Es una tarde fría en la Ciudad de México, seguimos en tiempos de pandemia por Covid-19, pero gracias a la tecnología y a las plataformas digitales es posible platicar a distancia con una de las mentes más lúcidas y críticas en el campo de la comunicación y la semiótica, Fernando de Buen Abad.
La cuestión de la verdad, la ideología y la comunicación en la lucha de clases
Ruth Dávila (RD): En un contexto de guerra de clases, qué sentido tiene la frase “cuando hay una guerra lo primero que muere es la verdad”, ¿ha muerto la Verdad y de qué verdad hablamos?
Fernando De Buen Abad (FDBA): Estos temas tienen una amplitud enorme en tanto la polisemia de los términos. La verdad es una construcción social muy dinámica y por tanto necesita de la participación de los distintos enfoques que los grupos sociales tienen ante los hechos cotidianos y los sucesos que se desarrollan diariamente y como cada quien los vive, los sufre y dimensiona. Lo que para unos sectores resultan ser verdades evidentes, tangibles, para otros no lo son. Algunos se empeñan en esconder las verdades y algunos incluso se profesionalizan en ello.
“ …la verdad es una entidad social malherida por la lucha de clases ”
Por tanto, la verdad es una entidad social malherida por la lucha de clases, porque mientras para unos el concepto de verdad se agota en las pruebas que tiene a la mano, hay sectores muy amplios de la población que, sin tener evidencias, resienten las consecuencias de algunas verdades, esto todavía es muy abstracto. Entonces habría que ver casos concretos para observar cómo se expresa esa verdad y quizá la verdad de todas las verdades, hoy por hoy, es la desigualdad y que el capitalismo ha destruido a la humanidad y al planeta de manera incluso irreversible.
Otra verdad es que los dueños de los grandes movimientos financieros y capitales son tres grandes industrias: la de la guerra, la financiera y la mediática. Estas son las entidades monopólicas más poderosas del planeta, y una gran verdad es que esas concentraciones monopólicas, que sostienen la fase imperial del capitalismo, asfixian a la humanidad. Otra gran verdad es que este sistema, como lo constata la inmensa mayoría, es de insuficiencias para todos: son insuficientes las vacunas, los médicos, medicamentos, hospitales, escuelas, salarios, empleos. Somos víctimas de una situación en la que para unos hay abundancia, derroche, gasto obsceno y para la inmensa mayoría hay despojo, desesperanza, tristeza, humillación. Estas son las verdades que se construyen socialmente y que no tienen escapatoria en abstracciones como lo quieren algunos filósofos de moda, como los filósofos del subjetivismo o del individualismo. La verdad es un objeto de estudio crítico permanente, cuyo requisito indispensable es la participación de todas las miradas.
RD: Me gustó mucho esa definición de verdad, vista como un problema concreto y no sólo filosófico, como una construcción social. En esta guerra de clases, ¿cuál es el papel de la comunicación?
FDBA: Una parte de ello, aunque todo está interrelacionado, tiene que ver con la disputa por la comunidad, entonces, la comunicación es central en la lucha de clases. La palabra comunicación, entre muchas de sus acepciones, significa construir comunidad, poner en común, ¿qué hay que poner en común?, hasta hoy, lo que hemos visto que se pone en común es el interés de unos cuantos por encima del interés de las mayorías. Cuando hablo de “interés” me refiero a un amplio espectro de intereses ideológicos, económicos, bancarios, capitalistas.
Históricamente entendemos la relación entre clases como una de dominantes y dominados, y en esa relación se ha puesto en común, incluso por la fuerza, el conjunto de valores de la clase dominante. Marx señala que la ideología de la clase dominante es la que domina sobre una época y sobre la clase dominada. Entonces, ese conjunto de valores, ideas y principios como por ejemplo “la propiedad privada de los medios de producción es nuestra, a ustedes sólo les corresponde trabajar para que nuestra riqueza crezca para siempre, sin límites” se acepta y se agradece. Esta matriz ideológica se ha puesto en común y muchas personas, aun siendo de la clase oprimida, aceptan y asumen los valores de la clase opresora. Esto no se consigue a través del convencimiento, sino a través de coerciones, coacciones, represiones e incluso con las armas de la argumentación hegemónica, pero también a punta de patadas, balazos y golpes.
Entonces hay una disputa, lo que en semiótica llamamos “disputa por el sentido”: ¿qué sentido común es el hegemónico?, por ejemplo, el de la permisividad absoluta para que un sector de una clase social se adueñe de la riqueza que produce la inmensa mayoría de las personas, ese es el sentido común aceptado, legitimado y legalizado. Todavía no llegamos a ese momento del que habló Marx en el que ese modelo opresor-oprimido desaparezca y entonces tengamos otras realidades, otras verdades, otros valores para poner en común y otras formas de relacionarnos y de producir. Todo eso está por construirse. Pero hay otro modo de poner en común, la posibilidad de que todos vivamos en condiciones de igualdad, y no solamente igualdad de oportunidades, sino en igualdad de condiciones.
“ Todavía no llegamos a ese momento del que habló Marx en el que ese modelo opresor-oprimido desaparezca ”
La palabra comunicación es un soporte fundamental del tejido social, entre otras cosas, porque es un derecho humano fundamental que, como hoy sabemos, el ejercicio de este derecho habilita otros muchos derechos. Si no tuviéramos la capacidad de la comunicación, aún con todos sus vicios y con todos los problemas que tiene esa puesta en común, el estado de cosas sería aún más grave en muchos sentidos, por eso el de la comunicación es el tema de temas y es, quizá, la mayor de las debilidades en los frentes de lucha emancipadores. El tema de la comunicación es, probablemente, el mayor dolor de cabeza, pues todavía no logramos enfrentar de manera coordinada, ni unida, ni hemos convertido la voz de la protesta, la voz de la fatiga, del desconcierto y el descontento, del malestar social, en un clamor, porque nos ha faltado organización y unidad y poner en común un plan conjunto. De modo que esa es la importancia de la comunicación en este momento histórico, complejizado por el problema tecnológico, la pandemia y porque se nos presentan nuevas urgencias y necesidades de reorganizarlo todo ante la agudización de las contradicciones. Los más ricos se han enriquecido de manera brutal durante la pandemia, mientras lo más pobres padecen de forma más aguda y profunda todas las calamidades que conocemos. En este contexto, el tema de la comunicación debería ser, en mi opinión, agenda urgente en todo frente de lucha emancipatoria y en realidad vemos que no es así.
“ …el tema de la comunicación debería ser, en mi opinión, agenda urgente en todo frente de lucha emancipatoria y en realidad vemos que no es así. ”
RD: Con frecuencia escucho a comentaristas, incluso personas de la academia, decir que estamos en un mundo pos-ideológico. ¿Qué puede decirnos al respecto, qué decir de esta afirmación y de la ideología?
FdBA: También es parte de la disputa. Algunos piensan que se puede convencer a la gente de que hay quienes viven encerrados en una cápsula y no se les toca ni con el pétalo de una idea, pero es una falacia. La noción de ideología tiene muchas definiciones. Me gusta recordar siempre que, en un sentido, ideología significa un sistema de ideas; entonces, quien diga que no tiene ideología, lo que está diciendo es que tiene esa ideología: la de la no ideología, porque para explicar por qué no tiene ideología desarrolla un sistema de ideas, inevitablemente.
También existe una acepción que conduce a definir la ideología como ‘falsa conciencia’ en un sentido peyorativo y con frecuencia la usamos cuando vemos el pensamiento chatarra de autores encumbrados del tipo Paulo Coelho y sus concomitantes, que crean frases célebres para cada momento y tratan de resolver la experiencia humana con frases de tarjeta postal, con ese tipo de pensamiento prefabricado que parece que ya “masticó” el análisis y que nos ofrece un eslogan. Entonces a eso y a otras producciones de pensamiento cuyo propósito es obturar al pensamiento mismo, es decir, sustituir el proceso de análisis y de síntesis para producir expresión dinámica y crítica, lo que tenemos son frases hechas que son ideología chatarra o falsa conciencia porque no pertenecen a un proceso de desarrollo de análisis y conclusiones que puedan ascender en el proceso de pensar a un nivel más alto que es el de la crítica.
Crítica aquí significa, fundamentalmente, organizar, es decir, saber qué es importante y qué no lo es, qué va primero, qué después. Entonces, en términos del desarrollo del pensar, todo aquello que sustituye sus fases, su dinámica y dialéctica, inmediatamente desbarranca a esto que llamamos pensamiento chatarra o falsa conciencia. Esta es otra guerra abierta, hay algunos frentes cuyos dispositivos son mecanismos más simplones, como los que acabo de mencionar, y otros más elaborados y complejos que trafican con esto que Marx llama ‘ideología de la clase dominante’ que asumo como una categoría indispensable. Entonces, es ese conjunto de pensamiento chatarra que una clase social quiere imponer a otra para que se comporte según los intereses de la clase dominante. Creo que todos deberíamos estar activamente involucrados en un proceso permanente de crítica a esa ideología. Simón Bolívar decía “por el engaño nos han derrotado más que por la fuerza” y el engaño está fuertemente apuntalado por estas figuras de la ideología de la falsa conciencia. Deberíamos estar trabajando en un proceso de conciencia legítima, en un proceso de conciencia que se enriquezca, se amplifique y se cultive, como decía Martí “ser culto para ser libre” y apuntalar la fuerza del pensamiento crítico y, sobre todo, de la ciencia descolonizada y desmercantilizada y se logre avanzar y construir comunidad y se vuelva sentido común ese pensar.
“ Deberíamos estar trabajando en un proceso de conciencia legítima, en un proceso de conciencia que se enriquezca, se amplifique y se cultive.”
El debate sobre la ideología es central en el análisis del sistema de ideas, orígenes, causas, procedimientos e intereses preguntándose ¿a quién le sirven?, ¿cómo actúan?, ¿qué resultados producen? Al mismo tiempo que la “falsa conciencia” donde tenemos un territorio de lucha muy dura, muy agudizada que puede caracterizarse de mil formas y que sigue siendo una de nuestras tareas pendientes. No tenemos hoy una semiótica para la emancipación, no tenemos laboratorios de semiótica que nos permitan entrar profundamente al análisis de cómo, quiénes y dónde están construyendo este pensamiento chatarra y que, sin embargo, cuentan con medios de todo tipo y con dos cualidades complejísimas: la ubicuidad, es decir, que están por todos lados y la velocidad. Esto es un problema en términos de guerra comunicacional, por tanto, el tema de la ideología hay que tomarlo muy en serio.
“ No tenemos hoy una semiótica para la emancipación ”
La historia del pensamiento, por lo menos en el siglo XX, ha tenido este espacio de lucha muy presente. Lenin ya advertía cómo hay malversación de pensamiento, usurpación conceptual y simbólica y algunos incluso usan las herramientas teórico-emancipadoras y han sacrificado los frentes de lucha populares con base en el engaño, palabrería confusa, haciendo pasar por revolucionario algo que conduce a cosas muy retrógradas, falsificando ideas, incluso las más revolucionarias y presentándolas como pensamiento chatarra. En México lo hemos padecido bajo la batuta de Octavio Paz y luego (Enrique) Krauze, que se entregaron al neoliberalismo, se plegaron a los poderes trasnacionales de la economía de mercado y divulgaron el pensamiento chatarra para convencernos de que habíamos llegado al paraíso terrenal con la economía de mercado, hasta la fecha siguen haciéndolo, en realidad están defendiendo sus negocios personales y sus intereses de clase. Entonces, frente a esto, declaremos una guerra semiótica o un conjunto de modelos guerrilleros semióticos, como lo planteaba Umberto Eco, porque necesitamos confrontar directamente no sólo el modelo ideológico en abstracto, sino el conjunto de los intereses a los que sirve. Este es el meollo del asunto y como mencionaba, no están separados los intereses económicos de los intereses ideológicos.
Los intelectuales
RD: Mencionó a Octavio Paz y a Krauze, que son intelectuales orgánicos por definición, ¿qué papel debería jugar un intelectual en el quehacer de la crítica, cuál debería ser su compromiso o su tarea en los procesos de transformación?
FDBA: Servir a los procesos emancipatorios de las clases en lucha, servir a los compañeros que están dando las batallas más avanzadas e incluso a quienes están comenzando a presentar guerras en el campo de las ciencias, de las artes y en las aulas universitarias. El deber del intelectual es acompañar a los que luchan por transformar este mundo, ahí debe estar un intelectual, no arrodillado a los intereses de una burocracia gobernante, ni de un sector empresarial como Vargas Llosa que pasó de ser un republicano y un aparente demócrata a entregarse a una monarquía. Pienso en las fábricas donde hay movimientos obreros importantísimos que marcan hoy el camino de la transformación del mundo, en su escala, con sus fuerzas, con sus problemas, pero ahí es el lugar al que hay que acudir. En los barrios, en los frentes de lucha campesina, indígena, pero en los frentes de lucha emancipatoria, en los frentes que son realmente de lucha revolucionaria que reivindican sacudirnos de encima este modelo de organización social de clases subordinadas, para esto deben servir los intelectuales. A la clase dominante han servido para fabricar la teoría que justificó el neoliberalismo; por ejemplo, Octavio Paz en México con el TLCAN o todo el conservadurismo durante el período neoliberal, inventaron teorías, tesis, ensayos, para convencernos de que tenemos que resignarnos y aplaudirles que nos expropien las riquezas naturales, que todo está muy bonito y muy bien y que además eso se llama progreso y hay que agradecerlo.
Lo que necesitamos son nuevas generaciones de intelectuales jóvenes, que ya están en el campo de la danza, la dramaturgia, por ejemplo, proponiéndose una lucha importantísima sobre la redacción de nuevos proyectos escenográficos para llevar a los teatros las problemáticas que hoy están en boca de los pueblos, así, el teatro no sólo es un espacio de recreación, sino un espacio de reflexión y ¿por qué no?, de movilización y organización con un carácter de encuentro, de sincronía y sintonía de sensibilidades. En los laboratorios de investigación científica se da también esta discusión, guardadas las proporciones, se plantea ¿para qué tantos años de formación científica para tener que ser empleado de un laboratorio y acabar siendo esclavo de la lógica mercantil? Ahí deben estar los intelectuales, donde arda una pequeña llamita revolucionaria, ahí hay que estar.
La concentración mediática
RD: En el mundo hay cinco corporaciones que concentran la producción de noticias y de industrias culturales, también vemos esta concentración a nivel local y regional. En México, 15 familias son propietarias de los medios de comunicación. ¿Qué hacer ante esto, cómo dar la batalla?
FDBA: ¿Qué hacer?, una pregunta añeja que se renueva con las generaciones. Primero hay que entender el escenario de lucha, hacer diagnósticos correctos, revisar las fuerzas, organizándose, revisar teoría y metodología, no hay práctica correcta sin teoría correcta y esto necesita mucho trabajo y participación abierta de todos, democratizar el conocimiento porque nuestro cometido no solamente es luchar contra esas 15 familias, o contra esa mafia que domina el mundo. Lo advertía el Informe McBride en 1980, el proceso acelerado de concentración monopólica es una amenaza para las democracias, este informe fue el primero que diagnosticó los problemas de la comunicación y nos adelantó un montón de problemas que ahora son peores que en aquella época, han empeorado dramáticamente porque la concentración monopólica es también de tecnología, de metodología, del discurso, de ideologías. Es decir, hay un proceso acelerado de apropiación de los recursos para la comunicación.
Pero si bien es cierto que eso representa un frente de lucha muy importante, no es el único, y no es suficiente para poder caracterizar la respuesta a esa pregunta de ¿qué hacer?; entonces, sí hay que luchar contra los monopolios y contra su discurso e incluso jugar a la provocación de la imaginación, de la creatividad teórica, a esos antivalores que representan, por ejemplo, los concursos de belleza, y todas las formas de manipulación de las mujeres a partir de la idea de la belleza que se vende en las pantallas y en la prensa burguesa. Ese conjunto de antivalores hoy es un frente de lucha cultural, semiótica y de muchos géneros en simultáneo. Pero, ¿de qué nos serviría dar una batalla permanente contra, por ejemplo, eso que refería o contra el modelo de noticias y falacias que se disfrazan en estas máquinas de guerra ideológica que son los llamados medios de comunicación? No nos alcanzaría el tiempo, sería hasta desperdicio de energía dedicarnos sólo a esa batalla, aunque este es un frente.
“ Tenemos que desarrollar la democratización de las herramientas de comunicación ”
Tenemos que desarrollar la democratización de las herramientas de comunicación, porque ahí hay una pauta que no hemos acabado de cumplir, ya que hablamos de libertad de expresión, pues que no sólo sea para los gerentes y que la clase trabajadora también libere sus caudales expresivos en igualdad de condiciones. Quiero ver qué pasa cuando eso se verifique en la práctica real, cómo vamos a redistribuir el espectro radioeléctrico para que todos tengan un canal de televisión. Todas las fuerzas organizadas de la clase trabajadora, del campesinado, de los pueblos originarios, de los estudiantes, etc., participen directa, libre y dinámicamente de la comunicación con tecnología y metodología. Me detengo unos minutos en la metodología porque también es cierto que hoy pareciera, como dice Álvaro García Linera, que estamos dando respuestas artesanales ante una maquinaria altamente industrializada de manipulación de conciencias. Damos respuestas que parecen sólo discernir más o menos el problema y organizamos alguna práctica, pero no alcanza, no sólo para confrontar, sino para construir el nuevo proyecto comunicacional que necesitamos.
Es urgente una semántica del proceso de transformación, nos urge cambiarle los nombres a las cosas, cambiarle las categorías a la sociedad, dar esa batalla profunda donde los significados juegan a cosas turbias y a emboscadas. Nos dicen que, por ejemplo, en Chile hubo un “enfrentamiento” entre policías y manifestantes y nos imaginamos que, cuando dicen enfrentamiento, hay condiciones de igualdad de diez y diez peleando por algún interés, pero nos equivocamos. La realidad es que es un grupo de profesionales altamente equipados y entrenados para reprimir al pueblo que va sin armas a defender un derecho, en esas condiciones no se puede hablar de enfrentamiento, eso se llama represión.
Detrás de las palabras hay emboscadas muy complejas y hay gente que se queda diciendo “¡ah!, entonces hubo un enfrentamiento, está bien que se ponga orden porque provocaron un caos” y acaba uno diciéndole “terrorista” a quien es víctima de represión. Tenemos que discutir estos temas que tienen que ser parte de la gran batalla comunicacional y no sólo para cuestionar, sino para construir las nuevas formas que necesitamos de comunicación y distribución, por ello necesitamos métodos actualizados. Nuestras metodologías están muy demoradas, todavía no estamos generando una producción teórico-metodológica suficientemente actualizada para poder ir en tiempo real trabajando contra el modelo hegemónico de comunicación y de máquinas de guerra ideológica que todos los días, a todas horas, en todos los canales y en todo el planeta lanzan andanadas permanentes de manipulación y de ofensivas, de engaño y de calumnias, etc. Nosotros apenas alcanzamos un caso, un ejemplo, y ahí nos tardamos cinco años haciendo una investigación para ver si publicamos después un libro. No digo que no lo hagamos, pero hay que encontrar la manera de producir una metodología que nos permita producir investigación a fondo, divulgar a la mayor velocidad posible, con la mayor cantidad de compañeros posible, en un proyecto de unidad, de lucha y de organización conjunta para de ahí sacar un método que nos ponga no solamente al ritmo de la ofensiva, sino que nos permita ir adelante también. Ese es uno de los pendientes en este momento, ver por dónde caminamos en los laboratorios de investigación científico-semiótica y cómo vamos a producir esos cuerpos teórico-metodológicos que hoy necesitamos.
América Latina y la lucha por la emancipación
RD: Finalmente, ¿cómo ve, desde su campo de estudio, la situación que se vive en América Latina?
FDBA: Es un momento fascinante. Soy muy optimista, sin dejar de verlo como un momento duro que la humanidad está atravesando en términos económicos, sociales y anímicos. Pero si hiciéramos un recorrido desde México hasta la Patagonia encontraríamos un continente inflamado de malestares, organizándose y buscando la manera de sacudirse lastres. Está más vivo que nunca, hay que ver lo que está pasando en Colombia, por ejemplo, que es un escenario muy difícil y hay un pueblo que sale a protestar contra la confusión enorme que representa esa manipulación de medios, la engañifa permanente que hay hoy con las manos del imperio metidas hasta el “cogote”. Sin embargo, ese pueblo ya no se traga las mentiras y protesta en las calles, es extraordinario el espíritu del pueblo colombiano. En Honduras no cesa la necesidad de encontrar un modelo de vida democrático y sacudirse, ojalá más temprano que tarde, a toda esa mafia que históricamente ha hecho las calamidades que ha hecho, y así en toda Centroamérica. Hay que ver a Argentina, cómo logró derrotar al grupo macrista y cómo se están recomponiendo ahora después del desastre, del daño que produjo este ensayo criminal del neoliberalismo, endeudando al pueblo. Increíblemente, siendo Argentina productor de granos, semillas y carne para millones de personas en el mundo tuvo que declarar que está en emergencia alimentaria, es obsceno. Ahora, este pueblo padece las condiciones de miseria y pobreza con una injusticia brutal, mientras se exportan millonadas de granos y carne, pero próximamente va a protagonizar un proceso electoral en defensa de lo que se ha recuperado, realmente inspirador e importante. Chile ahora construyendo, por primera vez en su historia, una constituyente para cambiar la Constitución de Pinochet, y es la juventud la que está en las calles, a pesar de los carabineros y de la represión. Ahí está Perú y el pueblo defendiéndose, una vez más, contra la mafia neoliberal fujimorista. Qué podemos decir de Uruguay, donde a pesar de este golpe de la derecha, ahí está ahora con los movimientos de izquierda y progresistas, activándose en un proceso de autocrítica muy importante y lo mismo pasa en Paraguay. En fin, en distintos tamaños y proporciones, con tiempos diferentes y con características propias, lo que tenemos en todo el continente es un hervidero de esperanzas revolucionarias y rebeldes.
“ lo que tenemos en todo el continente es un hervidero de esperanzas revolucionarias y rebeldes ”
Están ahí, lo que pasa es que nadie informa de eso y para poder enterarnos tenemos que hacer un recorrido extenuante con nuestras propias fuerzas y no hemos logrado armar grandes medios, más allá de la experiencia de Telesur, que es valiosísima, no hemos logrado multiplicarla y sea primera plana todos los días, para saber que están los pueblos en lucha. Porque a pesar de que hoy, más que nunca, hay millones y millones de voluntades comunicacionales emancipadoras, un archipiélago inmenso de voluntades que buscan la verdad, pero que está inconexo, no hemos logrado la unidad que nos permita levantar clamores fuertes. Pero creo que va a surgir de esta dinámica que no ha parado, a pesar de los altibajos, retrocesos y tropiezos. Pero hoy la constante es que ahí están los compañeros en pie de lucha en los frentes más diversos, incluso donde no nos imaginamos, hay voces rebeldes.
Dadas las condiciones, como decía Adolfo Sánchez Vázquez, entre lo deseable, lo posible y lo realizable, en eso se está moviendo hoy por hoy la acción revolucionaria de América Latina. A mí eso me estimula todos los días, porque ahí es donde hay que poner nuestras mejores ideas y esfuerzos y las tenemos al servicio de eso que es justamente lo único nuevo que hay, hoy por hoy, de vivir la etapa emancipadora de la humanidad. Todo lo demás ya lo hemos visto.
Ruth A. Dávila Figueroa, doctora en ciencias políticas y sociales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, maestra en estudios en relaciones internacionales y licenciada en comunicación y periodismo. Becaria posdoctoral por el Conacyt en el IIF de la UMSNH y becaria posdoctoral por la UNAM en el CISAN. Entre 2004 y 2014 fui docente en la FES Aragón y he impartido clases en otras instituciones como la UPIBI del IPN y el Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación (IMCED). Tengo diversas publicaciones en revistas arbitradas, capítulos de libros y divulgación: “Prensa y poder en México, apuntes para una reflexión en la 4T”, Revista Memoria (2021); “La doble función ideológica de la narrativa alterna de La forma del agua” en Cultura y Representaciones Sociales (2020) y en prensa el capítulo del libro “Pos-verdad y Fake News y la construcción del discurso hegemónico en los mass media”, por mencionar algunos. Actualmente soy investigadora del Tlatelolco Lab, laboratorio digital por la democracia del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM.
Fernando Buen Abad Domínguez, (Ciudad de México, 1956) especialista en Filosofía de la Imagen, Filosofía de la Comunicación, Crítica de la Cultura, Estética y Semiótica. Es Director de Cine egresado de New York University, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, Master en Filosofía Política y Doctor en Filosofía.
(Tomado de revista Tlatelolco)
Excelente análisis y convocatoria del Dr. Abad.
Desafíos compartidos
Un abrazo desde Cuba