En la calle Sol, de La Habana Vieja, está enclavado el taller de Choco, un auténtico hervidero de creación. Allí el artista, menos conocido como Eduardo Roca Salazar, que se apoya en la colagrafía (una técnica del grabado), piensa y concibe su obra.
¿Y la escultura cómo ha quedado?
No me considero ni un escultor ni un ceramista, aunque ambas manifestaciones le han otorgado una dimensión profunda a mi quehacer como artista plástico y le han dado otra connotación. Confieso que me he enamorado profundamente de la escultura que he realizado en madera, en bronce y también en cerámica.
¿Algún proyecto pendiente?
Uno que estaba previsto para dos años y que ya debía de haberse iniciado, pero por la pandemia ha quedado, momentáneamente. Comenzaba en la ciudad mexicana de Veracruz. Se trata de una exposición, grande, que recoja varias etapas de mi vida pictórica. Luego se trasladaría a Oaxaca y allí se le adicionaría la escultura en madera y en bronce. El colofón sería en el Museo de la Estampa del D.F. Este Museo, que amo profundamente, es la flor y nata del grabado en América y en él se mostraría, exclusivamente, mi obra gráfica. En esa institución, hace ya unos años, realicé una muestra, y cuando me volvieron a invitar –con mucha más experiencia en el cultivo de la colagrafía- me han hecho el hombre más feliz de la gráfica latinoamericana. Espero que cuando se abra pueda cumplir ese sueño. Seguro.
¿Cómo sueñas a Cuba?
Quisiera que el mundo estuviera más lleno de colores, pero los seres humanos somos más impredecibles y complicados que la pandemia. No obstante, tengo una tremenda confianza en el mejoramiento humano y si bien es cierto que han muerto millones de personas en el mundo, la pandemia ha dado la oportunidad de ponernos a rumiar qué podemos hacer mejor.
La Covid se ha llevado a familiares, amigos y vecinos y le ha dado al mundo como una bofetada para que despertemos de la mediocridad que tuvo su máxima expresión en el gobierno de Donald Trump. ¡jamás había visto un presidente tan inculto! Y eso forma parte de la mediocridad que ha estado invadiendo al mundo. Hay que meditar para poder dar continuidad cultural y continuidad humana al futuro.
Veo a Cuba que resurge. Y todo aquel que tiene dos dedos de frente lo sabe, y también lo sabe el gobierno norteamericano. Lo único que tiene que hacer es quitar eso que agobia a todo el mundo y que se llama bloqueo. Si en más de seis décadas nuestro país ha hecho tantas cosas maravillosas a pesar del bloqueo ¡Imagínate cuantas otras se pudieran hacer sin bloqueo! Cuba les abrirá —aún más— los ojos y las entendederas a los pueblos oprimidos de Latinoamérica y de África.
Sin duda, estamos en un momento difícil, pero estoy seguro, convencido, de que Cuba va a florecer. Soy un hombre que llegó a los setenta años y esas décadas transcurridas permiten tener un paso firme. Cuando uno va avanzando en el tiempo, envejece, se llena de experiencias.
Por todas las cosas que he vivido y por las que han vivido mis amigos, tengo la certeza de que Cuba se levantará con todos los hierros, porque este es un pueblo que aprendió a leer y a escribir hace mucho rato, porque es un país que tiene un alto nivel cultural y un sentido político fuerte. Por otro lado, Cuba tiene que aprender muchas cosas, y eso lo sabemos todos, pero un pueblo que sabe pensar tiene todas las garantías para ser libre y soberano.
Al reflexionar sobre el fin de la pandemia, Choco, Premio Nacional de Artes Plásticas 2017, dijo: “Los artistas tenemos que proponer cosas profundamente cultas y humanas a este pueblo que lleva casi dos años pensando en sobrevivir y, en algunos casos, en mal existir debido a una serie de problemas de orden económico.
“Los intelectuales, los artistas, tenemos que pensar en presentar a partir de ese momento propuestas profundas, sinceras, alimento espiritual a nuestra gente, porque los teatros han estado cerrados, los cines, los museos, las galerías, las escuelas de arte y todo el mundo, como es natural, está muy deprimido culturalmente.