El 70 % del comercio se desarrollaba con Estados Unidos. Las mafias de Lucky Luciano y Meyer Lansky se repartieron los casinos y el turismo sexual; intentaron convertir a La Habana en modelo anticipado de lo que luego sería Las Vegas. No había posibilidad de transformar el país mediante la política convencional: durante casi tres décadas la Enmienda Platt confirió derechos de intervención armada a la potencia del Norte. Esta apoyaba desembozadamente dictaduras como la de Machado o Fulgencio Batista. Para el cubano digno era como vivir en un país extranjero.
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Contra esta abyección política, económica y social se rebeló la Revolución cubana para cambiar radicalmente no solo el panorama interno, sino también el mundial, reavivando la esperanza revolucionaria adormecida desde el reparto del planeta entre las grandes potencias. También inspiró derroteros insurgentes para la política de América Latina y el Caribe. Al llamar la atención sobre el área, posibilitó el dispositivo editorial que se traduciría en el Boom, y alentó la oleada contracultural que sacudiría al mundo en la década de los sesenta.
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En lo interno, Cuba revolucionaria acumuló espectaculares logros en medicina, deporte, cine, plástica y literatura. En medio de privaciones, austeridad y racionamientos, garantiza para todos Educación, Salud y Seguridad Social. Repetimos indicadores disponibles para 2020. El analfabetismo en Cuba es cero, mientras que su bloqueador Estados Unidos cuenta 16 millones de iletrados (BBC). La esperanza cubana de vida es de 79,6 años, mayor que la de 79,2 en Estados Unidos (PNUD). El índice de mortalidad infantil es de 4,0, menor que el de 5,6 en la potencia norteña (Index Mundi). El último índice de Gini disponible de 0,22 revela a Cuba como uno de los países con menor desigualdad del mundo; el de 40,5 descubre a Estados Unidos como el segundo país más desigual del planeta (Cepal.org). El índice cubano de desnutrición infantil, certificado por la Unicef, es cero. En el estado de Florida, con el doble de habitantes que en Cuba, la pandemia ha causado 37.895 defunciones, mientras que la bloqueada y asediada Cuba ha controlado el morbo por más de un año sin colapso de los sistemas de salud, y con 11.333.483 habitantes ha presentado apenas 218.396 contagios y solo 1.431 muertes (0.65 % de los casos confirmados). En Cuba casi dos generaciones han crecido sin saber lo que es el analfabetismo, la muerte de mengua, la indigencia. Hazaña inaudita, no solo en Nuestra América, sino en casi todo el tercer mundo.
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Para valorar tales logros hay que considerar que han sido cumplidos contra la agresiva torpeza de la primera potencia imperialista del mundo. Ya en 1959 esta le retira la cuota de compra de azúcar. Desde la invasión abierta por Playa Girón hasta la guerra bacteriológica, desde el terrorismo contra naves y aeronaves hasta el financiamiento de opositores y campañas mediáticas, desde el centenar largo de intentos de magnicidio hasta el bloqueo condenado 28 veces por la Asamblea General de la ONU y que ha causado perjuicios por 147.853 millones de dólares, no hay agresión infame que Estados Unidos no haya aplicado contra Cuba. A ellas Trump añadió el corte de remesas y otras 243 medidas coercitivas, y el terrorista Biden intenta que la isla sea declarada Estado promotor del terrorismo.
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A ochenta millas de distancia, no solo las luces de Miami se divisan desde La Habana: también llegan las señales de radio, televisión y redes sociales de los más poderosos aparatos comunicacionales del Imperio, con la imagen ficticia de un capitalismo de consumo ilimitado y fortunas instantáneas, supuestamente exento de racismo, desempleo y crisis económicas. A ese fraude comunicacional que pinta un paraíso capitalista superponen otro que dibuja en Cuba un infierno socialista. La derecha ha ido usurpando paso a paso los métodos de lucha de la izquierda. Como muestra valgan el catálogo de tácticas de desestabilización compilado por Gene Sharp y su aplicación sistemática contra los progresismos: cortes viales, guerrillas, técnicas de agit-prop, motines, movimientos sociales de maletín.
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Explica el canciller cubano Rodríguez Parrilla que las protestas del 11 de julio en varias ciudades fueron convocadas por intensas campañas de redes sociales estadounidenses, mediante robots que cada segundo quintuplicaban mensajes bajo la consigna #SOS.CUBA, lanzada desde Nueva York por la firma Proactivo Miami Incorporation, que recibió del gobierno de Florida el 15 de junio certificación para recibir fondos a tal efecto. Por lo cual “es inocultable el vínculo entre los fondos y las operaciones del Gobierno de Estados Unidos y de estos operadores”.
“Siempre es difícil la coexistencia de medidas económicas correspondientes a sistemas antagónicos. A los compañeros cubanos toca determinar si algunas de estas medidas incidieron en la situación actual, y si ameritan correctivos”.
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Sin embargo, 62 años llevan los aparatos mediáticos imperiales llamando a destruir el socialismo sin más resultado que la esporádica protesta del Maleconazo en 1994, durante el Período Especial. Puede ser que factores sobrevinientes expliquen las manifestaciones de julio. Las medidas coercitivas y la pandemia han disminuido para 2020 el PIB en 11 %, las importaciones en 30 % y en 70 % el turismo, una de las principales fuentes de divisas para adquirir insumos técnicos. Ello se ha traducido en desabastecimiento, incluso de equipos médicos. Por otra parte, en los últimos tiempos fueron adoptadas medidas de liberalización de la economía que incluyeron circulación paralela de divisa extranjera y moneda nacional, legalización de la gestión por empresas privadas de algunas ramas económicas y de la agricultura en terrenos de propiedad social, reducción del empleo público y consiguiente incremento del trabajo por cuenta propia, aumentos de precios inflacionarios. Siempre es difícil la coexistencia de medidas económicas correspondientes a sistemas antagónicos. A los compañeros cubanos toca determinar si algunas de estas medidas incidieron en la situación actual, y si ameritan correctivos.