlos Lazo: De trabajar hoy, y de trabajar con amor, y de construir puentes de amor, y esos se construyen incluso a nivel de familia, no solamente entre naciones o entre pueblos, eso, uno tiene que amar, uno tiene que perdonar, uno tiene que vivir, esta vida es una sola y tenemos que vivirla con alegría, y la mayor alegría que hay es dar, es ayudar, y el que no lo sepa que pruebe a dar, que pruebe a ayudar, y se va a hacer millonario de amor, digo, por lo menos eso es lo que me pasa a mí y a mi familia, y a las personas que están en este movimiento con nosotros.
Arleen Rodríguez: Comparto totalmente tu punto de vista. Y vamos a otra pausa de música. ¿Te acuerdas de un tema?, serías tú un adolescente cuando la película Una novia para David popularizó este tema, “Ámame como soy”.
Carlos Lazo: “Ámame como soy, bésame con pasión”.
Arleen Rodríguez: ¿Qué edad tienes tú, Carlos?
Carlos Lazo: Yo tengo cincuenta y seis años.
Arleen Rodríguez: Cincuenta y seis justamente.
Carlos Lazo: Pero me acuerdo de aquella película.
Arleen Rodríguez: Sí, con la gorda María Isabel Domínguez de actriz, ¿te acuerdas?
Carlos Lazo: Sí, sí.
Arleen Rodríguez: Bueno, aquí la canta Omara en este disco que es un Premio del Grammy Latino del 2009, la canta con Pablo, por supuesto. Ámame como soy, un temazo, ¿verdad?, vamos a hacer esta pausa y seguimos conversando contigo, no te me apartes, Carlos, esta noche está cargada de emoción cubana gracias a ti.
Y volvemos, seguimos conversando esta noche con Carlos Lazo. Ha sido, eres muy amable, porque en medio de tu descanso, de tu cuarentena en la llegada a Cuba nos has dado estas declaraciones que me parecían muy importantes, Carlos, porque la gente que te sigue por las redes, “De repente se me perdió Carlos, ¿dónde está?, dijo que salía para La Habana pero, ya llegó a La Habana, ¿pero dónde está?, que no hay un post que diga dónde está”, etcétera, bueno, está haciendo su cuarentena, y aquí nosotros conversando en esta exclusiva para La luz de la memoria con él.
¿Quién o qué es tu gran inspiración, es Fermín, tu padre, es tu barrio, es Jaimanitas, que te adoptó como un hijo cuando tu familia no estaba, es, son tus alumnos de la escuela, alumnos de español en los Estados Unidos, es tu experiencia también en la guerra?, ¿quiénes son tus inspiradores?, ¿qué cosa te inspira cada día a hacer este puente de amor que tantas veces tropieza con el odio, Carlos?
Carlos Lazo: Bueno, mira, yo te pudiera decir una personas o dos, pero en realidad yo creo que un hombre o una mujer es obra de muchas personas, de muchas generaciones, de mucha gente de su barrio, de familiares, de experiencias que tuvo esa persona en la vida; es decir, además de los consabidos José Martí, que me encanta la obra martiana, Martin Luther King, sí, esos sí, pero yo creo que lo principal es eso, mi familia, mi mamá; mi mamá era una mujer humilde, una mujer de Pinar del Río que tuvo una infancia muy difícil y que me crió con amor, que me enseñó valores patrióticos, fíjate, yo no te estoy hablando aquí de una persona que fuera una persona con una ideología de estas, como personas que son revolucionarias, es decir.
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: No, te estoy hablando de una cubana sencilla que no me hablaba nunca de ideología, sin embargo, me hablaba de patria, me hablaba de los valores, de los mambises, me hablaba de valores de amor, de valores que están en nuestro pueblo, y hacía, ella era su obra, ella hacía esas cosas, ayudaba a sus vecinos, yo estoy inspirado en una tía mía que era tía de ella, porque mi mamá era, la abandonaron cuando era pequeñita, y esta tía la recogió allá en Pinar del Rio, la tía Victoria, y la tía Victoria, que era una viejita solterona en aquellos años que vivía en un bohío por allá por San Diego de los Baños, era una gente con unos valores, y era una poeta que siempre me hablaba de Cuba, yo me pasaba los fines, las vacaciones de verano en casa de tía en aquel bohío, y una vez escribí sobre esto, y hablaba de cómo aquella casa que parecía pobre en realidad era la morada más rica que yo haya pisado nunca, aquella casa con una tinaja donde caía la gotica de agua, y estaba allí, y no tenían luz eléctrica, era a principios de los años setenta, sin embargo, en aquella morada aquella tía me dio tanto amor, y esas son la gente que me inspiran a mí, esas son las gentes que me inspiran.
Hay una anécdota muy bonita que es real, ¿no?, que yo tuve, yo escribo mis poesías y eso, pero mira, el primer poema que yo escribí, yo vivía en Jaimanitas y tía me escribía, tía me escribía desde San Diego de los Baños carticas, ¿no?, imagínate, para un niño que apenas empieza a leer, yo tendría como siete años, me mandaba una cartica, “Mi hijo, que seas un buen cubano, que estudies mucho para tu mamá, esto, para la patria”, y entonces una vez tía me manda un poema, yo tendría siete años apenas, ya yo podía leer, y me manda, me dice muchas cosas de esas, y me dice en el poema, me dice: “Niño querido y ausente que vives en Jaimanitas junto a tu madrecita, que es tu cariño potente. Muy lindo e inteligente te adora mi corazón, y que por esta razón a ti te mando un abrazo, para ti, Carlitos Lazo, eres toda mi inspiración”; entonces en la cartica me decía, yo quería tocar la guitarra un día, y quería ser un cubano que ayudara a mi país, y que ella soñaba con eso, y entonces mima me dijo: “Bueno, tú tienes que hacer un poema a tía también, así que siéntate ahí”, y entonces me senté y me metí como dos días escribiendo aquel poema, se lo daba a mima y mima me lo viraba para atrás, al final escribí el poema, y es un poema que todavía lo recuerdo, mi primer poema, y el poema decía: “Tía querida, recibí tu poesía, la que me dio mucha emoción al ver con el corazón todo lo que me decías. Me dices que estudie, estudio, esos son mis ideales para complacer a la patria y a todos mis familiares. Y además, para el futuro la patria me necesita, ser un hombre de bien y tener mi guitarrita”. Y bueno, trato de ser un hombre de bien y tengo mi guitarrita, ¿no?
Arleen Rodríguez: La tienes, qué lindo, qué lindo.
Carlos Lazo: Pero todas esas cosas, todas esas cosas yo creo que son la inspiración de lo que yo hago, de lo que yo trato de hacer todos los días, de incluso.
Arleen Rodríguez: Pero además, te llevaste a Cuba contigo, porque cuando entraste a la escuela, lo que he leído de tu trabajo es que te acompañó la cultura cubana al enseñar el español.
Carlos Lazo: Sí, sí, sí, en el aula mía.
Arleen Rodríguez: ¿Cómo son tus clases?
Carlos Lazo: Mira, muchacha, mis clases empiezan primero que todo con música, es decir, empieza la clase y los muchachos, “Vamos con música, caballeros, vamos”, bueno, saludan, a veces los muchachos entran al aula y para cambiar un poco la cultura yo les enseño español del libro, pero también le digo a los muchachos: “Pero si tú entras a un barrio de La Habana tú tienes que decir: «¿Qué vuelta, el mío?»”, y entonces siempre me dicen.
Arleen Rodríguez: Asere, ¿qué volá?
Carlos Lazo: “¿Qué vuelta, el mío?”, y entonces les digo, entonces les explico, “el mío” no es un posesivo ahí, se está utilizando como un sustantivo, ¿no?, hacemos un estudio de esa frase tan simpática, ¿no?, pero en el aula cantamos, los muchachos cantan canciones cubanas, no solamente las cantan de carretilla sino que aprenden el significado de la letra, los muchachos saben, aprenden de Cuba, incluso cuando, por ejemplo, y se sienten identificados y solidarios con Cuba. En el año 2019 creo que fue que ocurrió aquel tornado aquí en La Habana, ¿te acuerdas?
Arleen Rodríguez: Sí, sí.
Carlos Lazo: Enseguida que ellos supieron eso, y ya nosotros habíamos venido a Cuba en varias ocasiones, y enseguida que ellos supieron eso los padres me llamaron, “Profe, ¿qué podemos hacer?”, y yo les dije: “Bueno, caballeros, vamos a traer para acá cosas, vamos a preparar un viaje a Cuba los que puedan hacerlo, vamos a reunir dinero para que”, y empezaron todo el mundo a contribuir, y dos semanas después estaban los muchachos aterrizando aquí en Cuba, cuarenta estudiantes y padres con donaciones que traían en sus maletas y las llevaron todas para, en aquel momento en la Fábrica, allí en El Vedado, que es un centro donde van artistas.
Arleen Rodríguez: La Fábrica de Arte.
Carlos Lazo: Sí, la Fábrica de Arte, que ahí estaban recogiendo donaciones para llevar a los barrios, y ahí llegaron los muchachos y bajaron todo aquello, y no sólo eso, se pusieron a clasificar las cosas con los trabajadores allí, y no sólo eso, incluso hicimos una recogida de fondos en GoFundMe, que recogimos como cerca de cinco mil dólares, y a todas las personas en aquel tiempo que hicieron esa recogida de fondos para ayudar a Cuba, mucha gente solidaria, cubanoamericanos, GoFundMe les cerró, no se podía mandar el dinero, no se puede por el bloqueo, GoFundMe tiene miedo de que lo penalicen, el nuestro lo cerraron también, pero nosotros formamos una clase de bulla.
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Y armamos tanto lío con congresistas, senadores, le hicimos una campaña a GoFundMe que el único GoFundMe, el único recogida de fondos ese que dieron fue el nuestro, y estando aquí en La Habana nos avisaron que sí, que ya nos habían aprobado darnos el dinero, y durante meses estuvimos apadrinando un círculo, que era un lugar que estaba habilitado para personas que habían perdido sus casas, que había como diez familias ahí, e íbamos ahí cuando visitábamos Cuba, les llevábamos cosas, todos los meses también ayudamos para comprarle a la gente unas batidoras y cosas para cuando les dieran sus casas, que después les dieron sus casitas, es decir, son cosas pequeñas, pero en realidad ellos se sintieron parte de eso, esos jóvenes se sintieron parte de esa solidaridad; y es importante también que cuando ellos vienen no es solamente a dar, a veces hay estudiantes que me dicen: “Profe, yo quizás en las cosas materiales doy, ¿no?, porque yo vivo en un país rico, pero yo he aprendido tanto aquí, yo he recibido tanto en este lugar que estoy enamorado de esto, estoy enamorado”.
Y así van las clases mías, las clases mías son. Mira, en las clases mías yo hago, Arleen, hasta pruebas de la dignidad, sí.
Arleen Rodríguez: ¿Cómo es?
Carlos Lazo: Ardiles, el profesor mío de geografía del pre Ignacio Agramonte, en aquella época nos hacía unas pruebas de la dignidad, tratando de que los muchachos tuvieran integridad, de que no se fijaran, tú sabes, el dilema del fraude entre educadores y educandos, ¿no?
Arleen Rodríguez: Sí, del fraude.
Carlos Lazo: Y en aquella aula, Ardiles hacía una prueba de dignidad donde él salía del aula y los muchachos se quedaban solos y no tenían supervisión, pero Ardiles había desarrollado una confianza entre nosotros, y un sentido del deber, y un sentido de la integridad, que ahí no se fijaba nadie, es decir, tú sabes que los muchachos son inmaduros, “Oye”, no, no, allí, y el que levantara la cabeza el otro le decía: “Oye, mi hermano, no, no te pongas en eso”, bueno, entonces en el aula mía yo hago la prueba de la dignidad también de Ardiles, yo he enseñado a los muchachos que la escuela no solamente va de aprender a conjugar verbos, por lo menos en mis clases de español, sino va de aprender a conjugar la vida, de aprender a transitar la vida con una brújula moral, con integridad, con la seguridad de que incluso si nadie te está mirando tú debes hacer lo correcto, y eso es parte de nuestras clases, y yo me voy y dejo el aula sola y los muchachos hacen la prueba, y lo hemos comprobado, hemos tenido gente observando, ¿no?, tú sabes, y porque incluso en el aula, en la escuela aquello fue una revolución, los maestros opuestos a aquel método mío, el director me apoyó, y al final varias aulas de la escuela ya están haciendo eso también, y eso es inspirado en eso.
¿En qué más estoy inspirado y en qué más se inspira mi aula?, en Raúl Ferrer, el educador cubano aquel que.
Arleen Rodríguez: Maravilloso.
Carlos Lazo: Que escribió aquel poema de.
Arleen Rodríguez: De la niña mala.
Carlos Lazo: De la niña mala, esa es mi filosofía de la enseñanza.
Arleen Rodríguez: ¿Tienes niñas malas en el aula?
Carlos Lazo: No tengo, yo no creo que haya alumnos malos, yo creo que todos los niños si tú les provees el ambiente correcto, la alegría, el amor en el aula, si tú aprendes de su fondo de conocimientos, de dónde vienen, entiendes sus realidades, yo creo que no hay niños malos, y fíjate si es así que en el aula mía tradicionalmente es donde el director, por ejemplo, trae a esos entre comillas niños malos, porque yo también he sido un niño así, y yo sé que lo que necesitaba era un profesor como Rolando Ardiles, ¿no?, que me entendiera, que se solidarizara conmigo y que me diera cariño, ¿no?, y yo he tenido niños así en el aula, que el director me ha dicho: “Carlos, voy a traer a este niño para acá porque este niño ya no tiene”, vaya, no lo quieren en ningún aula, y lo primero que he dicho, “Bueno, ¿qué hago ahora?”, ¿no?, y el quid de la cosa es que la gente se sienta útil, que la gente se sienta que tiene un propósito en la vida, y le he dicho a ese niño: “Oye, ¿qué tú?”, “No, a mí no me gusta el español ni me gusta nada, yo estoy aquí”, “¿Pero qué te gusta hacer?”, me dice: “No, a mí dibujar nada más”, dígole: “Bueno, te voy a poner en la esquina aquella, no prestes atención a la clase ni nada, vas a dibujar, tú vas a dibujar, yo voy a dar vocabulario ahora de los colores, me hace falta que me tires un dibujo ahí”, “¿Nada más que eso?”, “Nada más que eso”, y el primer día el muchacho se pone a dibujar tranquilo, “No, profe, ya terminé”, “Oye”, al otro día, “Ven acá, me hace falta que me tomes la asistencia aquí”, “¿Dónde me siento?”, “No, aquí, en el asiento del profe, ven para acá, tú no prestes atención a la clase, no te preocupes, tú nada más que tómame la asistencia de la gente y pásame los slides de la clase”, y el muchacho se va sintiendo útil, se va sintiendo útil.
Arleen Rodríguez: Claro.
Carlos Lazo: Y entonces empieza a participar en la clase, y entonces ya a los cuatro días o a los cinco días, llamo por teléfono, “Oye, tengo que llamar a tu papá”, “¿Qué, profe, hice algo malo?”, “No, no, no hiciste nada malo, es para darle, felicitarlo por la clase de estudiante que tú eres”, y entonces llamo al padre y el padre me dice: “¿Usted está seguro que ese es mi hijo?”, “Sí, señor”, “No, porque no”, y bueno, para hacerte la historia corta, ese niño ha salido el vanguardia de toda la escuela cuando era supuestamente un delincuente juvenil, pero eso lleva un componente de amor, eso lleva un componente de cariño, de puentes de amor, de solidaridad, de entender que el educando que no hace las cosas, viene de una realidad difícil a lo mejor, de una familia, de problemáticas que hay en la familia, que el maestro tiene que ir más allá de solamente enseñar el curriculum, sino también darle amor a los muchachos.
Los muchachos cuando más aprenden en la vida, cuando más aprenden una lengua, cuando más aprenden un idioma, es en el período de dos, tres años, ¿verdad?
Arleen Rodríguez: Sí.
Carlos Lazo: Y en ese período de dos o tres años los muchachos lo que más reciben usualmente es amor y juegos, es decir, si tú puedes incorporar en tu aula el componente lúdico, el juego, y darle amor a los muchachos, y si un muchacho se siente mal tú le dices: “Oye, tranquilo, acuéstate a dormir, mi hijo, no hay problema, no te vayas para ningún lado, esta es tu casa”, eso repercute en el rendimiento académico. Yo en mi aula tengo hasta una máquina de hacer pan, de esas que tú le metes la harina, le pones el agua, le pones la sal y ahí mismo empiezas a darle vueltas a aquello, y un poco pan, harina, agua, sal y.
Arleen Rodríguez: Levadura
Carlos Lazo: Y levadura, y a las dos horas cuando entran esos muchachos al aula por la mañana huelen el pan aquel: “Profe, ¿hizo pan?”, “Sí, tengo un poquitico de aceite también aquí”, y entonces cuando van a aprender la palabra pan no solamente aprenden pan escrito sino que lo huelen, lo tocan, lo sienten, lo degustan, y cuando me ven años después en la calle me dicen: “Profe, cada vez que entro en una panadería me acuerdo de la clase que tomamos”, es decir, de eso se trata, ¿no?, esos son puentes de amor, por ahí va la cosa, yo creo.
Arleen Rodríguez: Gracias, gracias, gracias, todo lo que, por lo que entiendo también de lo que estás contando, si algo ha sido decisivo en la construcción de tu proyecto ha sido tu condición de maestro y tu aula.
Carlos Lazo: Así mismo, yo creo que sí, yo creo que sí, sobre todo en la comprensión de lo que tú comentabas como niñas malas o niños malos, es decir, en este proyecto donde todos están invitados, y nosotros hacemos caravanas en los Estados Unidos y en Miami, la única condición es querer que se levanten las sanciones al pueblo cubano, nosotros no le pedimos a nadie una definición ideológica, si usted es comunista o anticomunista, si usted es de izquierda o de derecha, no, si usted es de los que aman y construyen y usted quiere levantar esas sanciones no importa eso, eso para nosotros es suficiente, y entender, como se entiende a esos niños, que a veces son niños que tienen problemas, bueno, entender también a los adultos que odian, y no perder la esperanza ni perder la paciencia para llamar a la gente al lado del amor, siempre recibirlo como se recibe al hijo pródigo, te fuiste pero yo soy tu padre, yo soy tu hermano, y aquí me tienes para cuando decidas regresar con el amor, creo que en eso el componente del magisterio es importante.
Arleen Rodríguez: Un enorme bálsamo la conversación contigo esta noche, no la esperaba distinta, espero verte cuando ya no haya cuarentena y que podamos conversar un poquito más ampliamente, pero por lo pronto creo que este saludo a Cuba a través de nuestra Radio Rebelde, de Cubadebate, que pondremos esto en las próximas horas también como podcast, te agradezco tanto, por eso te voy a despedir con el tema que le da título al disco de Omara, “Gracias”, es de Jorge Drexler, un bellísimo texto que espero que de alguna manera sea un agradecimiento a todo lo que haces, que enfrentas el odio con amor, y creo, creo, estoy casi segura, de que vamos a ganar porque estás en el bando de los que aman y fundan. Gracias, Carlos Lazo.
Carlos Lazo: Gracias, Arleen, y gracias a la audiencia, y que Dios los bendiga a todos.
Arleen Rodríguez: Gracias y gracias también a Joan Luis García, que está en el sonido total y en la dirección, esto es Radio Rebelde desde La Habana, Cuba.
Soy Arleen Rodríguez Derivet, esta es La luz de la memoria, y el próximo domingo tenemos cita nuevamente. Buenísimas noches.
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