La labor de Luisa Marisy, como curadora de arte contemporáneo y videoarte, abarca unas 150 exposiciones y, también, la docencia. Desde la creación del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, hace ya veinticinco años, se mantiene colaborando de manera sistemática. Sus saberes en el terreno de la creación de videos fueron temas que abordó en diversas ediciones de los Salones de Arte Digital, convocadas por la mencionada institución.
Igualmente, está muy cerca del quehacer del Consejo Nacional de las Artes Plásticas, la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y la Fundación Ludwig de Cuba. Sobre la relación que la une a esta última nos comenta, vía correo electrónico.
“Significó para mí un reto. Cuando se estaba organizando y me propusieron hacerme cargo de los programas y proyectos, me di cuenta de que tenía una posibilidad de desarrollo inusitada.
“A pesar de la experiencia acumulada durante mi paso por el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño, y después por el Consejo Nacional de Artes Plásticas, esto que nos proponíamos hacer a través de la Fundación Ludwig exigía mucho más. El ambiente de trabajo, la creatividad y la exigencia distinguen a esta institución cultural, y yo siento que allí me he visto obligada a crecer profesionalmente”.
En lo más íntimo ¿qué significó la realización del documental Sergio Corrieri, más allá de “Memorias…?
“Resultó un poco difícil para mí hacer este documental porque, en primer lugar, tuve que dejar pasar algún tiempo para recuperarme de su pérdida física; y en segundo lugar, debía intentar ser objetiva para que el resultado en pantalla ofreciera una visión cercana y entrañable, pero a la vez realista del biografiado.
“Por otra parte, te puedo asegurar que este documental es el cumplimiento de una deuda de amor con Sergio Corrieri, el hombre que con sólo 23 años nos adoptó a mi hermana y a mí cuando éramos muy pequeñas y que con su cariño e integridad, contribuyó, de manera decisiva, a nuestra formación humana e intelectual”.
Su corto de no-ficción Nuestro día a día, se presentó durante la Bienal de La Habana en la edición de 2019 como parte del programa Mujeres con la cámara. ¿Posee ese corto una evidente mirada de género?, ¿qué contribuciones considera que puede hacer ese programa?
“Claramente. Es una mirada de género en tanto pretende mostrar, en apenas tres minutos, lo increíblemente complejo que se torna un día cualquiera para una mujer que intenta conciliar su labor profesional con los reclamos de la vida doméstica. Mujeres con la cámara forma parte del proyecto Studio 8 – Fotografía en Movimiento, que desde el estudio del fotógrafo y cineasta Juan Carlos Alom y organizado por éste y Aimara Fernández, intenta rescatar el cine realizado en película de 16 milímetros. Sobre esta idea fotógrafos, realizadores, diseñadores, estudiantes y personas de disímiles profesiones, toman una cámara para realizar un filme experimental de corta duración, justo los tres minutos de un magazín.
“Creo que es un proyecto súper interesante y que ya está arrojando resultados encomiables en el medio de las artes visuales cubanas”.
Pandemia y cine, ¿cómo analiza esta realidad en el contexto del año 2021?
“Como consecuencia de la pandemia todos hemos tenido que reinventarnos, porque la realización de muchos proyectos quedó aplazada con el cierre parcial o total de muchas instituciones culturales y la instauración del trabajo a distancia. Es por ello que la labor se ha hecho más introspectiva, más solitaria.
“Sin embargo, eso mismo nos ha movido a desempolvar proyectos aplazados, a profundizar en investigaciones que no habíamos podido concluir, a poner orden en nuestra papelería, etc., porque creo que mantenernos activos y creando, es la mejor manera de salvarse y sobrevivir en medio de esta dura realidad”.